Azulejo De Amor

capitulo 12

Capítulo 12

EROS

—¿Casarnos? —Bonnie prácticamente grita—. Es absurdo, por no decir la idiotez que es. —Ríe con desesperación—. Esto no tiene sentido. Ashton, tú mismo dijiste que el fin de semana de revisión nos fue excelente, que éramos “una pareja excepcional”. ¿Cómo pasamos de eso a tener que casarnos para que no nos quiten a Ángel?

Me froto las sienes.
—Hablas mucho, Bonnie. Ya me diste jaqueca.

—¡Tú te callas! —me lanza, furiosa—. Pareces feliz de verme firmando otro papel contigo. Pensé que ya era suficiente con el acta de nacimiento de tu hijo.

La ignoro. Si mis cálculos no fallan, lleva veintisiete minutos gritando. Y aún le quedan pulmones.

—Cuando me llamaste para recordarme la cena que me debías —continúa Bonnie sin ganas de parar—, imaginé una velada amena… conversación agradable… algo civilizado. Y luego vienes con esto. —Me mira a mí y a ella como si fuéramos una comedia trágica.

Ashton suspira teatralmente.

—Déjame decirte que has dado una excelente cena, Bonnie —le dice Asthon—. No recordaba tus dotes culinarios. Ni que eras tan buena anfitriona.

Mientras ellos arden en su pelea, yo solo pienso en lo mal que manejo todo lo que ella provoca en mí. Desde que volví a mirar sus ojos, respirar se me hace difícil. La culpa que llevaba enterrada años empieza a salir a flote como veneno.

Ashton me mira, dejando el humor a un lado.

—La ceremonia será el próximo fin de semana —anuncio—. Fuera de la ciudad. Pocos invitados.

—¿¡Tienes la boda lista!? —Bonnie grita, comienza a caminar alrededor de la mesa como animal acorralado—. No sé qué me aterra más… —levanta las manos—. La idea de amarrarme aún más a esta basura —me señala—, o que ustedes hayan organizado algo tan descabellado como una boda con tanta facilidad.

Después de soltar eso, se levanta de la mesa y sube las escaleras.
No la miro. No puedo. Mirarla me quema.

—Va a decir que sí —digo.

—A mí me parece que no —Ashton frunce el ceño.

—Lo hará —respondo, convencido—. Hace todo por Ángel.

Le indico que vayamos a mi estudio. Necesito privacidad.
En cuanto cerramos la puerta, Ashton suelta:

—Todo está listo para la boda, solo falta la novia. —Se burla—. ¿Estás seguro de que esto es lo correcto?

—Sí.

—De algún modo… estamos jugando con ella, Eros. Y no lo voy a tolerar si se entera.

—No se va a enterar —respondo. No debería. —Tengo experiencia ocultándole cosas. —Esa frase me muerde.

Ashton me mira, serio, sin humor por primera vez en horas.

—Sé lo que estás intentando hacer con todo esto. —Da un paso hacia mí—. Lo único que te exijo… es que empieces a tratarla como lo que es.

Y la verdad de esa frase me golpea en el pecho.

BONNIE

Cuando cumplí dieciocho años, mi único deseo al soplar aquellas velas fue casarme algún día con Eros. Lo creía tan simple, tan inevitable. Después nuestra relación avanzó. Pasaron los años. Lo amé. Lo odié. Le di un hijo. Y en ese camino lleno de espinas, ese sueño infantil se desmoronó.
Alguna vez pensé que podía olvidar las ganas que tenía de verlo esperándome al final del altar. Pero el alma, cuando está ahogada en dolor, se niega a aceptar cualquier despropósito.

Me encierro en el baño de mi habitación para llamar a mi mejor amiga. Rachel siempre ha sido mi refugio, incluso cuando yo no lo merezco.

Los segundos se vuelven eternos mientras espero que conteste. Estoy a punto de rendirme cuando, por fin, escucho su voz.

—¡Boo! —dice, radiante—. Qué dicha escucharte.

—Me estoy ahogando… —susurro—. Estoy sobreviviendo aquí.

—Cálmate.

—No puedo calmarme. Nada funciona bien. Nada está bien en esta casa.

—Es la casa del enemigo —ríe, como si eso explicara todo.

—Se está complicando lo de Ángel. Cada día parece más probable que nos lo quiten…

—Eso no puede pasar.

—Claro que no. —La voz se me quiebra—. Pero temo que el precio que voy a pagar será demasiado alto.

Hay un silencio. Un silencio de esos que aprietan el pecho.
Y en ese hueco, siento algo helado instalándose en mi interior: el miedo.

Miedo a no poder salir de aquí.
Miedo a que mi vida vuelva a quedar enredada con la del demonio.
Miedo… a volver a amarlo.

Una hora después salgo del baño con la pijama puesta, lista para caer rendida. Apago todas las luces de la habitación y me entierro en las gruesas sábanas. No quiero saber por qué él no está a mi lado. No quiero saber nada.

Solo quiero dormir… aunque el sueño no venga.

«—Bonnie… despierta —su voz. Esa voz que alguna vez creí maravillosa.

—Mm… ¿dime? —le respondo mientras me acurruco más en sus brazos.

—Dame tu mano.

Sin pensarlo la extiendo. Siento un metal frío envolver mi dedo del medio. Abro los ojos y veo un anillo… hermoso. Un diamante rosado, extraño, como si guardara dentro un secreto.

—Nunca quites este anillo de tu dedo —susurra—. Rosado por la inocencia y el amor que brota de tu alma. —Su voz era tan suave—. Siempre te voy a proteger…»

El recuerdo se rompe. Me despierto como si hubiera caído desde un acantilado. Aturdida. Con el corazón golpeando mi pecho. Los ojos llenos de lágrimas.

Lo miro.

Al monstruo que duerme a mi lado.

—Mentiroso… —susurro—. Acabaste conmigo.

Me siento en la cama, trato de controlar mis emociones, de respirar. ¿Por qué estoy recordando esto ahora? ¿Por qué ese momento apareció otra vez en mi cabeza como si quisiera arrancarme el alma?
Nada de lo que dijo fue real. Nada de lo que prometió sobrevivió.

Cierro los ojos con fuerza. Dejo que las lágrimas salgan sin sonido.
Vuelvo a acostarme dándole la espalda. Lo único que puedo ofrecerle ahora es mi silencio.

No sé si pasan segundos o minutos… pero siento una mano fría tocar mi espalda.
Ese tacto. Mi cuerpo lo reconoce antes que mi mente. Un revoltijo me sube por el estómago.



#153 en Novela romántica
#62 en Chick lit

En el texto hay: bebes, amor, odio amor

Editado: 20.11.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.