Azul Profundo

Capítulo 13. Azulado

El viaje de vuelta a Pueblo del Norte fue muy largo. Leonardo había insistido en acudir con ellos, a pesar de que Raúl se había negado.

Aunque Leonardo quería hospedarse en el hotel, Raúl le pidió que se quedará en su casa. Raúl no estaba seguro de nada, ya no creía en nadie, ni siquiera en lo que veía con sus propios ojos, en su interior conservaba el recuerdo intacto de Alyssa Gante y mientras fuera así, seguiría amándola y buscándola.

—¿Falta mucho para llegar a tu casa? —preguntó Leonardo cansado del viaje, Raúl lo miró con fastidio, poniendo los ojos en blanco

—Mi auto está parqueado afuera de mi casa, y no tomaré un taxi, estamos a unos tres kilómetros, pero antes iremos a otra parte —dijo Raúl

La confusión se tiñó entre sus acompañantes

—¿A dónde vamos, Raúl? —preguntó Amairany

—Iremos a casa de Alyssa, me urge saber si hay alguna novedad sobre ella.

Leonardo sintió nerviosismo. Amairany suspiró preocupada.

 

Caminaron unos minutos más, hasta llegar a la plaza principal, entonces escucharon el sonido de la sirena policial activándose. Amairany abrió los ojos con terror, dos policías descendieron de la patrulla; Arias y Reséndiz, se acercaban a ellos, la chica tragó saliva y atinó a retroceder

—Buenas tardes —dijo el detective Reséndiz

—Buenas tardes.

—Soy el detective Gabriel Reséndiz, estoy encargándome del caso Gante, un gusto conocerlo señor Raúl Medellín —el hombre le brindó un saludo a Raúl

—Mucho gusto, detective, le presentó al señor Leonardo Montiel, un… amigo —dijo Raúl titubeante

—He estado intentando localizarlo sin éxito alguno, sé que estuvo de viaje, me ha sorprendido que lo hiciera en estas circunstancias.

—Si lo dice por Alyssa, yo… —Raúl fue interrumpido por Leonardo, quien al notar la exasperación del joven se animó a ayudarlo

—Raúl hizo un retiro espiritual.

Reséndiz dirigió su atención al hombre, le parecía extraño que apareciera aquel sujeto afamado

«¿Qué rayos tiene que ver un artista famoso con un par de amantes fugitivos?» pensó Reséndiz sin encontrar respuesta. Se limitó a asentir

—Entiendo, espero que esté mucho mejor.

—Lo estoy, pero, ¿Tiene novedades sobre Alyssa? —preguntó Raúl con apuro

—Es la razón por la que estoy aquí, no hemos tenido mucho éxito, pero tenemos una pista, que podría ayudarnos mucho —dijo Reséndiz observando de reojo a Amairany, notaba como sus manos temblaban, y en su frente percibía ciertas huellas de humedad, la mirada baja y la palidez en su rostro moreno, le habían confirmado sus sospechas de que aquella mujer sabía más de lo que decía.

—¡¿Qué pista tiene?! —preguntó Raúl alterado

—Señorita Amairany Lagos, es necesario que acuda con nosotros —dijo Arias—. Tenemos que realizarle unas preguntas en la comisaria.

Amairany se quedó sin aliento,

—¿Preguntas?… ¿Para qué, por qué? —dijo defensiva

—Tenemos unas dudas sobre su interrogatorio anterior y es necesario que volvamos a realizarlo.

—Yo no puedo… ahora tengo cosas que hacer —dijo Amairany nerviosa

—Es muy importante que nos acompañé ahora mismo —dijo Reséndiz

—Pero, ¿Acaso tienen una orden?, yo puedo negarme a ir con ustedes.

Arias y Reséndiz se miraron con complicidad

—Señorita Lagos, usted puede negarse, está en su derecho —dijo Arias con tranquilidad, pero con un gesto de victoria sobre su rostro—. Sin embargo, sería de gran ayuda para el caso Gante.

—¿Por qué?, ¿Qué sucede, Amairany? —dijo Raúl

—No… No sé, Raúl, yo dije todo lo que sabía —Amairany tomó al muchacho del brazo y lo hizo a un lado para hablar en privado—. No te das cuenta, están desesperados por un culpable, y tengo miedo, Raúl, están tendiendo una trampa siniestra en mi contra, tengo terror de que si no les funciona irán tras de ti.

Raúl preocupado, quizás por el sonido de su voz angustiosa decidió que aquellos policías estaban actuando mal

—¿Por qué hacen esto?, en alguna parte Alyssa está perdida y hay un desgraciado dañándola, ¡Y ustedes pierden su tiempo con inocentes! —dijo Raúl enfurecido

—Señor Medellín, no estamos acusando a nadie, por el contrario, estamos pidiendo ayuda. Solo queremos revisar de nuevo la coartada de la señorita Lagos —dijo Arias

—¡No iré a ningún lado!, hablaré con un abogado, no tienen derecho a tratarme así —dijo Amairany con preocupación

—Amairany, tranquilízate —dijo Leonardo—. No hay ninguna acusación en tu contra, solo quieren volver interrogarte, ¿Cuál es el problema?, después de todo no tienes nada que ocultar—dijo Leonardo. Amairany lanzó una mirada asesina que resistió, porque esa negativa le desagradaba

Raúl comprendió lo que decía

—Eso es cierto, Amairany, no pasa nada —dijo Raúl tomando la mano de su amiga—. Solo vas a contar sobre ese día, la verdad, no hay nada que ocultar, hazlo y vendremos por ti en un rato más.




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