Azul es el cielo de tus ojos

Capítulo 8: Problemas

— ¡Hey! ¡Deténgase! ¡Basta ya!

No dude más, debía hacer algo al respecto, así que hice lo más valiente que pude, lanzar mis libros hacia su dirección, cuando tuve su atención hacia mí, continúe:

—¿Qué rayos creen que hacen? ¿Cómo se atreven a tocarla? ¡Es una mujer! —grité con indignación.

—Tal vez, pero no pertenece aquí, y no la queremos cerca de aquí— dijo uno de los chicos, como tratando de justificar lo que hacían.

—¿Me estás diciendo que hacen todo esto, solo porque es extranjera? Dime idiota, acaso te caíste de pequeño, solo un golpe así explicaría la estupidez que acabas de exponer.

—Mira niñita, es mejor que te vayas o te la veras con nosotros, el asunto es con ella, nadie te invito, y al menos que te nos juntes no te queremos aquí —sentenció.

—Tienen razón no es mi asunto, es decir quién se preocuparía por una chica como esta—dije tratando de apaciguar su atención, con una falsa hipocresía—, pero ¿por qué perder el tiempo cuando podemos divertirnos los tres?

Sin más echaron una última vista hacia la joven que aún yacía en el piso, y ambos chicos sonrieron, su atención se tornó a mí, y dijeron al unísono:

—No nos los perderíamos dulzura—mientras deslizaban sus asquerosas manos en mi espalda.

No dude ni por un segundo, en realizar la artimaña que me enseño papá para defenderme de rufianes como estos, y golpee sus cabezas contra sí, lo suficientemente fuerte como para levantar a la chica y salir corriendo por ayuda. Habíamos corrido lo más lejos que pudimos de esos idiotas aspiré aire y dije:

—Creo que estamos a salvo al fin—dije—, ¿te encuentras bien?

—Sí, ahora lo estoy gracias a ti, en serio muchas gracias fue muy valiente lo que hiciste allá.

—Ni lo digas, las mujeres estamos aquí para apoyarnos, aunque esto no se trata solo de eso, en realidad, nadie merece ser tratado así, no todos somos como esos dos tipejos, pido perdón en nombre de ellos.

—Lo sé —sonrió levemente —, realmente eres una muy buena persona, jamás olvidaré esto, espero encontrar más gente como tú en esta ciudad.

—Lo harás, pero no debemos pasar esto por alto, debemos denunciar lo que sucedió en este momento, alguien debe detenerlos.

—No lo sé —dijo tristemente—, ya lo he intentado antes, no es la única vez que me topo con gente así, pero toman nota de lo sucede y dicen que se encargarán de ello, pero al final nunca sucede nada.

—¿Cómo puede ser esto posible? Realmente me siento consternada, pensé que el tema de la discriminación era cosa del pasado.

—Pues no lo es, sigue siendo una lucha constante, de nuevo muchas gracias, debo irme a casa, cuídate—dijo apesadumbrada.

—No fue nada, siempre que pueda ayudaré—mostré una pequeña sonrisa de cortesía, aunque en el fondo sabía que no siempre podría ayudarla, esto es un tema de nunca acabar—, por cierto ¿Cuál es tu nombre?

—Katherine ¿y tú?

—Elizabeth—dije—Elizabeth Campbell

—Un gusto conocerte Elizabeth.

—Igualmente ¿Katherine...?

—Katherine Méndez—añadió y brindo una leve sonrisa, hasta que sin más emprendió su camino.

Esa tarde, cuando llegué a casa le conté todo lo que había sucedido a mamá y casi le da un infarto.

—¡¿Qué tu hiciste, ¡¿qué?!

—Mamá cálmate, no es para tanto. Además, ella necesitaba mi ayuda.

—Lo sé—dijo de manera más calmada, solo que pudiste salir herida.

—Tranquila mamá, papá me entreno bien para eso—dije y ella no pudo evitar sonreír ante su recuerdo.

—De todas formas, ten mucho cuidado, no siempre corremos con la misma suerte.

—Está bien mamá, aunque desearía hacer algo más por ella, al igual que muchos otros se ve obligada a recibir este tipo de trato cuando no lo merecen—dije indignada y afligida recordando a Katherine.

—Sé que hallarás un modo, querida y estaré ahí para apoyarte —dijo mamá y beso mi frente.

Y así fue, aunque tal vez no de la manera que esperaba, a la mañana siguiente cuando fui a la institución la maestra Ross, nos solicitó que realicemos un video y lo subamos a YouTube, hablando sobre un tema de la sociedad mismo trabajo que sería calificado de acuerdo con su impacto. Para mi suerte el trabajo era individual así que no veía limitada a llegar a un acuerdo con los chicos sobre un tema que nos gustará a todos, Danielle eligió hablar sobre abuso sexual y Nathaniel sobre la pobreza, ese día me encamine a casa y sin más me aliste a grabar el siguiente mensaje:

Hola mi nombre es Elizabeth Campbell no sé la cantidad de gente que verá este video pero espero que los que les voy a contar sirva de algo, hace unos días fui testigo de cómo maltrataban a una chica en medio de la calle, interferí en el asunto sin dudarlo y cuando pregunté por qué hacían aquello la única razón por la que herían a esa chica era porque era extranjera, discriminaban y ultrajaban a una chica por su nacionalidad, no lo hubiera creído si no lo hubiera visto con mis propios ojos, la discriminación todavía sigue siendo un hecho presente en la sociedad, y continúa siendo una lucha diaria, creo que algunas personas olvidan que todos tenemos derecho a ser tratados por igual, con independencia de nuestra raza, etnia, nacionalidad, clase, religión, creencias, sexo, lengua, edad, estado de salud u otra condición. solo les pido que piensen ¿Qué pasaría si algunos de sus familiares o amigos se ve involucrado en una situación igual? ¿Qué pasaría si no hubiera nadie para socorrerlos? Les invito a  que reflexionen detenidamente como el impacto de nuestras acciones pueden afectar a las personas, si alguno de ustedes se ha visto involucrado en una situación igual en el pasado, no trate de vengarse, de eso no se trata la vida, se trata de perdonar y ser cada día mejores realmente deseo que, si este mensaje llega a uno de ustedes, pueda ayudar a cambiar algo en esta sociedad, por muy pequeña que sea la diferencia si se trabaja en conjunto se logrará rescatar lo que ha sido olvidado el amor y respeto hacia los demás, recordemos que el cambio comienza en nosotros.




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