Era la mañana del diez de noviembre cuando el viento golpeteaba en mi ventana, tal como el pronóstico del clima había dicho, iba a ser un día muy helado. Me encontraba alistando los últimos detalles de mi atuendo cuando mamá entró a mi habitación.
—¿Estás lista?—preguntó ella con cierta dulzura en su voz.
<<Estaba lista, a pesar de todo, yo estaba lista>> Volteé a verla a los ojos y finalmente contesté:
—Estoy lista, mamá-tomé su brazo y nos dirigimos hacia el auto que nos estaba esperando.
Habían pasado varios años desde aquella conversación, y han sucedido tantas cosas en el transcurso, pero finalmente ha llegado el día en que veré al hombre que he amado por tantos años en el lugar y tiempo correcto.
—Hemos llegado cariño-dijo mamá para luego abrir la puerta del auto.
—Gracias—dije mientras ella sostenía la puerta del auto, y nos dirigimos a la iglesia.
Cuando entramos al lugar pude ver a algunos de nuestros amigos más cercanos y a los padres de Nathaniel sentados entre los asientos de la primera fila. Danielle, por su parte, se encontraba al otro lado de la fila y nos había guardado asiento a su lado por lo que fuimos hasta donde se encontraba. No fue hasta entonces que sonó la música y todos dirigimos nuestra mirada a la novia, quien entraba por la puerta, llevando consigo un hermoso vestido blanco de cola larga y su cabello miel en un semi recogido; realmente lucía hermosa, y a diferencia del resto quién aun mantenía la mirada en ella, yo le volteé a ver a él, quién lucía más nervioso que de costumbre. Sonreí al percatarme de ello, y mi mente no pudo evitar pensar que algunas cosas nunca cambian.
La ceremonia empezó una vez que los novios se tomaron de las manos. El pastor empezó con una pequeña introducción y dijo aquel pasaje que siempre quedará grabado en mi mente: "El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad, sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta". Luego de decir aquellas palabras los novios procedieron con el intercambio de votos, y finalmente sellaron su unión en un beso.
Todos lucían tan felices, me detuve un momento vislumbrando aquella escena, y, entonces le vi sonreír con aquel mismo brillo de hace años, pero esta vez en las facciones de un ya adulto Nathaniel. Sonreí al igual que él, y una lágrima rodó por mi rostro, aceptando el hecho de que él era feliz con alguien más, y eso estaba bien.
Todos nos encontrábamos instalados ya en la recepción, que estaba perfectamente decorada para la ocasión, y al frente de todos se encontraba una gran mesa en el que se podía ver el pastel de los novios con varias bebidas y aperitivos para comer. Me había dirigido a tomar una de las bebidas cuando escuché a alguien acercarse y preguntarme:
—Hola—sonrió amigablemente—, ¿quién de los dos es tu amigo?
—Hola—sonreí de manera gentil—Nathaniel-finalmente respondí—Él y yo hemos sido amigos desde hace muchos años, ¿y tú?
—¡Oh, bueno!—señaló él—. Yo soy hermano de la novia.
—Ah, entiendo—dije algo avergonzada—.No sabía que ella tuviera un hermano, de igual forma mucho gusto...—guardé silencio al percatarme que no sabía su nombre.
—Eliot—respondió él al darse cuenta de lo mismo—El gusto es mío señorita...—añadió él tratando de indagar mi nombre.
—Elizabeth—aclaré—. Bueno, iré a tomar asiento-señale la mesa donde se encontraban Mamá y Danielle.
El chico asintió y sin más empecé a dirigirme hacia la mesa; sin embargo, escuché a Eliot decirme:
—¡Cuidado!
Voltee a ver a su dirección y entonces él halo de mi brazo quedando junto a su pecho y me preguntó:
—¿Te encuentras bien? Casi tropieza con el mesero
Alcé la vista y entonces contesté:
—Sí, estoy bien, gracias-me quedé observando su rostro que hasta sólo unos segundos me parecía el de un desconocido, pero que ahora estando cerca de mí me resultaba más familiar de lo que parecía.
Eliot me miró confundido con aquellos ojos verdes y entonces casi al mismo tiempo preguntamos:
—¿Nos conocemos de antes?
Reímos al unísono y entonces él se apresuró a decir:
—Sé que pensaras que estoy loco, pero siento un gran deja vu de esto.
—Sí, lo sé yo también tengo esa extraña sensación—sonreí—¿de dónde eres?
—Belleville—mencionó—Aunque me mudé al poco tiempo.
—Yo también soy de ahí—dije asombrada—¿cuánto tiempo viviste ahí?—pregunté al ver que había una pequeña posibilidad de que fuera él, pero no quería equivocarme esta vez.
—No lo recuerdo bien—dijo pensativo y guardo silencio unos minutos—¡Oh, recuerdo algo! Fue justo después de una anécdota algo graciosa—comenzó a explicar—Cuando era pequeño solía ir a jugar fútbol al parque con mis amigos. Un día como de costumbre fui a jugar con ellos, nos encontrábamos muy concentrados en el juego, y me habían dado el pase a mí, ensimismado en la adrenalina patee con más fuerza de la debida y golpee a una niña que pasaba por ahí, me acerqué a cerciorarme de que estuviera bien, pero ella finalmente se desmayó. ¡Vaya que me metí en un gran lío ese día! Su mamá estaba furiosa y no dejó de decirme un poco de cosas, sin embargo, nunca más la volví a ver pues luego de eso nos mudamos de la ciudad. Tomando en cuanta eso, creo que tenía 9 años cuando ocurrió.
—Lamento lo de mi madre—dije avergonzada y no pude evitar reír.
—Espera...¿eres tú?
—¡Si!-finalmente exclamé.
Eliot lucia altamente sorprendido como yo por lo que no dudo en decir:
—No me lo creo.
—Lo sé es muy extraño-mi emoción se vislumbraba hasta por los poros.
Todo se veía de maravilla, pero entonces recordé algo que no cuadraba con los sucesos y me volví a sentir confundida, Eliot al notar el silencio no dudo en preguntarme:
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Editado: 07.05.2022