Azul es el cielo de tus ojos

Capítulo 23: Amor infinito.

No había pasado mucho tiempo desde que había salido de casa. Me encontraba sentada en uno de los paraderos de buses, en silencio, viendo hacia la nada cuando sentí una de sus manos en mis hombros.

—¿Qué sucedió, Eli? ¿por qué estás aquí?—preguntó consternado—. ¿Ha sucedido algo?—insistió una vez más ante mi silencio, tomando esta vez asiento a mi lado.—Has estado llorando—aseguró al levantar mi mentón.

 Y entonces pude notar como en sus ojos se reflejaba preocupación, y aquellas lágrimas que hace tan solo unos segundos había secado volvieron a aparecer todavía aún con más fuerza al recordar que irme también significaría perderlo <<¿por qué las cosas debían ser así?>>. Nathaniel no dudó entonces en rodearme con sus brazos, y desee con todas mis fuerzas que ese momento no acabara jamás; sin embargo, sabía que ese deseo no se cumpliría por lo que era mejor volver a la realidad y decirle la verdad cuanto antes, me separé de su lado y, entonces, él espero pacientemente, pero al mirarlo no tuve el valor de decirle nada más que:

—Mamá y yo discutimos.—esquivé su mirada y la dirigí hacia la calle—. Le dije cosas muy feas, cosas que no debí decir. —suspiré—. No habíamos tenido una discusión así desde aquel día…supongo que la euforia del momento no fue buena. —dirigí mi mirada de nuevo a él—. En cuanto regrese a casa hablaré con ella y esto será cosa del pasado— le aseguré de la forma más convincente posible, y antes de que pueda preguntarme algo, añadí—. ¿Te parece si caminamos un rato?

—No lo sé—dijo dubitativo—.Creo que será mejor que regreses a casa. Tu mamá debe estar preocupada—musitó.

—Le enviaré un mensaje de texto y le avisaré que estoy contigo—saqué de inmediato mi celular y empecé a escribir—¿Ves? Todo está solucionado.

—No creo que…—negó con la cabeza en cuanto vio mi rostro suplicante—Está bien, iré contigo.—puso su mano en mi mejilla—. Pero promete que solucionarás las cosas con tu madre. No quisiera verlas así—dijo con gesto desaprobatorio—, en especial, porque las quiero mucho a ambas.

—Se lo prometo, joven Smith—dije solemnemente como quién hace una promesa a un ser querido ante su lecho de muerte.  

—Hablo en serio—reprochó sin una pizca de alegría—. Esto es un tema serio y, aunque, no me lo digas, sé que lo es; además, no quiero verte llorar así de nuevo.

—Nathaniel, estoy bien, ¿si?—mentí—No tienes por qué preocuparte, mamá y yo lo solucionaremos, te lo prometo—aseguré <<Y esta vez lo dije en serio, después de todo, no planeaba alargar más ese ambiente entre nosotras>>

—Bueno.—tomó mi mano—. Será mejor que no esperemos más por esa caminata.

—¡Gracias al cielo!—dije dramáticamente—. Ha sido usted un joven muy difícil de convencer. Pero no esperaría menos de alguien como usted, no sería de mi agrado si aceptara salir por ahí con cualquier jovencita—expresé de forma humorística como si viviéramos aun en la década de los 80.

—Oh, señorita. Jamás haría una cosa semejante a esa—aseguró—. Tengo todo lo que quiero justo frente a mí—depositó un beso en mi mano y al levantar su rostro empezó a reír al ver mis mejillas sonrojadas.

—No bromees así. .—le acuse, volteándome de espalda—.  Deja de ser gracioso.

—No estaba bromeando—dijo seriamente—.Nada de lo que dije fue una broma, nada más dije la verdad como lo haría un caballero de esa época.—me tomó con su brazos y me puso al frente de él—. Pero sin importar la época o el idioma, el significado siempre será que te quiero, pequeña—acortó la distancia que había entre ambos y de forma natural, nuestros labios se unieron formando <<nuestro primer y último beso>>

—Y yo te quiero a ti, Nathaniel—dije con voz quebrada—.Mi Nathaniel—una lágrima salió otra vez.

—¿por qué estas llorando?—dijo preocupado—¿hice algo mal?

—No, no—le tranquilice mientras acariciaba su cabello—. Sólo estoy feliz—limpié mis lágrimas—. ¿Seguimos?

—Espero que esas sean las únicas lágrimas que te saque—sonrió y me tomó de la mano—. Vamos.

Seguimos caminando entre las calles de aquella ciudad en la que había pasado la mayor parte de mi vida, y que hasta solo unos días creía que iba a ser mi hogar para siempre, los locales, las luces, los edificios, los árboles, la gente, todo eso formaba parte de mis recuerdos, me encontraba ensimismada en mis pensamientos cuando le escuché: 

—Se acerca nuestro último año escolar—suspiro—¿qué tienes pensado seguir luego de eso?

—Ehmm, no lo sé—respondí dubitativa— Aún no estoy segura de cuál elegir.

—Te comprendo. Yo también me siento así.—me animo—Aunque estoy seguro de que nos irá bien.

—¿En serio aún no decides? Pensé que elegirías Administración de empresas, es decir, ya que estas tan familiarizado con la empresa de tu papá, creí que te gustaba.

—Y, así es.—aseguró—Pero no sé si al grado de elegir una carrera respecto a eso.

—¿Tienes otras opciones en mente? —pregunté curiosa.

—¡Oh, sí, muchas! —rió—siento que me volveré loco entre tantas. Aunque tarde o temprano deberé elegir—detuvo su paso y me miró fijamente—¿Te puedo decir algo?

—Claro, te escucho—lo miré intrigada.

—Sé que es tu decisión elegir el camino que quieras tomar—dijo serenamente—. Pero si hay algo que sé, es que eres una persona increíble que lucha por buscar la justicia para quienes lo necesiten. Estudiar derecho es una muy buena opción y sé que tú también lo piensas así, pero dudas de ti misma.

—Esta bien—asegure—Sé muy bien que tus intenciones no son malas, y gracias, realmente aprecio mucho esto. De hecho, era una de mis opciones.—sonreí—A veces siento como si pudieras leer mi mente, ¿sabes?

—Oh, si, eso se debe a que tengo poderes. No quería decírtelo, pero no soy de este planeta mis padres me enviaron en una nave hacia la tierra cuando fue destruido el nuestro—bromeo.

—Hablo en serio—dije entre risas—Yo ni siquiera pude adivinar que deseas estudiar.




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