En cuanto los vio a lo lejos, Bible reprimió el vehemente impulso de huir. Quería, realmente deseaba desaparecer de allí. En un parque repleto de insectos, donde las abejas zumbaban a su antojo de un lado a otro y los caracoles babeaban la corteza de los árboles, se amontonaba un grupo de seres extraños. Le miraban de forma rara. Le miraban demasiado, a decir verdad; como si le estuviesen estudiando para describirlo después en un importante examen. Asió del codo a Build y se inclinó para hablarle al oído.
—Dime que esos no son tus amigos —masculló—, dime que solo son un grupo circense que ha decidido descansar un rato antes de marcharse a otra ciudad.
Build sonrió con aire malicioso. Sí, claro que sí: aquellos eran sus amigos. Todavía no habían llegado todos, algunos siempre se retrasaban y no se dignaban aparecer hasta media tarde. Se giró hacia Bible, cuyo rostro estaba ahora pálido, tornándose de un blanco intenso como si estuviese cubierto de deliciosa nata montada.
—Son simpáticos, tranquilo.
—Solo un ciego podría estar tranquilo en estos momentos —añadió él en voz baja. Y, por un instante, deseó ser ciego para no ver a esos elementos.
Llegaron hasta el banco de madera donde todos estaban sentados. A Bible se le ocurrió la estúpida idea de sonreír al máximo, mostrando tensión en la curvatura de los labios. Uno de los chicos, de aspecto macarra, se abrochó la chaqueta de cuero hasta el cuello mientras le echaba al chico un vistazo rápido, como si estuviera decidiendo si lo mataba allí mismo o esperaba un poco antes del derramamiento de sangre.
—¿Tu amigo nos está enseñando su nuevo blanqueamiento dental o qué?
—Charles, él es Bible, el chico que va a pasar un mes en mi casa —los presentó Build, ignorando el comentario del primero.
—Encantado de conoceros —dijo Bible.
Todos rieron.
—¡Qué chico tan formal! —explotó Ninna, que le dedicó un seductor pestañeo antes de mirar a sus amigos—. No como estos, que solo saben comportarse como animales. Yo también estoy encantada de conocerte, guapo —dijo, y le dio un beso en la mejilla.
Bible torció el rostro dibujando una mueca de asco.
Build se inclinó con disimulo hacia él.
—Como te limpies las mejillas te mato —le advirtió.
Él lo miró apenado.
—Por favor, estoy lleno de pintalabios. Haz algo o montaré un espectáculo.
Build aprovechó el hecho de que casi todos sus amigos estaban entretenidos entre ellos para fingir que iba a quitarle una pestaña del ojo con un pañuelo. Hoscamente, le restregó las mejillas y le libró de la pesada carga de gérmenes que tanto le preocupaban.
Él sonrió divertido.
—Gracias, sirviente. Ya puede retirarse —le susurró bromeando.
Build le fulminó con la mirada, advirtiéndole con antelación de que no estaba dispuesto a soportar sus juegos en ese momento. Bible suspiró y comenzó a aburrirse poco después. Los amigos de Build eran incluso más raros que él. El tal Charles le miraba francamente mal, como si fuese un estorbo. Otros dos se dedicaban a ignorarlo, hablando entre ellos. El resto eran chicas. Todas ellas lo observaban expectantes, haciéndole a Build preguntas sin sentido sobre él, especialmente Ninna.
—¿Y cómo se lleva con tu hermano? —preguntó una de ellas, Erin.
—Oh, pues… bien —balbució Build, sin estar seguro de qué decir al respecto.
—Hum… —Erin sonrió, mordiéndose el labio inferior—. ¡Jian es tan sexy!
Bible parpadeó confundido. ¿Aquello era sarcasmo? Estaba a punto de reír tontamente para quedar bien cuando advirtió que el comentario sobre la sensualidad del Mendigo iba en serio.
—Espero que no decida nunca cortarse el cabello, perdería todo su atractivo salvaje —añadió la chica.
—¡Tía, que es mi hermano, córtate! —se quejó Build.
Bible iba a protestar a su vez, diciéndole «¡Tía, no estoy sordo! Y tus comentarios duelen», pero se contuvo. Quería estudiar a aquellos individuos. Eran realmente curiosos, algo estrambóticos también. Rápidamente dejó a un lado al grupo de chicos, que no le hacían ningún caso, y se acercó más a ellas, como un felino sigiloso que acaba de descubrir que la carne existe.
—¿Te está gustando América, Bible? —le preguntó Ninna, mientras se retocaba el pintalabios, de un rojo ciruela.
—Sí, mucho. El supermercado es genial —contestó.
Ninna lo miró extrañada. Después se sacudió la larga melena castaña hacia atrás con soltura. Bible dedujo que no le llegaba a él ni a la suela de los zapatos en cuanto a elegancia.
—¿Te gustaría venir esta noche a mi casa? —preguntó la chica, sin ningún tipo de vacilación en la voz. Bible tragó saliva despacio, sintiendo cómo el miedo le revolvía el estómago—. He pensado que podríamos reunirnos todos allí, para ver películas y… lo que surja.
«Y… lo que surja.» Bible miró a Build desesperado, deseoso de que él le defendiera, ¡tenía que hacer algo! Era demasiado guapo como para pasar desapercibido, eso lo entendía sin problemas. Y lo aceptaba, vaya que sí. Pero, ciertamente, no estaba preparado para enfrentarse a aquella devoradora de hombres, que parecía realmente hambrienta.
Tragó saliva despacio.
—No creo. Me gusta acostarme temprano, siempre lo hago —se excusó. Y era cierto.
Ninna sonrió con malicia, Bible lo notó en el brillo inhumano de sus ojos claros, que se encendieron como una linterna en medio de la oscuridad.
—No importa —se acercó más a él—, puedes quedarte a dormir en mi casa si quieres. Mis padres no estarán…
Él palidecía por instantes. Build le miró divertido, mientras Erin continuaba halagando al piojoso de Jian. Intentó pensar en algo que lograse fastidiar a las dos chicas: tanto a la insaciable de Ninna como al idiota de Build, que no se dignaba sacarlo de aquel apuro. Sonrió con gesto malévolo cuando una idea cruzó su mente como una estrella fugaz.