Azulejo De Amor

Capitulo 7

Capítulo 7 

 

- ¿Esto es una cena? - me quejo cuando logré tragar el último bocado de mi plato - Dios mío se parece más una tortura.  

- Bonnie, saber cuándo estar en silencio es una de tus cualidades. - Comienza hablar de forma pausada y medida. - No te arruines a ti misma. - ¿Acaso se está burlando de mí? - todavía no termina el día, puedes hacer el favor de esperar para soltar todo tu veneno hacia mí - sonríe de forma cínica - yo comparto tu opinión - su gran cuerpo se pone rígido - eres una tortura, una tortura para mí.

Una tortura para él, interesante, por lo menos va a sufrir mi presencia tanto como yo sufriré la suya, espero prudentemente hasta que toda la mesa es recogida, cuando se escucha la puerta trasera cerrarse, me volteo a mirar frente a frente al padre de mi hijo.

Para mí es como si hubiera sonado la campana de combate, me pongo de pie, voy hacia donde está sentado, me paro frente a él con mis manos en la cintura preparada para dar batalla.

- Ahora sí, dime por qué carajos han llevado mis cosas a tu habitación Eros - sus cejas se alzan.

- Tu habitación… - Su voz es tan suave y calmada que me asusta, me aterra que pueda estar pasando por esa cabeza malvada y retorcida.

- Mi habitación… lo cual quiere decir que tus cosas van a ser sacadas de ahí - digo lentamente como tratando de convencerme de que eso es lo que va a pasar.

- No, no estoy diciendo eso – su mirada se ve oscura al posarla en mí – es nuestra habitación.

- ¿Qué? – grito - creo que escuché mal, ¿nuestra qué?

- Deja el drama, Bonnie es necesario - su tono de voz es cansado, como si fuera un esfuerzo para él tener esta conversación - cambia esa cara, ni que nunca hayas entrado ahí - tuerce sus ojos - recuerda que siempre fue nuestra habitación.

- Lamento decirte que no tengo los mismos recuerdos que tú - le digo sin gracia. - De todos modos hoy por hoy dudo de que en verdad hayas compartido algo conmigo y eso incluye esa habitación. - Me arde el pecho, me enoja sobremanera la actitud que está tomando, como si fuera lo más normal tener que estar en un mismo lugar - Este lugar es bien grande como para que cada uno tenga su espacio, no me consideres una idiota, imbécil.

- Sin insultos – rueda los ojos – es algo que tenemos que hacer, no es que me esté muriendo del gusto por tenerte cerca, es por Ángel.

- Compartir habitación no tiene nada que ver con Ángel.

- Te equivocas… Se supone que somos una pareja estable, duradera y en armonía, como vas a explicar el hecho de las habitaciones separadas, o si algún empleado dice algo que no debe. El teatro se cae, no solo es decir que estamos bien, es aparentar que estamos bien, ellos en algún momento nos van a hacer alguna visita al igual que harán entrevistas a los empleados de la casa, nos tocará dormir juntos.

No puedo con su ironía y prepotencia por creer poseer la razón absoluta. 

– No pienso dormir contigo – le digo.

- Nunca quieres nada Bonnie - se levanta de la mesa del comedor y camina hacia las escaleras - voy a ir a ver a mi hijo - anuncia - deja de darle vueltas, no te voy a hacer nada si es eso lo que te preocupa.

Lo veo desaparecer en las escaleras, boto un suspiro, me está desafiando el maldito, más que la necesidad de las apariencias, sé que detrás de todo su estúpido discurso se esconde el reto de ir a la habitación o salir corriendo.

Respiro profundo y voy directo a la dichosa habitación compartida, al estar ahí mis nervios suben a niveles tan altos que puede que me desplome en cualquier momento, aprovecho que estoy sola para estar lista cuando él regrese. Entro al baño y encuentro todas mis cosas pulcramente acomodadas, esto si es agobiante, lo más rápido que puedo procedo a cambiar mi ropa por algo cómodo, me lavo mi cara y mis dientes, recojo mi cabello en un moño alto algo desordenado, miro mi reflejo en el espejo del tocador doble.

- Bonnie… no caigas en sus juegos.

Salgo del baño y me acomodo en el centro de la cama con las piernas cruzadas, en cada mesa de noche hay una pequeña pantalla que muestran la habitación de mi bebé. Agarro en mis manos una de ellas y lo que veo hace que mi corazón se acelere, Eros está meciendo a su hijo suavemente mientras que acaricia su cabeza llena de cabellos negros.

- Tu hijo se ganó tu corazón – susurro viendo aquella imagen.

No puedo seguir viendo tal escena, no soy tan masoquista como para ver que Eros puede sentir amor, aunque no sea para mí y no es que lo quiera, sino que en el pasado lo intenté hasta el cansancio. 

Para no seguir maltratando mi corazón dejo la pantalla, en su lugar no sé si algún día podre acostumbrarme a esa relación, mi cabeza no acepta el papel de padre abnegado de Eros, tratando de dejar aquellos pensamientos prendo la televisión de gran tamaño de la habitación, al cabo de unos minutos se abre la puerta.

- Veo que ya estás instalada – me escanea de pie a cabeza.

- Es mi habitación, ¿no? – alzó una ceja.

- Ya lo entendiste – se burla - hay que dejarte sola para que esa cabecita tuya funcione.



#949 en Novela romántica
#344 en Chick lit

En el texto hay: bebes, amor, odio amor

Editado: 12.11.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.