Azura Mundo de cristal

Capitulo 23º Iluminada

Ya hemos terminado nuestro trayecto por las montañas y ahora son senderos, con grandes campos de hierba, todo alrededor son grandes y altos árboles, que nos permiten cobijarnos bajo ellos para protegernos del sol, las temperaturas ya son más altas y las noches mucho más cálidas, aun así, siempre vamos caminando, bordeando el rio, desde que salimos de Drea.

Poco a poco vamos acortando terreno, y apenas nos faltaran un par de días para llegar a nuestro destino, por fin nuestro viaje termina, todos lo estamos deseando, llegar a ese ansiado lugar, lo que será nuestra nueva ciudad, un lugar mejor donde reconstruir nuestras vidas.

Junto a mi últimamente, siempre van Mia y la señora Larsson, somos inseparables, y nos hemos hecho muy amigas, esto me encanta, porque asi hablamos de ropa, chicos, cosas que nos gustara hacer cuando lleguemos a Ekero. el camino se hace más ameno y menos duro, dentro de lo que cabe.

El resto de las mujeres van en el centro, también hablando de sus cosas, algunas han perdido a sus hijos, y otras a sus maridos que siguen en Drea, esperando salir y poder escapar de allí, los hombres van al final del grupo, siempre con los ojos bien abiertos y pendientes de lo que nos pueda sorprender por la espalda, el herrero es el líder del grupo.

Al final todos hemos dejado algo atrás, o perdido seres queridos,

todos llevamos una herida en el corazón, que tardara en cicatrizar,

y que no olvidaremos jamás.

Pero al final de este largo camino, ha merecido la pena, el sacrifico por llegar sanos y salvos a esta nueva ciudad, todos y cada uno de nosotros, y yo me siento feliz y orgullosa de haberlo logrado.

—Creo que este, es un buen lugar para descansar. —Habla Azura.

—Si, por favor, tengo los pies destrozados, necesito parar un poco a descansar, —dice Mia.

—¡Esta bien, descansaremos aquí! Luego buscaremos un lugar un poco menos descubierto, para pasar la noche—Comenta el herrero.

—¡Perfecto herrero! Estoy de acuerdo contigo, —añade Azura.

—Algo de fruta estaría bien, ¿no creéis?

—Ahora mismo, reparto las ultimas manzanas verdes que nos quedan Azura.—Dice la señora Larsson.

—¡Perfecto! Repártelas, ¡gracias!

La señora Larsson se puso a repartir la última fruta que nos queda, a partir de ahora nos quedan algunas latas de conserva y pescar en el rio, los embutidos también escasean y por aqui no hay caza, como en las montañas. El agua la cogemos del rio, va limpia y cristalina, incluso a veces pescamos una especie de cangrejos, que ponemos en la leña y están buenísimos

Creo que nos apañaremos bien con lo que nos queda, hasta llegar a Ekero, sino tendremos que tirar de nuestro ingenio.

De momento nuestros pies, nos agradecen que hayamos parado de caminar, yo me he recostado en el tronco de un gran árbol, tiene una altura impresionante, parece que con sus hojas está tocando el cielo.

Los hombres se han tirado sobre la yerba, a algunos ni se los ve, cualquiera diría que se han escondido.

La señora Larsson se ha sentado en una gran piedra, y como siempre ella habla sola para sí misma, en si la entiendo, por qué yo soy joven y también lo hago.

Y mi querida amiga Mía, esta con una mirada muy pensativa, no termina de olvidarse de los pequeños, han hondado mucho en su corazón, ojalá en Ekero le cambien la vida para bien y encuentre algo que la llene, intentare encontrarla algún niño, que no tenga padres, se lo diré a Cillian , seguro que él me puede ayudar, tiene diecisiete años y es muy joven, pero tiene una madurez impresionante, al igual que a mí, esta situación nos ha hecho cambiar nuestra manera de ser y de ver la vida.

El resto de mujeres esta agrupada en una esquina, al lado de unos matorrales, que tienen unas bonitas flores blancas.

—En un rato continuaremos, al menos un par de horas o tres más, y buscaremos un sitio para pasar la noche, cercano, al rio herrero.

—Claro Azura , cerca del rio, pasaremos la noche, por la mañana, nos daremos un baño, comeremos algo y retomaremos el camino, continuando por el interior del sendero, es más cómodo para caminar, encontraremos menos piedras en el camino.

—¡Perfecto herrero! Me parece lo mejor, si nadie tiene ninguna objeción, por mi está bien.

Todo el mundo está de acuerdo, con lo que ha decidido el herrero, que junto con Azura , son los que guían al grupo.

Al final, todos vuelven a su momento de descanso y de silencio, ese momento que les transporta a una tranquilidad infinita, que les aporta serenidad, y les da confianza en sí mismos.

 




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