Azul Profundo

Capítulo 7 Tu nombre

Raúl miraba temeroso y con duda aquella caja metálica. Escuchó los pasos del ejecutivo que se retiraba de la habitación para darles privacidad. Leonardo no entendía por qué demoraba tanto en abrirla

—¿Qué esperas?, ¿La abrirás o no? —exclamó Leonardo desesperado, sacó de su turbación al muchacho.

Raúl abrió la caja. Observó varios papeles dentro. Tragó saliva y puso todo el contenido sobre la mesa: Había dos cartas, una fotografía, una tarjeta con una dirección escrita y un anillo de oro blanco. Raúl tomó aquel anillo y lo observó. Sus ojos se nublaron, pero evitó llorar

«Es tu anillo de compromiso, Alyssa, es el anillo con el que aceptaste ser mi esposa» pensó Raúl con tristeza.

—¿Qué es todo esto? —preguntó Leonardo intrigado

Raúl tomó una carta que llevaba escrito el nombre de Leonardo Montiel.

—Esto es tuyo —se la entregó

Leonardo sorprendido la tomó en sus manos, su corazón latía con fuerza.

Raúl tomó la otra carta que tenía su nombre escrito y la guardó en su cartera, no era capaz de abrir aquella carta, no ahora.

—¿Qué? —dijo Raúl al sentir la observación de Leonardo

—Nada, pensé que leerías tu carta.

—Esa es mi decisión, tú haz lo que quieras.

—Supongo que estás muy interesado en saber que dice esta carta —dijo Leonardo

—Eres tú quien ha dicho que no conoce a Alyssa, sin embargo, tienes un cuadro de ella en tu casa, eres legatario de su caja de seguridad y encima te ha dejado una carta. ¿Qué podría pensar?

—Abriré la carta ahora mismo, y podrás leerla, ella y yo jamás nos conocimos y lo voy a demostrar —dijo Leonardo y comenzó a abrir la carta, de inmediato la leyó en su mente:

«Y muero de ti amor, al encontrarte en mis sueños, ¿Alguna vez será cierto?,
 escucho los latidos de tu corazón y espero con ilusión encontrar la llave de tu alma, la buscaré con calma, incluso aunque la encuentre, en mi último respiro diré tu nombre, mientras muero de ti, amor»

Raúl estaba ansioso, Leonardo había perdido el buen ánimo por mostrarle aquella carta. Su rostro se tensó, sonrojado y nervioso.

Raúl frunció el ceño intrigado, pero al darse cuenta de que su interlocutor no parecía dispuesto a entregarle la carta, se apresuró a arrebatarla y leerla con rapidez. Leonardo no hizo nada por detenerlo, pero hundió su rostro para no mirarlo.

Raúl sorprendido por aquella lectura, se había puesto pálido y sus ojos brillaban, esperaba algo más, pero solo encontró unos números escritos al reverso

«-99.628040» leyó el muchacho en voz baja

—¿Qué significan estos números? —preguntó Raúl

—No… No lo sé —dijo Leonardo dudoso

—¡Deja de mentir! —exclamó Raúl enojado y tomó a Leonardo con fuerza de la camisa.

Se detuvo cuando llegó el ejecutivo, Raúl soltó de inmediato a Leonardo

—Estaba quitándole un bicho que se subió a su camisa —dijo Raúl para golpetear sin fuerza el cuello de la camisa de Leonardo

—Entiendo —dijo el ejecutivo

—Hemos decidido que me llevaré todo el contenido de la caja de seguridad.

—Muy bien, en ese caso iré por las hojas de salida que debe firmar el legatario.

—¿Recuerda que le pedí saber la fecha de apertura de la caja de seguridad?

—Claro, en seguida traeré la información —dijo el ejecutivo para salir del lugar.

—¿Qué es esto? —preguntó Leonardo tomando la tarjeta que tenía una dirección escrita, la leyó en voz alta—. Número Tres, Dolly Varden Drive, Whitehorse, Canadá.

—No lo sé —dijo Raúl con gesto serio—. ¿A ti te suena de algo?

—No, yo ni siquiera sabía que existía ese lugar en Canadá, jamás he visitado ese país.

—Ni yo, y Alyssa tampoco.

 

El ejecutivo regresó, entregó los papeles a Leonardo para que este firmara. Mientras Leonardo firmaba, el ejecutivo mostró una copia del contrato de apertura a Raúl

—La cuenta fue abierta el ocho de septiembre de este año —dijo el ejecutivo

Raúl se mostró sorprendido

—¡Eso es imposible! —exclamó

—No, fue esa fecha, mire el contrato —dijo el ejecutivo—. ¿Por qué es imposible?

Antes de que Raúl pudiera responder fueron interrumpidos, el ejecutivo les pidió permiso para responder una llamada

Raúl se dirigió a Leonardo

—¡Eso es imposible!, Alyssa desapareció el siete de septiembre, ¿Cómo es posible que estuviera aquí un día después?

El ejecutivo estuvo de vuelta junto a ellos.

—Bien, me decía que tenía duda con la fecha del contrato.

—Sí, dígame algo, ¿Usted fue quien atendió a Alyssa en la apertura?

El ejecutivo se mostró dudoso, pero Raúl le mostró una foto de Alyssa que tenía en su teléfono, Gustavo Müller la reconoció al instante




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