Era lunes y el sol se vislumbraba desde mi ventana y por primera vez en la vida no me apetecía ir a clases y ver a Nathaniel. Sin embargo, tomé valor y me dispuse a levantarme para alistarme, pero mi cabeza daba vueltas y mis piernas se tambaleaban por lo que decidí tomar asiento de nuevo y cerciorarme de mi temperatura, esperé el tiempo requerido y sí, efectivamente esta era de 38°C, fue entonces cuando escuché abrir la puerta de mi cuarto, era mamá.
—Elizabeth, hija, ¿qué ocurre?
—No es nada, mamá. Sólo tengo un poco de fiebre.
Extendió su brazo hasta mi frente para luego decir:
—Estas hirviendo, ven toma mi brazo, un baño ayudará a bajarte la temperatura.
—Pero mamá—me quejé—, hace mucho frío.
—Es por la fiebre, pero pronto estarás mejor.
Habían pasado varias horas desde que mamá se fue al trabajo, tuve que sacarla de casa a regañadientes, pues no era nada grave, y no quería que tuviera que faltar al trabajo por mi causa. La fiebre había subido de nuevo por lo que me dispuse a tomar mis medicamentos. Cuando desperté vi a mi madre dormida a mi lado, y su mano estaba tomando la mía, las luces centelleantes me resultan atormentadoras fue entonces cuando me percaté que no nos encontrábamos en casa, estábamos en el hospital. No quería despertarla, por lo que preferí guardar silencio; Sin embargo, no tardo mucho tiempo en hacerlo y decirme:
—Eli, al fin despiertas, mi niña-acarició mi mejilla—, Me encontraba muy preocupada. El doctor dijo que no es nada grave solo es una pequeña infección, el desmayo solo fue producto de la fiebre, pero ya te aplico los medicamentos correspondientes.
Asentí y guardé silencio pues aún me sentía débil y mamá lo entendió.
—Por cierto—dijo ella—, Danielle está en camino. Se le hizo muy extraño no verte hoy, por lo que me llamó, y le conté lo ocurrido.
—Está bien. —le di una pequeña sonrisa y volví a recostar me. Fue entonces cuando escuchamos al otro lado de la puerta decir:
—¿Se puede pasar?
—Claro, por favor entra—contestó mamá.
—Eli, me alegro que te encuentres bien—hizo una pausa—. Adivina quién vino a visitarte—miró en dirección a la puerta.
Por un momento pensé en Nathaniel, pero sabía que ella no haría tanto alboroto por eso, por lo que solo podría referirse a ...
—Hola, Eli—dijo Lucas algo apenado—, lamento haber venido sin avisar, espero no te moleste.
Negué con la cabeza y le extendí una cálida sonrisa, para luego decir:
—No te preocupes, me da gusto que estés aquí, gracias.
Había olvidado que mamá estaba ahí, fue entonces cuando la escuché decirle:
—Es un gusto volverte a ver, Lucas. —le hizo señal de tomar su asiento
Luego de ello, les preguntó si querían algo de beber, pues ella iría a comprarse algo, estos aceptaron y para mi sorpresa Danielle se ofreció a acompañarla dejándonos solos.
—¿Te encuentras bien? —preguntó Lucas en cuanto se fueron.
-Sí, lo estoy ahora-dije con voz apagada.
-Me refería a si te encuentras bien respecto a Nathaniel.-me miró en forma compasiva
Sentí como el corazón se me oprimía, al escucharlo decir su nombre, y que él me pregunté aquello aun cuando para él también era difícil no me hacía sentir mejor, por lo que tarde mucho en decidir si debía hablar de ello.
—No sabría darte una respuesta concreta-finalmente expresé.
Lucas asintió con la cabeza y miró hacia la ventana que se encontraba al otro lado de la habitación para luego decir:
—Perdona, no te quise incomodar no volveré a hablar más sobre el tema si no te sientes lista ¿te parece?
—Está bien. Por cierto ¿cómo fue que te enteraste?
—Bueno pensaba en ir a hablar contigo después de clases-comenzó a explicar-, pero cuando llegué Danielle me dijo que habías faltado, lo cual se nos hizo muy extraño de tu parte, entonces le pedí que me avisará en cuanto supiera algo de ti, no fue hasta hace unas horas cuando me llamó a contar lo que había ocurrido.
—Lamento haberlos preocupado, olvidé decirle a mamá que llamará a Danielle, pero todo pasó tan rápido-suspiré-. Hace mucho tiempo que no me enfermaba.
—No te preocupes, lo importante es que te encuentras bien ahora. Es curioso ¿sabes?
—¿Qué cosa, el enfermarme? Es algo muy normal diría yo. —reí, y entonces el me acompaño.
—No me refería a eso, al menos no del todo. Acabas de decir que no sueles enfermarte muy a menudo ¿no es así?
Asentí y le presté toda mi atención y entonces el continúo:
—Pues bien, se dice que a veces el cuerpo expresa aquello que guardamos y no decimos—me miró detenidamente para luego suspirar—, pero bueno, puede que no sea eso, sino que seas una irresponsable con tu salud— apunto con su dedo mi nariz y me dio una gran sonrisa
Escuchamos la puerta del cuarto abrirse, eran Mamá y Danielle de regreso quiénes habían traído tres capuchinos y donas para comer, y entonces empecé lamentar estar enferma. Me quedé pensando en lo que acababa de decir Lucas y no pude evitar creer que tal vez tenía algo de razón, tal vez toda esta situación y emociones guardadas hayan afectado en mi salud, pero mi atención luego se dirigió a Danielle cuando la escuché decir:
—Pensé que Nathaniel estaría aquí, él dijo que pasaría a verte.
—Tal vez tuvo que atender otros asuntos-contestó mamá—¿No había empezado a trabajar con su padre?
—Sí, así es—dijo Danielle e hizo una mueca—, de todas formas, debió llamar al menos.
Entonces empecé a recordar algo que había olvidado por completo, fijé mi mirada en mamá y le pregunté:
—Mamá, ¿cuánto tiempo he estado aquí?
—Desde la tarde, me llamaron al trabajo y me avisaron que te encontrabas aquí, y vine en cuanto pude, me alegra tanto que hayas venido, en cuanto notaste que te sentías peor. No sé qué habría pasado si te hubieras desmayado en casa sin nadie quien pueda ayudarte.
#17866 en Novela romántica
#11089 en Otros
novela juvenil, novela juvenil romantica, novela juvenil y amor adolescente
Editado: 07.05.2022