Habían pasado varias semanas desde el evento sucedido con Nathaniel, esa misma noche le comunicaron que su padre estaba fuera de peligro, pero que necesitaría el apoyo de todos para recuperarse, por lo que debido a nuestros horarios no hemos tenido ocasión de vernos.
Otro año académico había terminado, y por fin obtuvimos algo de descanso del profesor de Historia, quién se había encargado de hacer de ese, un año difícil. Los chicos y yo, como todos los años, habíamos planeado un viaje a la playa, pero debido a los acontecimientos ocurridos esta vez solo iríamos las dos. Para sorpresa nuestra, no había mucha gente en el lugar por lo que no tardamos mucho en instalar nuestras pertenencias y acomodarnos en nuestros asientos; entonces escuché a Danielle decir:
—¿Qué está sucediendo en esa cabecita? —me miró curiosa—. Has estado callada todo el camino.
—No lo sé, siento que algo no anda bien—expliqué mientras tomaba un poco de mi bloqueador—. Es como si fuera un mal presentimiento, pero no sé de qué se trata.
—¿Te ayudo? —preguntó ella señalando el frasco.
Sin perder mucho tiempo, accedí y le extendí el bloqueador, y mientras ella empezó a aplicarme el producto por la espalda le pregunté:
—¿Alguna vez te ha pasado algo similar o piensas que realmente enloquecí? —pregunté cautelosamente.
—Bueno—dijo pensativa—, no necesitaba escuchar aquello para saber que estás loca.
—¡Danielle! —la miré severamente—, hablo en serio.
—Está bien—alzó las manos—, en realidad, sí me ha pasado—suspiró—, pero promete que no se lo dirás a nadie.
—Por supuesto que no—aseguré—, además, ¿cuándo lo he hecho?
—Tienes razón—murmuró—, es solo...supongo que no es algo fácil de decir.
—No tienes que hablar de ello si no te sientes lista—le consolé—, yo lo entenderé.
—No te preocupes—aseguró ella y sonrió levemente—, aunque no sé si sea la historia que necesites...
—Eso aún no lo sabes—expresé con seguridad—. De todas formas, estoy aquí para escucharte.
—Bien, tú ganas—accedió y acomodó su asiento con algo de torpeza, quedando junto al mío.
Pude notar el nerviosismo en su rostro, aunque ella tratará de ocultarlo esquivando mi mirada y dirigiéndola hacia el cielo, entonces tomó una gran boconada de aire y finalmente se armó de valor y empezó a relatar:
Cuando tenía 5 años, a finales de septiembre, mi abuelo enfermó. Él y yo éramos muy unidos, no lo veía como mi abuelo sino como un padre más. En aquel tiempo no sabía muy bien lo que sucedía, solo veía a papá y mamá ir y venir del hospital. Un día de esos, recuerdo haberle preguntado a papá si mi abuelo estaría bien y como él me prometió que así sería, que no era nada grave. Esa misma noche, tal y como los otros días, él fue al hospital; sin embargo, algo cambio, estaba en mi cuarto jugando como de costumbre y; entonces una angustia invadió mi ser, pensé inmediatamente en mi abuelo, no me preguntes como lo supe; pero sabía que él se había marchado de este mundo, para cuando mamá se acercó a hablar conmigo y darme la noticia, solo lo confirmé. Realmente fue un tiempo muy difícil, contuve mis lágrimas por días hasta que finalmente logré dejar ir ese dolor.
Imaginar a una pequeña Danielle, frágil e indefensa, atravesando aquella pérdida, me partió el corazón. Ella conocía muy bien la historia de papá, y como esta me dolió, pero nunca me había hablado de su abuelo, ni siquiera lo había mencionado antes de esto. Siempre ha sido muy reservada con sus cosas, por lo que escucharla decir aquello, sin duda alguna, era muy significativo, No puedo evitar que ciertas lágrimas se deslizarán por mis mejillas. Fue entonces cuando le escuché romper su silencio y decir:
—No sé qué pueda ser lo que te tenga así, ni si esa sensación que tuve fue un mal presentimiento...lo siento—se disculpó al verme—, no debí contarte esto, creo que lo he echado a perder.
—No—puse mi mano sobre su hombro—, está bien. Yo debería disculparme, no me imagino cuán difícil fue para ti contármelo.
—Eli, no te preocupes, aunque él no esté conmigo físicamente lo estará siempre aquí—señaló su corazón—, además, basta ya de pensar en ello, tal vez sólo tengas un pequeño gas atorado en el pecho—bromeó y tomó mi brazo—. Ahora, ¿por qué mejor no vamos a nadar, acaso no venimos a divertirnos?
Luego de decir aquello, haló aun más de mi brazo y terminamos corriendo hacia el mar, el agua estaba tibia y el sol resplandeciente, Danielle no dudó en arrojarme agua y empezamos a jugar como dos niñas de 5 años hasta quedar exhaustas.
—Por cierto—dijo Danielle—¿Nathaniel y tú, ya están saliendo de forma oficial?
—No.—negué con la cabeza—.No hemos tenido tiempo para hablar de aquello. Luego del accidente, hemos mantenido muy poco contacto y nuestros horarios en estos días no nos han ayudado.
—Entiendo.—dio pequeñas palmaditas en mi espalda—. Ya encontrarán la manera, después de todo, ya han esperado por muchos años, lograrán superarlo.
Sonreí ante su comentario, pues era cierto, hemos esperado por años, podremos esperar estos pequeños días sin vernos. Verdaderamente, no lograba descifrar como es que mi amiga lograba pasar de un tema a otro con tanta facilidad y sin importar de que habláramos, ella siempre parecía guardar la calma; supongo que ella simplemente es así "impredecible", nunca se sabe lo que escucharás de ella, pero una vez que empiezas a hablar con ella no quieres dejar de hacerlo nunca.
—Por cierto—dije en tono curioso—, ¿Cómo te está yendo con este último chico que me mencionaste?
—¿Logan?—bufó—. Olvídalo, terminó siendo un idiota. Agrégalo a la lista del "Nunca Jamás"
—Anotado—dije e hice una simulación de escribir en un papel y empezamos a reír—¡Ay, Danielle! Dime, ¿qué voy a hacer contigo?
—Estaré bien, no te preocupes—sonrió—. Además, aún hay algo que no te he contado.
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Editado: 07.05.2022