Azura Mundo de cristal

Capítulo 9º Vientos.

Llevamos muchos días caminando, por las montañas, pero a pesar de todo, todos estamos más vivos que nunca, sabemos que ya no tenemos peligro de que nos descubran, hemos entrado en otras tierras lejanas, donde Armadus, no tiene competencia, ni fieles amigos, que le podrían dar información de nuestro paradero.

Acabamos de entrar a una pequeña aldea, no tiene cartel de nombre a la entrada, tiene una gran calle ancha, pocos vehículos y un corro de niños jugando, a los lados hay tiendas, barbería, farmacia, parece el centro de la aldea, luego a cada lado hay una agrupación de casas, al fondo el ayuntamiento y al lado lo que parece ser un colegio, la aldea está rodeada de grandes terrenos con siembras y muchos árboles frutales.

Me acerco a una señora a preguntar.

—¡Hola señora, disculpe! ¿Dónde podemos encontrar agua? Venimos caminando de muy lejos y tenemos sed.

La señora nos mira, y observa la pinta lamentable que tenemos y se queda mirando a los dos pequeños que nos acompañan.

Debe tener unos sesenta y tantos años, por su aspecto y lleva verduras en una bolsa.

—¡Venir hija, acompañarme! Creo que os vendrá bien un baño caliente, y descansar.

—¡No, queremos molestarla! Solo agua señora...

—¡No, es molestia! Estaré encantada de tener invitados y tener compañía, mi esposo falleció hace años y estoy sola.

—¡Esta bien! Me llamo Azura, y este es mi grupo, nos dirigimos a Ekero.

—¡Bien ,Azura, yo me llamo Diva ¡Estáis en vuestra casa, adelante!

—¡Gracias Diva! Es muy amable ¡Pasad, grupo! ¿Cómo se llama esta aldea? No vi el nombre a la entrada...

—Se llama Tarrascó, es una tierra muy fértil y la aldea vive prácticamente de las tierras. Sois muchos tendréis que hacer turno para bañaros, yo preparare comida para todos. ¡acomodaros!

Diva se puso un delantal, y se fue a la cocina, la casa es muy acogedora, somos veintinueve personas así que nos vamos a ir turnando para bañarnos, Diva va recogiendo nuestra ropa y la mete en dos grandes baños con mucho jabón.

El olor que desprende la cocina es exquisito, llevamos tanto tiempo sin comer comida casera, que se nos hace la boca agua, a los pequeños les ha dado dos vasos con leche y galletas, a los demás nos sirve café bien calentito y una especie de bizcocho con sabor a naranja ¡esta espectacular!

Al cabo de un buen rato, ya nos sentimos cómodos y limpios, ya nos hemos cambiado, nos sentimos muy a gusto...

Nuestras ropas están fuera tendidas en unas cuerdas en el jardín de Diva, secándose al sol.

Diva a juntado tres mesas en el salón, como si de una fiesta se tratara, la mesa está bien colocada, con un gran centro de flores en el medio, los platos y la cubertería son de bohemia, y las copas de cristal con dibujo grabado, las servilletas son blancas, con unos bordados muy bonitos, al igual que los manteles que cubren las mesas.

En la mesa hay botellas de vino, refresco de naranja y jarras con agua. a cada lado dos cestas con manzanas, naranjas y uvas.

—¡Bueno, sentaros a la mesa! Pondré las fuentes en cada mesa y os iréis sirviendo. ¿Está bien?

—¡Esta bien, Diva! ¡Sentémonos todos!

Nos sentamos en la mesa, Diva coloca tres fuentes soperas de sopa en cada mesa, para servirnos nosotros mismos.

La verdad que la sopa esta riquísima. caliente y suave...

Después, tres fuentes con carne asada, verduras y patatas al horno, también ha hecho pure de patatas para los dos pequeños.

La carne esta espectacular, los pedazos son grandes y la verdura, brócoli, zanahoria, coles de Bruselas guisantes ¡que delicia! y las patatas al horno muy ricas también.

Mientras comemos, le explico que vamos hacia Ekero, que llevamos mucho tiempo de viaje caminando a través de las montañas y cordilleras, y que es la primera aldea que nos encontramos.

Diva nos confirma, que después de esta aldea nos encontraremos otra aldea similar a esta y pequeña, donde sus habitantes viven de la ganadería y cultivo, allí vive su hermana Vadi y su familia.

—Cuando lleguéis, la segunda casa es la de mi hermana, a la entrada de la aldea, una casa blanca, con un jardín de rosales preciosos, decirle que vais de mi parte, os dará agua y comida, me comunicare con ella para decirle que llegareis.

—¡Muchas gracias, Diva! ¡Eres muy amable! No sé ... ¡Cómo vamos a pagártelo!

—¡Ya me lo habéis, pagado! ¡Hace años que no estoy tan bien acompañada y pasándolo tan bien!, la aldea estará a ciento cuarenta y siete horas a pie, más o menos, unos seis días andando, en coche tardaríais unas ocho horas. La aldea se llama Tananta.

—¡Gracias, una información útil! ¡Lo anotare!

—¡Ahora, el broche final! ¡Haber, que os parece!

Veo los ojos alegres de esta mujer, que nos atiende con tanto cariño y esmero, con tanto amor, y realmente la siento feliz, está disfrutando con nosotros, nuestra compañía de alguna manera, la a echo resurgir, ilusionarse...

Se presenta ante nosotros con una espectacular tarta de chocolate negro, con guildas y nata, y un aromático café recién echo.

Todos empezamos a aplaudirla y a darle las gracias, por esa maravillosa comida, y por acogernos en su casa.

A Diva se le caen las lágrimas de la emoción...

Hemos pasado una velada muy a gusto, ahora las mujeres vamos a ayudar a Diva a recoger todo, los hombres van a buscar leña para encender la chimenea al caer la noche, y los niños están fuera en el jardín jugando.

Vamos a pasar la noche aquí con Diva, nos íbamos a ir, pero nos ha convencido para que pasemos la noche en su casa y salgamos al día siguiente por la mañana, después de tomar un buen desayuno.

Ya hemos colocado las habitaciones para dormir las mujeres, tiene cinco, y en el salón y en la buhardilla, dormirán los hombres, hemos colocado mantas y cojines. Los dos pequeños dormirán con nosotras en un sofá cama que hay en una de las habitaciones.




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