EROS
El auto se aleja dejándola atrás. Mi corazón se encoge como si me estuviera marchando a un viaje sin fecha de regreso. Tengo que morderme las mejillas para no dar la orden de frenar, bajarme y volver a casa con ella.
—Los abogados nos esperan en la fiscalía para tu declaración —dice Ashton desde el asiento del pasajero—. Sigo sin dar crédito a cómo te armaron un puto caso penal.
—Es una maldita burla.
Y lo es. Cuando leí la acusación estuve a punto de perder la voz de la risa, de lo absurdo, de lo enfermo. Pero lo peor es que argumentan tener suficientes pruebas.
—Esto no puede pasar a mayores —gruñe Ashton.
Desde que llegamos a la fiscalía todo ha ido en picada. Más que una acusación, esto parece una sentencia disfrazada. Una farsa con intención de destruirme.
—¿Conocía a Robert Black? —pregunta el fiscal, usando con ironía la “identidad limpia” de Greco.
Mi mandíbula se tensa. ¿Qué le respondo?
¿Que ese era el nombre falso de mi suegro?
¿Que detrás de ese título elegante había un asesino?
¿Que el hombre que mató a mis padres era también el padre de mi esposa?
Las únicas pruebas que tengo apuntan al hombre que conocí toda mi vida como Greco. No puedo unir formalmente esas dos identidades sin arrastrar a Bonnie al infierno conmigo. Y a ella no pienso tocarla ni con el pensamiento.
—Mi cliente no está obligado a responder —interviene mi abogado—. Y menos cuando desde el inicio lo tratan como culpable.
—No lo estamos haciendo —dice el fiscal con ese tono hipócrita tan propio de ellos—. Pero tenemos pruebas suficientes para hacerlo responsable.
—Necesito ver el material probatorio —exige mi abogado.
Pierdo la noción del tiempo. Las horas se acumulan como si fueran piedras sobre mi pecho. El cuarto de interrogatorio tiene el olor agrio del encierro, del sudor ajeno, de la injusticia.
Nunca imaginé que ese maldito, incluso muerto, me dejaría todo perfectamente preparado para darme la última estocada.
Una venganza póstuma.
Un último intento de destruir lo que me queda.
¿Qué se supone que haga ahora?
Hace más de un año perdí por completo su rastro. Se esfumó como un fantasma, pero yo seguí buscándolo.
Y cuando Bonnie regresó a mi vida, el miedo no se fue.
Solo se quedó dormido.
Latente.
—Según las investigaciones su suegro —cierro los ojos al escuchar nombrar el parentesco de la boca del fiscal —Porque está casado con la hija del occiso ¿verdad?
Aprieto mi cien con mis dedos y respiro antes de hablar —Sí.
—¿Bonnie Black?
—Sí —¿Por qué la quieren involucrar?
—Su esposa está enterada de la situación por qué puede ser llamada a interrogación.
—No la puede involucrar en este absurdo — lo miro fijamente —Yo no mate a mi suegro.
—Las investigaciones me indican que la enemistad con su suegro surgió desde el inicio de su relación con su hija, hace ocho años.
Soy un imbécil, no hecho nada bien, me estoy dejando ganar por una mujer enamorada de un criminal.
—La vida sentimental de mi cliente no debe ser cuestionada, no tiene nada que ver con el caso.
—En este sí… ¿Tienen un hijo, verdad?
Ahí si no le voy a permitir que interfiera —Con mi hijo no, a él no le meta en esta estupidez, no se lo voy a permitir, mi hijo y su madre están fuera de esto.
—Se equivoca —¿qué clase de fiscal es este?
—El que se equivoca es usted, está involucrando a una acusación penal a un menor de edad.
Por un par de horas seguimos en las mismas, al principio me pareció absurdo la acusación que creí que presentándome se esclarecería todo, nunca pensé que esto fuera para tanto.
—Debemos de aplicarle medida de aseguramiento —no lo puedo creer —estará en los apartados de la fiscalía hasta que se aclarezca su caso, si no será enviado a la cárcel.
Cuando ponen en mis muñecas las esposas, siento que acaba de llegar a mi vida el verdadero Karma, más que angustiado por mí lo estoy por mi mujer.
—Lo más probable es que llamen a Bonnie para que de su declaración —miro al abogado con rabia.
—¿Declaración de qué?
—Es la hija del asesinado y esposa del acusado, hay motivos claros para que la llamen.
—No la quiero involucrada en esto, esta embarazada —una nueva herida se abre en mi corazón, ¿también me perderé embarazo?
Dos oficiales le sujetan y me sacan de la sala de interrogación. Los pasillos se parecen mucho a mí en estos momentos desolados.
El significado de la soledad es algo que siempre nos acompaña y duele, pero duele mucho más cuando la soledad lo vive la persona que amas.
La conozco tanto que siento lo que ella debe de estar siento ahora, seguramente ya es muy tarde y debe estar volviéndose loca por mí no llegada. Mi hijo es la otra cara de esta historia que no puedo sacar de mi mente, ¿sentirá mi ausencia? No lo sabía, pero a mí me está matando no poder estar con él como cada noche, alistarlo para dormir y mimarlo hasta conseguirlo. Su existencia iluminó mi camino.
No duermo en toda la noche, la preocupación consume a cualquier. Además, que aquí se escucha cualquier clase de ruido.
En algún momento del día soy sacado de ese feo sitio, diciéndome que tengo una visita. Seguramente en Ashton para informarme de cómo está mi situación.