Azulejo De Amor

Capítulo 25

 

Capítulo 25


 

La lluvia se sentía fuertemente, tanto que la brisa hacía que las fuertes gotas golpearan los vidrios, los truenos se oían llenos de furia. Dudo que a alguien le guste que llueva mientras se está en la playa, pero a mí si, por lo menos esta vez.  

Me había despertado al escuchar los truenos, eran las cuatro de la mañana y yo me encontraba sentada en el comedor del balcón viendo la turbulencia del mar cuando cae una fuerte lluvia. Creo que es una muy buena analogía si la comparamos con los sentimientos y los turbulentos que son cuando hay problemas. 

Al dejar de llover el mar vuelve a su lugar, olvidando la horrorosa lluvia ¿Será igual para los sentimientos? De corazón esperaba que sí.

Tenía frío ya que la lluvia alcanzaba a rociarme, dándole un último vistazo al paisaje entro en la habitación. Me subo en la cama buscando dormir un poco más.

—¿Qué te inquieta? —la voz ronca adormilada me envuelve como una caricia —Llevas varios minutos dando vuelta.

—Tengo frío… —no encontraba ese refugio en la sabana, por mucho que lo buscaba, no me sentía cómoda —las sabanas no colaboran.

—La solución a tu problema es muy sencilla…

—¿Sencilla? —el calor de sus brazos me jalan al calor de su pecho, suelto un chillido de sorpresa.

—Te siento tensa ¿Por qué?

—Lo preguntas, me tienes entre tus brazos.

—¿Y?

—Que no es común.

—Si lo es… entonces como explicas que estés embarazada de nuevo.

Es absurda su respuesta, no tiene que ver lo uno con lo otro, una cosa es ese tipo de situación y otra esta.

—Dormíamos espalda con espalda después de…

—No, no lo hacíamos, deja de quejarte y duérmete.

—No me quejo… —comento, pero le hago caso, me acomodo bien en esos brazos y cierro mis ojos.

Al salir el sol nos despertamos para ir a la excursión en la que me empeñe en ir, al estar ahí me arrepiento muy rápido, este no es plan para llevar bebes y menos con una embarazada es agotador. Lo peor es que por seguridad no me podía subir a nada. Llego con los pies a punto de explotar ala habitación, ese plan no lo hago más.

Me sentía preocupada, note una actitud extraña en mi esposo, la que me era muy familiar, pareciera que algo le inquietaba y mucho. Tanto que me ha dejado sola en la habitación con el niño y se ha marchado sin decirme a donde.

Que me oculta cosas me pone de nervios, los secretos nos han llevado a mucho sufrimiento y no me gustaría para nada que eso vuelva a suceder. No importa lo que yo quiera si él no decide decirme todo y dejar de lugar este juego de engaños.

Dejo esos pensamientos a un lado y me concentro en atender a Ángel, ya que tal parece que su padre no lo hará hoy, ya una tres horas que nos ha dejado solos. No me gusta que se me haya perdido de la vista. Me ducho sacando los restos de sal en mi cuerpo, hidrato mi cuerpo lo más posible. Pido comida a la habitación y comienzo a buscar algo que ver que me mantenga entretenida y me saque de mis pensamientos traicioneros.

Por más que quiero prestar atención a lo que proyecta la televisión, mis ojos no pueden evitar mirar de vez en vez hacia la puerta.  Después de picotear algo de comida y mirar por centésima vez a la puerta, mis sentidos y mi cuerpo ceden y un poder más allá de mí hacen que me pierda en los brazos de Morfeo.

—Perdóname… — definitivamente, estoy impregnada de Eros, hasta en mis sueños su voz parece real — Perdóname — esta vez mi cerebro reacciona y sé que no estoy en un sueño — Perdóname.

Abro mis ojos y la luz de la habitación está encendida, recuerdo claramente como apague todo. Su presencia es tan dominante que la siento sin antes verlos. Como un resorte mi cuerpo se para de la cama, está arrodillado al lado de la puerta, comienzo a temblar, lo miro y mi alma se desvanece. Por algún motivo tengo miedo, una cosa es saber no querer separarme de él y otra enfrentarlo todo, enfrentar nuestro pasado.

— Te lo ruego Bonnie, no me mires como si ante ti estuviera la escoria más grande — su voz es tan calmada en ese momento — y sé que soy la escoria más grande que ha podido estar en tu vida Bonnie, pero tu desprecio ya no lo podré aguantar más.

Yo no lo despreciaba, bueno, ya no lo despreciaba más. Algo dentro de mi cambio esa noche en el hotel, lo que mi corazón no le permite ser libre con él son todas esas incógnitas que quedaron flotando de esa espantosa verdad.

Se pone de pie y camina hacia mí, hacia la esquina donde estoy refugiada de ese dolor que me causa verlo destruido, la tormenta que hay en él me destruye. 

—He muerto cien veces por ti Bonnie… — me empieza a arder la garganta —eres lo más valioso que ha llegado a mí; tú me has dado lo que le dio sentido a mi existencia. Mi hijo — su mirada va directo al pequeño cuerpo tranquilo de Ángel — Gracias por darle vida a mi vida — cada una des sus palabras van entrando en mi corazón como una ráfaga —Ten siempre claro que desde que te vi por primera vez supe que te quería conmigo para siempre — agarra mis manos y las besas —. Perdóname por no saber cuidarte, por no saber protegerte, por no luchar, por no entender que a mi lado nada te iba a pasar.



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En el texto hay: bebes, amor, odio amor

Editado: 12.11.2022

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