Azulejo De Amor

Capítulo 20

Capítulo 20


 

—¿Tienes la osadía de amenazarme? — mi tono es de burla, la persona al otro lado del teléfono es detestable — estás destruido. 

Una asquerosa risa se escucha del otro lado, me hierbe la sangre, es como si lo estuviera viendo 

—Tengo un as bajo la manga — ríe — te he estado observando, estaba ansioso por encontrar algo con que fastidiarte, y tu solito me la has dado.

— ¿De qué demonios hablas? — no hay manera de que ese asqueroso hombre pueda llegar a mí.

— De tu mujer — ríe — caíste en las garras de una mujer, tienes un punto débil, eres igual al inútil de tu padre.

— ¿Mi mujer? - repito.

— La chiquilla con la que prácticamente vives y con la que llevas varios años, te podría denunciar, era una menor de edad cuando llego a tu empresa. — Se me seca la garganta como sabe él esas cosas — Sentí una felicidad cuando descubrí quien era la chiquilla.

—¿Cómo dices?

—Para ilustrarte y que tu cabecita empiece a pensar revisa tu correspondencia de hoy, un sobre pequeño y negro.

Miro el teléfono con incredulidad, que pasara por su retorcida mente ahora, aunque no creo que pueda hacer algo que me sorprenda.

Hastiado remuevo la correspondencia del día que estaba en  mi escritorio sin ver, cuando tengo el dichoso sobre en mis manos lo abro con rabia, pero al ver el contenido se me mueve el mundo.

—¿De dónde has conseguido esto?

—De mi álbum familiar.

—¿Qué? — veo la foto, es Bonnie con muchos años menos, de hecho mucho menos de cuando la conocí.

—¿Estás sordo?

—No sé qué demonios estás planeando, pero no te le acerques, porque no respondo.

—Si me voy a cercar a ella, en otras circunstancias no, pero la mujer que has escogido, si, tu mujer, esa que tanto cuidas no hubiese sido Bonnie, tus palabras tendrían fundamentos.  

— Ten cuidado con lo que dices – le advierto – recuerda que estás viviendo tiempo extra.  

— Después de tanto tiempo encontré la manera de que pagues por cada cosa que me has hecho Eros…  Has dedicado tu patética vida a castigarme.  

— Yo no te debo nada, solo has recibido lo que mereces – le habló con rabia — el comienzo de tus desgracias fue cuando a tu estúpida cabeza se le ocurrió asesinar a su mejor amigo, después engañar a la esposa de su amigo para casarse con ella y obviamente terminaste desapareciéndola…  Tienes muchos pecados.  

— ¿No estás aburrido de vivir solo para hacerme pagar mis pecados? – pregunta – pues yo sí…  y tú solo me has dado el arma para acabar contigo…  Mi pequeña Bonnie.  

— ¿Qué mierda estás diciendo? 

— Ya sabes de lo que soy capaz, no me pongas a prueba yerno – ríe — me dolió que no hayas sido capaz de presentarte como la pareja de mi hija - me quedo sin palabras —. ¿Has disfrutado follándote hasta el cansancio a la hija del que mato a tus padres? Qué difícil debe ser para ti dormir con una parte del hombre que has odiado toda la vida.

— Como dices que soy un capullo y un  maldito que no merece vivir, te doy la razón - continúa hablando como si se hubiese ganado la lotería — pues a este bastardo no le importaría mandar a su propia hija acompañar a sus suegros a quemarse en el infierno – después de esas palabras cuelga.  

 

La mirada de Bonnie me hizo ir al pasado, hace mucho que había olvidado esa llamada, que no pensaba en ese día tan negro. Después de colgar mundo se derrumbó, el comienzo de mi fin, me mataba el hecho de quien era su padre, ella ni siquiera sabia quien era él en realidad, la había abandonado desde niña y solo la veía contadas veces; aun así, enfrentar el hecho de quien era su padre me destruyo y tome las peores decisiones de mi vida. 

Me pongo de pie y voy directo a donde ella se encuentra, sea lo que sea que le suceda, tengo que saberlo.

— ¡El cumpleañero! — dice Brenda y esconde su celular — felices treinta y cuatro años, una nueva vuelta al sol comienza — me abraza tan fugazmente y lejos de emoción que me pone alerta — te dejo con tu hermosa esposa. 

— Bonnie… — le hablo para que me mire, su mirada sigue en el infinito, en cualquier lugar menos ahí conmigo.

— Dime…  

— ¿Bailamos? – aquella proposición sale de mi boca sin darme  cuanta.

No tengo idea por qué dije eso, puede que sea por no saber qué decirle cuando su cara parece estar en medio de un funeral. 

Sus ojos se posan en mí, por alguna razón siento que me está juzgando más de lo normal — si – acepta sin más.  

Me da su mano y caminamos en medio de la gente hasta la pista de baile, pone sus brazos en mi cuello y empieza a moverse al ritmo de la música. Cada movimiento de ella es pausado y pensado, pasan los minutos y no deja de bailar, cada vez me pongo más nervioso. 



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En el texto hay: bebes, amor, odio amor

Editado: 12.11.2022

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