Azul Profundo

Capítulo 9 Los traidores siempre caen de pie

Raúl estaba en el bar del hotel, frustrado y molesto. Bebía tequila, desenfrenado, apenas había comido, sintió los efectos del alcohol, pero no le importaba, para él era mejor que su mente se perdiera a que se enloqueciera del dolor.

—Hola, ¿Estás bien? —preguntó Leonardo acercándose a la mesa, sosteniendo un vaso con whisky

—Estoy muy bien, ¿No me ves?, soy el prometido más feliz del mundo —dijo irónico—. ¿Qué quieres, Montiel? —dijo con voz rasposa

—¿Por qué no podemos llevarnos bien?

—Claro —dijo Raúl—. Debemos llevarnos muy bien, querido socio—le guiñó un ojo

Leonardo estaba fastidio de su actitud, pero decidió quedarse.

—¿Qué vas a hacer ahora?, quiero decir, ¿Seguirás otra pista?

—No lo sé, tal vez me dé por buscar a un hombre azulado, ¡Joder!, eso era un disfraz, no creeré que sea algo fantástico, Amairany es una alucinada —dijo Raúl recordando el video

—No niego que es extraño, pero igual que tú, pienso que debe tener lógica.

—Tengo una duda, Leonardo, ¿Acaso no tienes familia, alguien con quien estar?

Leonardo se quedó en silencio.

—En realidad, no —dijo con franqueza—. Tengo una hija, pero vive lejos de aquí, además ya está casada y con hijos. Y yo nunca volví a casarme tras mí divorció.

—Esto es difícil para mí —dijo Raúl—. Por más que pienso, no encuentro sentido, ¿Qué amaba Alyssa de ti?

Leonardo estaba desolado

—Eso no es amor, Raúl, ella solo tenía una idea de mí, una fantasía, sí así puedes llamarlo.

—¡Llámalo como quieras, pero puedo llamarlo amor! —exclamó Raúl molesto—. Esa carta que te escribió es muy explícita. Lo que no entiendo es que ve en ti.

—Ella no me conoce, si lo hubiera hecho, estaría decepcionada, y te habría amado más a ti.

—¿Por qué lo dices?

—Porque soy una persona insoportable. Soy egotista, sarcástico y selectivo. Tengo más defectos de lo que muestro. El amor que tú tienes por ella, es algo que yo jamás sentiría.

—Tendrías que estar enamorado para saberlo.

—Exacto. Ahora entiendes, el amor es algo que nace de la experiencia, no de la imaginación.

Raúl asintió y sonrió con brevedad, sus ojos se llenaron de lágrimas que controló

—Alyssa es maravillosa, siempre ayuda a todos, dando lo mejor de sí. Tiene las mejores palabras de consuelo, las risas más contagiosas. Yo la amo demasiado.

—Ella volverá, tu amor es grande y genuino, sucederá el milagro.

—Sacrificaría todo lo que tengo, con tal de saber que está bien —limpió sus lágrimas—. ¿Y tú Leonardo?, ¿Qué sacrificarías por amor?

—Lo que sea, todos somos capaces de sacrificarnos por amor.

—¿Incluso renunciarías al amor, con tal de ver feliz a quien amas?

—Sí—dijo Leonardo con seguridad

—Yo haría mucho por Alyssa, incluso la dejaría de buscar si ella lo quisiera —dijo Raúl, sus ojos cafés eran severos—. Pero nunca renunciaría a ella, nunca la dejaría ser feliz con otro hombre que no sea yo.

Leonardo se preocupó en silencio.

Una vez que Leonardo terminó de beber su whisky decidió marcharse, Raúl se negó a irse, siguió embriagándose en soledad.

Cuando el bar estuvo por cerrar, se dignó a irse, tambaleándose y sujetándose de las paredes abordó el elevador, apenas pudo oprimir el botón hacía el piso donde estaba su habitación.

 

Cuando llegó empujó la puerta, ni siquiera le sorprendió encontrarla abierta. Entró y apenas pudo sentarse sobre un sofá. Amairany salió del cuarto de baño.

—¿Tú que haces aquí? —preguntó con la lengua adormecida

Amairany estaba en la puerta del baño, recargada, llevaba una bata de color rosa que le llegaba a las rodillas

—¿Estás bien?

—Sí.

—¿Por qué tomaste tanto?

—¡Ahora no me vas a prohibir beber! —exclamó Raúl molesto

—No estoy prohibiéndote nada, tranquilo, estoy aquí porque quería ver si estabas bien y revisar que haremos ahora —dijo Amairany, mientras tomaba una botella de alcohol y dos vasos de cristal pequeños. Luego se sentó cerca de Raúl—. Imagino que estás decepcionado de que no hemos podido hallar ninguna pista de Alyssa.

—¿Para eso viniste?, para atormentarme tengo conmigo mismo —dijo Raúl enfadado, Amairany abrió la botella y sirvió en ambos vasos

—No, Raúl, no vengo a molestar, vengo a que pensemos juntos que hacer. Bebe esto, es para que pensemos con claridad.

Raúl tomó el vaso, pero lo rechazó

—No, ya he bebido mucho…

—Vamos, por favor, bebe conmigo, no quiero beber sola. Por los buenos tiempos —dijo Amairany insistente

Raúl asintió y bebió aquel trago, haciendo un gesto de desagrado al instante




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