Azulejo De Amor

Capitulo 8

CAPÍTULO 8 

 

Dudo que alguna vez haya hecho las cosas bien, me he equivocado tanto que la vida se encargará de hacerme pagar cada cosa mala una por una, doy vueltas alrededor de mi escritorio tratando de canalizar el demonio que llevo dentro.

Una tos forzada hace que todos mis pensamientos vuelvan al presente - Usted ordenó que no se le informara nada - detengo mis pasos para mirar a los ojos al dueño de esa voz, puedo sentir su nerviosismo por lo que yo le pueda hacer.

- Hay límites –hablo de forma ruda – tendrías que haber sabido que algo así cambiaba las reglas del juego – suspiro - cualquier idiota con honorarios menos que los tuyo pudo haber deducido que eso si lo debía saber.

- Solo cumplíamos con lo que ordeno. - su estúpida respuesta no ayuda al demonio que hay dentro de mí - usted fue muy preciso con sus deseos, señor, sus palabras fueron, encárguense de que esté bien y que desaparezca.

Descargar mi furia con un simple empleado que hacía lo que yo decía no va a cambiar nada, las razones que alguna vez tuve para justificar cada cosa que le hacía ahora no tienen sentido.

- Lárgate - lo echo de mi oficina.

Sin dudarlo sale disparo de mi oficina desapareciendo de mi vista lo más rápido que puede. Dejo caer mi cuerpo cansado en el sillón de mi oficina, soy un imbécil. Debí haber revisado los informes todo este tiempo.

- Embarazada… estaba embarazada.

La habría dejado a mi lado si hubiera sabido que estaba esperando un bebé, el pasado que vivimos juntos va a marcar nuestro presente para siempre.

Desde que la conocí todo lo hice mal, dejarla que me aceptara en su vida fue el primero de mis errores, el segundo dejar que me amara, el tercero hacerla el objetivo de todo aquel que me conociera y el último convertirla en mi desecho de mierda.


 

- Como el señor dice que eres mía le voy a exigir que te remodele, es más que te hagan de nuevo – comienzo hablar en la mitad de la habitación – y tú, cama – la miro - serás la primera en desaparecer – me rio y tomo mi cabeza entre mis manos – vas a acabar con toda mi cordura Eros.

Lo más rápido que puedo voy al baño a tomar una ducha, me arreglo, hago unas cuantas llamadas, necesito definir mi trabajo, cada vez asisto menos, el yugo del padre de mi hijo me está alcanzo una vez más. Al ver que se acerca el atardecer bajo a la cocina a preparar lo que Ángel va a cenar. Quiero que esté todo listo cuando se levante exigiendo atención.

Al encontrarme ahí pierdo todo rumbo a encontrar el personal de servicio.

- Señora - me dicen a dos mujeres, una de cincuenta años que se presenta como la cocinera y una muchacha muy joven que se encarga de la limpieza y ayudarla.

- Buenas – les digo – Necesito hacerle de comer a mi hijo, me pueden guiar en donde se guardan las cosas. 

Ellas parecen que les hubiera confesado algún tipo de pecado.

- Señora, estábamos esperando que se alistara para que nos diga que vamos a servir en la cena y lo que el niño Ángel comerá.

Me quedo mirándolas atentamente – es orden de Eros – les hablo más en afirmación que pregunta. Me quedo un buen rato con ellas explicando todo lo que Ángel necesita, respecto a lo que Eros coma me da igual, por ende le dije que si a lo que tenían planeado.

- A tu papá le podemos dar alacrán a la pimienta - le hago caras – si… a que si le puede gustar.

Miro su sonrisa y me derrito – eres tan bello bebé –

Al puto de las siete estamos los tres en el comedor dispuestos a cenar, Eros sentado en la punta de la mesa y nuestro hijo en medio de los dos. Sin apenas dirigir palabras cenamos en absoluto silencio, de vez en vez deja de comer para prestarle atención al niño.

- Comí con agonía – comenta al entrar a la habitación después de acostar a Ángel – te imaginaba echándole algo a mi plato.

Lo miro desde la cama sin importancia – si vas a vivir con esa preocupación ahora si me encanta estar a cargo de tus comidas – sonrió.

Entra al baño riéndose – Bonnie… respuestas rápidas.

Con un nudo en la garganta espero a que salga del baño, no puedo permitirme caer en sus juegos y manipulaciones.

- Ni se te ocurra acercarte – le advierto cuando mueve el edredón blanco de la cama.

- Relájate.

Lo ignoro por completo dándole la espalda, siento como el colchón se hunde al lado mío, cierro mis ojos, en mi mente empiezan a pasar las imágenes de mi vida a su lado.




 

- La mierda es solo tuya – me acusa – no puedes condenarla a ti Eros.

- Lo siento Ashton, pero soy lo suficientemente egoísta para tenerla a mi lado - Su mirada de desaprobación no hace que mis ganas de tenerla disminuyan – tú la trajiste aquí – le recuerdo.

Se queda en silencio varios segundos hasta que encuentra la repuesta en su cabeza – lo último que se me paso por la mente es que te ibas a percatar de su existencia, solo quería ayudarla. – Resopla – no es una de tus modelos, es una niña, lleva aquí tan nada más un par de meses y ya está envuelta en tu vida, y lo peor de todo es que ella ni siquiera lo sabe.



#1020 en Novela romántica
#360 en Chick lit

En el texto hay: bebes, amor, odio amor

Editado: 12.11.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.