Azul es el cielo de tus ojos

Capítulo 10: Respuestas

Habían pasados dos meses desde que Lucas y yo nos conocimos, las salidas en grupo se hacían cada vez más habituales y a pesar de que la tensión entre mi amigo y él no habían cambiado, lo sabían sobrellevar muy bien; pero esta vez algo era diferente.

—No vas a ganarme, te lo aseguro, será mejor que te resignes—dijo Lucas entre risas.

—Ya lo veremos—le quite el balón de las manos y antes de que se acabara el tiempo hice mi última anotación-, parece que hoy no seré yo quien se resigne.

Lucas solo logró darme una sonrisa sarcástica ante mi comentario para luego entregarme una botella de agua y decir:

—Eres muy buena en esto, debo admitirlo. Llamémosle suerte de principiante.

—Si tú lo dices.— rodé los ojos y empecé a tomar un poco de agua.

Nos mantuvimos en silencio y entonces comenté:

—¿Cómo te está yendo en tu nuevo colegio? Recuerdo que fue difícil para mí acostumbrarme a esta ciudad.

-Mejor de lo que esperaba. La verdad estoy acostumbrado a estos cambios—dijo algo desanimado—; sin embargo, no dejo de extrañar Belleville.

—¿Belleville? ¿bromeas? —dije algo entusiasmada al recordar aquella ciudad-, solía vivir ahí cuando era pequeña.

—¡Vaya sorpresa! ¿Cuánto tiempo viviste ahí?

—Tenía 12 años cuando mamá y yo decidimos mudarnos a Toronto.

—Disfrutaste más tiempo de la ciudad que yo—dijo nostálgico.

—¿A los cuántos años te mudaste?

—Si mi memoria no me falla creo que tenía alrededor de 8 años-respondió algo dudoso.

—¿Cómo es que no nos conocimos antes?

—Lo sé, también me parece increíble. Me hubiera gustado que así fuera, pero ahora nos tenemos el uno al otro, aquí y ahora—me brindó una sonrisa.

Empezaba a preguntarme, si él era el chico con el que había vuelto a soñar estos últimos años. No como algo romántico, sino como algo pendiente, algo que no lograba descifrar. No obstante, era un pensamiento que prefería guardar para mí, esperando que el tiempo me de aquellas respuestas.

—¿En qué piensas? —dijo Lucas, al percatarse de mi silencio.

—En nada, solo recordaba mis días en Belleville—mentí y le di una pequeña sonrisa—¿te parece si vamos a casa?

—Claro, es lo que iba a decirte ¡Realmente el cansancio me está matando! —dijo como quien hubiera sido noqueado.

***
Lucas había estacionado su coche en mi casa cuando finalmente me dijo:

—Gracias, me la pasé muy bien hoy.

—Gracias a ti, este día fue diferente.

—Espero que eso sea bueno—dijo él mientras acomodaba mi cabello.

Su acercamiento me tomo desprevenida, por lo que me sobresalté, y logré visualizar la confusión en su rostro, para luego empezar a disculparse.

-No te preocupes, solo...me tomaste por sorpresa—le expliqué.

—De todas formas, lo siento. No fue mi intención ponerte en una situación incómoda, lo único que querría sería hacerte daño.

—Vale, lo entiendo—le devolví una pequeña sonrisa—, será mejor que me apresuré a bajar, mamá debe estarme esperando.

—Adiós Eli.

Al entrar a casa las luces estaban apagada fue cuando escuché a mamá preguntar:

—¿Eli, eres tú?

—Sí, mamá soy yo ¿Qué ocurrió con las luces?

—Hubo un apagón y algunos focos se quemaron, lo cambiaré mañana. No te preocupes por eso-encendió una vela y logré ver finalmente su rostro—, ¿por qué mejor no me cuentas como te fue con tus amigos?

—En realidad, solo éramos Lucas y yo—empecé a explicar—, Danielle canceló a último momento y Nathaniel nunca apareció.

—Que conveniente—dijo mamá—, ¿no crees que fue demasiada casualidad?

A decir verdad, no lo había pensado de esa manera, pero conociendo a Danielle no dudaría que se prestará para ese tipo de cosas; sin embargo, Nathaniel no era de ese tipo, más bien fue como si se lo hubiese tragado la tierra. Finalmente, respondí:

—Tal vez y si lo es.

—Si tú lo dices, hija. De todas formas, Lucas parece un buen chico, me dio esa impresión en casa de los Harris.

—Lo es realmente—sonreí—, sabes hoy acabo de descubrir que vivió en la misma ciudad que nosotros ¿no te parece curioso?

—Ya lo creo—dijo mamá con una sonrisa en su rostro—, ¿Alguna vez te conté como conocí a tu padre?

Negué con la cabeza y mantuve silencio, pues no quería que el recuerdo de él le embargará tristeza, pero ella continuó:

Había llegado otoño, en ese tiempo trabajaba como fotógrafa, nuestro equipo se había dirigido a realizar una sesión de fotos en el parque. Había un grupo de niños jugando cerca de nosotros, dos de ellos corrieron a mi dirección y uno de ellos cayó en el piso, por lo que me dirigí a ayudarle, fue entonces cuando escuché su voz; era tu padre, y el niño su hermano

—¿Estas bien? Debes tener más cuidado a la próxima, ¿de acuerdo? —dijo él, y volteó hacia mí—, Lo siento ¿te ha causado mucha molestia?

—No te preocupes, no fue nada.

Ese día, fue el inició de nuestra historia o eso creí. Pues él y yo ya nos habíamos conocido antes, aunque no de una forma predeterminada. Por lo que descubrimos, mi madre, tú abuela, me había llevado a hacer una sesión de fotos cuando era pequeña, fue entonces cuando apareció la mamá de tu padre y consultó si podía tomarnos una foto juntos, por lo que tu abuela accedió. No fue hasta que nos mudamos que descubrí que él y yo guardábamos una foto juntos.

— ¡Vaya historia! Suena a película de Hollywood, ya sabes con toda y drama-reí-, pero no deja de ser lindo, ¿crees que fue el destino?

—Destino o no, haber conocido a tu padre fue lo mejor, incluso si no existiera esa fotografía, sé que me habría enamorado de él. —una lágrima rodó por su mejilla

—Sé que lo harías—le dije para luego abrazarla

—Será mejor que vayamos a comer o se nos hará tarde—contestó finalmente para luego limpiar sus lágrimas

—Claro, mamá, pero primero iré a ducharme, estoy totalmente asquerosa—contesté e hice un gesto de estar asqueada.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.