Azulejo De Amor

Capitulo 27

Capítulo 27


 

Llevo cinco minutos viendo con mucha devoción una pintura de un paisaje que se encuentra colgado en el estudio de Eros en la casa. Prefiero concentrarme en eso que verlo, si lo llego a ver ahora le arranco las pestañas.

Extraño la playa, y cuando me encontraba en esa hermosa playa azul añoraba mi casa. Mentalmente, empiezo a contar hasta cien. Uno, dos, tres, no lo quiero matar, cuatro, cinco, seis, siete, lo amo, ocho, nueve, es un idiota.

Si soy sincera contar, no tranquilizaría a nadie, ni a el alma más clamada del mundo. Mejor recuerdo nuestra caminata en la playa, donde me parecía el hombre más hermoso del mundo. Por más que lo intento no puedo tranquilizarme.

Quito mi atención del horrible cuadra que en verdad no estaba ni viendo, en mi vista aparecen unas botellas de agua, el agua es bendita, dicen los sacerdotes. Camino hasta donde están, tomo una en mis manos, la abro y la llevo a mi boca, el agua pasa por mi garganta, pero no se lleva el ardor que siento en ella. Puede que lo único que me sirva es gritar a mi esposo.

Un gruñido lleno de frustración sale de mi garganta, dejo que mis ojos hagan contacto con los él, y al hacerlo me hierve la sangre, me encantaría agarrarlo del pecho y zarandear su cuerpo hasta que entienda que se está equivocando como en el pasado. No soy ninguna tonta, lo conozco perfectamente. Dejo la botella donde la encontré y camino hasta llegar de frente a su escritorio, donde se encuentra sentado en su silla, mirándome con la mano en su cachete y con aburrimiento.

Si las miradas tiraran tiro en estos momentos mil balas le hubieran atravesado el pecho. Se pone de pie, suspira y camina hacia mí.

—Ya lo habíamos hablado, me diste tu autorización.

—Lo que hablamos no se parece a esto — me cruzo de brazos.

—Es absolutamente necesario y no pienso discutirlo — le intento decir algo, pero me frena — Soy tu esposo, tengo derecho a tomar decisiones.

— Podría entenderlo si me dices las cosas claras Eros — me quejo.

—¿Qué he dicho?

—Nada ese el problema.

—No pasa nada… — respiro profundo al escucharlo.

—Creí que ya no iba a ver más secretos ni omisiones entre los dos-

—¿omisiones y secretos? —alzo mi mano para que se calle.

—Resulta que desde que nos bajamos del avión y pusiste un pie en nuestra casa se te olvido lo que me dijiste en la playa — le acuso —. Como si fuera lo más normal simplemente venir y decirme que voy a tener un montón de personas encima de mí a toda hora y para más piedra van a estar metidos en la casa.

—No te imagines cosas, te lo ruego Bonnie — suspira — ya saltamos el río amor, estamos al otro lado, te lo ruego confía en mí.

— Eros — me acerco a él y le rodeo su cintura con mis brazos — sabes que he luchado por estar a tu lado, sigo aquí y no pienso dejarte — le miro sus hermosos ojos azules y él sonríe — pero no te voy a permitir que me tomes por tonta.

 

—Bonnie, Bonnie… tan bella como terca — él también envuelve sus brazos a mi alrededor — Mi Bob estás embarazada, necesitas estar segura y protegida, que otra razón puede importar más que esa.

Alzo mi mano y le acaricio su rostro suavemente —No te creo media palabra… entiende que al ocultarme las cosas no me proteges, nos separamos, se abre una brecha entre los dos — me pongo de puntillas y le doy un beso suave y húmedo en sus labios — Nos costó tanto remendar la del pasado.

Solo quiero mantenerme en calma y entenderlo lo más posible, que él sea capaz de decirme todo antes que todo sea un caos, no soportaría que en su afán de protegerme vuelva a destruir nuestra vida.

—Jamás te vas a volver a ir de mi lado Bonnie — afirma y vuelve a besarme, pero ahora a su forma, demandante y apasionado. Está intentando distraerme, si a eso vamos a jugar yo también pude hacerlo.

— Perdón… — Nos separamos y vemos a Ashton — ¿Ya tranquilizaste a la señora? — me mira de forma burlona — Creí que ibas a tirar algo en su cabeza Bonnie, de verdad que puedes ser intransigente mujer. 

— Pues todavía estoy que lo mato y a ti también - lo señalo.

— ¿Y a mí por qué? 

— Por qué los buenos amigos dan consejos, y el que le puedes dar a Eros es que a su esposa no le oculte nada.

— Cálmate… — es su respuesta.

— No, no me calmo — me cruzo de brazos — díganme lo que sea que sucede en este momento.

 

Voltean los ojos al mismo tiempo, Eros le hace un gesto a Ashton y empieza a hablar.

— Bonnie, aunque Greco este muerto — poco a poco me he acostumbrado a que lo llamen así — sigue jodiendo, hay gente que él dejó al mando y están tras Eros, y la única debilidad que él tiene eres tú y Ángel.

Se me seca la garganta, los guardaespaldas en verdad eran necesarios.

—Ves cómo es de fácil la verdad — le digo a mi esposo — no tengo objeción con los guardaespaldas — trato de sonar lo más casual y divertida posible.

— Qué dócil — me contesta — así de sencillo Bonnie.



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En el texto hay: bebes, amor, odio amor

Editado: 12.11.2022

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