Los párpados de Bible se agitaron nerviosos. Abrió los ojos poco después, preguntándose por qué Build estaba durmiendo plácidamente entre sus brazos. Entonces recordó lo ocurrido la noche anterior y no pudo evitar sonreír tímidamente.
Contempló los rojizos labios entreabiertos de Build, el cabello desordenado, que se desparramaba por la almohada, las graciosas pecas que recorrían el contorno de su nariz… Era realmente adorable.
Alzó una mano, dispuesto a hundir los dedos entre las ondulaciones de su pelo, pero la dejó suspendida en el aire cuando advirtió que alguien acababa de abrir la puerta. Frunció el entrecejo, molesto por la interrupción.
—¡Buenos días, parejita! —gritó Jian.
El Mendigo llevaba una bandeja de plástico, repleta de diferentes alimentos, que dejó sobre la mesita de noche de Build.
Build, aturdido, se giró hacia su hermano.
—¿Qué haces, Jian? —le preguntó.
—Les he traído el desayuno. —Se encogió de hombros—. Para desearles una vida próspera, feliz y… Bueno, todo eso.
Bible se sentó sobre la cama. Solo entonces se dio cuenta de que había dormido con la misma ropa que llevaba la noche anterior y ahogó un gemido.
—¡Dios mío! —Agitó el cuerpo de Build—. ¡Levanta de una vez, estas sábanas están llenas de gérmenes!
Descubrió que Build también llevaba todavía los vaqueros ajustados y la camiseta marrón. Era asqueroso; después de haberse juntado con toda la chusma y haber entrado en una discoteca repleta de humo, sudor y demás porquería.
Jian arrugó la nariz.
—Oye, siguen vestidos —farfulló—. Así que anoche ni siquiera hubo nada.
—Jian, ¡por favor!, desaparece.
Jian se marchó cabizbajo, quizá algo dolido por el recibimiento de los otros dos. Bible se levantó de la cama y, tras calzarse los zapatos, tiró a Build del brazo con tanta fuerza que acabó en el suelo.
—¡Au! —se quejó Buuild, frotándose el codo—. Pero ¿qué haces, tonto?
—Salvarte de una muerte segura —respondió él y, acto seguido, comenzó a quitar las sábanas de la cama, hizo una bola con ellas y las lanzó a un rincón de la habitación. Una vez el colchón se quedó desnudo, se miró las manos y su rostro se contrajo en una mueca de asco—. Perdona, pero ahora tengo que ir al baño a lavarme —le dijo, al tiempo que salía de la habitación.
Build se quedó allí, sentado en el suelo de su cuarto, con la vista clavada en el colchón de la cama. Se preguntó si aquello sería un despertar normal para Bible. Probablemente sí. Respiró hondo, procurando encontrar la calma perdida. A nadie le gusta que rompan sus sueños tirándole de la cama.
Bible regresó cinco minutos más tarde.
—¿Todavía sigues ahí, Build?
Le dirigió una mirada de reproche antes de sacar del armario un juego limpio de sábanas y hacer de nuevo la cama —previa inspección del colchón, por si quedaba algún resto bacteriano—. Cuando terminó, Build había logrado levantarse y situarse a su lado.
—¿No crees que es un poco exagerado? —le preguntó.
—¿No crees que tú eres un poco… sucio? —contraatacó él.
Build se quedó con la boca abierta y le dio un manotazo en el hombro.
—¡Acabas de llamarme sucio!
—No pretendía ofenderte —Le sonrió como si Build tuviese tres años—; pero a veces es bueno que otros nos señalen nuestros defectos para que podamos advertirlos y, seguidamente, solucionarlos.
Build negó con la cabeza, cabreado, y se dirigió a paso rápido hacia la cocina dispuesto a desayunar algo antes de enfrentarse nuevamente a Bible.
Pensó que quizá él podría cambiar, creyó que Bible se convertiría mágicamente en un chico normal y corriente después de aquel beso —como las ranas que terminan siendo príncipes—, pero, obviamente, se había equivocado. Bible no dijo nada mientras untaba dos tostadas con mantequilla y Build removía su café con parsimonia.
—¿Y bien…? —comentó Bible, cuando ambos terminaron de desayunar.
—Y bien, ¿qué?
—¿Ni siquiera piensas hablar sobre lo que pasó ayer? —le preguntó—. Por si no lo recuerdas, me pediste que durmiese contigo.
Build rió, nervioso.
—Por si a ti también te falla la memoria, antes de que eso ocurriera, tú me besaste.
Bible lo acuchilló con la mirada. Iba a decirle cualquier barbaridad que se le pasara por la cabeza cuando Jian apareció en la cocina, cargado de nuevo con la bandeja del desayuno intacta que había dejado sobre la mesita de Build.
—¡Ni siquiera se han dignado probarlo! —se quejó—. Y me ha costado mucho averiguar cómo funcionaba el exprimidor de naranjas.
—Lo siento, Jian —contestó su hermano—. Pero ahora estamos ocupados, ¿hablamos luego?
Jian frunció los labios.
—Así que, como son parejita, me ignoras.
—Oh, no, no es eso…
—Ya, claro. —Les miró dolido—. Esperaré en el salón, con Whisky, mientras encuentras una buena excusa.
Y acto seguido volvió a desaparecer. Jian intentó contener la risa, y Build le dirigió una mirada punzante y amenazadora. Él tosió y consiguió mantenerse serio.
—Entonces… —balbució—, tú y yo ahora… ¿qué somos?
—Personas —contestó Build. No se atrevía a dar una respuesta sobre lo que realmente Bible pretendía averiguar.
—Idiota, me refería a nuestra situación tras los acontecimientos de la pasada noche.
—Deja de llamarme idiota —se quejó Build.
—Deja de parecerlo, entonces.
Build suspiró, dejó el vaso sobre la pila de la cocina y se apoyó en ella. Bible también se levantó para llevar su plato, y permaneció cerca de Build, estudiando sus movimientos. Respiraba agitado, así que supuso que estaba nervioso. Eso le gustó.
—¿Te gusto? —le preguntó Build.
Y Bible tembló ante aquella complicada cuestión.
—¿Te gusto yo a ti?
—¿Quieres dejar de contestarme con otra pregunta? ¡Bible, esto no es una competición!
Bible iba a responder que sí, que sí le gustaba, pero justo en ese instante sonó el teléfono y Build le apartó a un lado para poder descolgarlo.
—¿Diga?