«¿Me he vuelto loco ya?», se preguntó Build mientras se miraba en el espejo grande el baño. En realidad las profundas ojeras, la piel arrugada del contorno de los ojos tras el patético lloriqueo de la noche anterior y el cabello despeinado y enredado… no ayudaban mucho a encontrar una respuesta coherente que despejase sus dudas.
«Vale. Ahora, aparte de loco, también soy feo. Dos puntos extra.» Se sentó sobre el borde de la bañera mientras esta se llenaba de agua. Necesitaba con urgencia darse un baño relajante.
Los acontecimientos de la noche anterior lo habían dejado aturdido. En primer lugar, todavía no lograba imaginarse a su aniñado Bible acostándose con aquella chica de la fiesta de no sé quién cuando tenía novia. En segundo lugar, debería haberle preguntado antes cuál era su apellido. En realidad lo indicaba en los papeles correspondientes del intercambio, pero no le había prestado atención y, aunque lo hubiese hecho, no lo habría creído.
Bible… El mimado, rico e imbécil hijo del famoso matrimonio Sumettikul. El padre, dueño de una de las mayores empresas del mundo. La madre, una de las abogadas más prestigiosas de toda Europa. Build se abofeteó a sí mismo, intentando despertar así de aquel confuso sueño. Pero no pasó nada. Siguió allí, absorto, escuchando el sonido del agua caer conforme la bañera se iba llenando.
Por otra parte, empezaba a entender cómo y dónde había crecido Bible. Ahora todo tenía sentido, porque, claro, no era solo Bible, si no Bible Sumettikul. Esa última palabra lo cambiaba todo de un modo radical.
Se desvistió, cerró el grifo y se sumergió en el agua. Respiró hondo, relajándose. Inclinó la cabeza hacia atrás, hundiéndola hasta mojarse todo el pelo. Innumerables pensamientos volvieron a invadir su mente.
De todos modos a él le daba igual quién era Bible. Le importaba lo que había vivido con él, ni más ni menos. Y, si él había terminado engañando a su novia, que era una amiga e iba a su misma clase, ¿cómo podrían mantener ellos una relación a distancia? Se iría con otra a la primera de cambio, seguro. Build no quería pasarlo mal, no deseaba hundirse por las noches en el sofá del comedor, al lado de su simpático amigo helado de chocolate, mientras recitaba una vez tras otra los diálogos de Romeo y Julieta y se preguntaba, angustiado, qué estaría haciendo Bible. Porque su paranoica mente se lo indicaría enseguida: estaría… con otra.
Exhaló aire por la nariz con la cabeza sumergida en el agua, un montón de burbujas pequeñas subieron a la superficie. Después volvió a sacar la cabeza y encontró fuerzas para echarse un poco de champú y frotarse el cabello sin demasiadas ganas. Llamaron a la puerta del baño.
—¡Build!
Era el traidor. Fingió que acababa de quedarse sordo.
—Build, sé que estás ahí —prosiguió Bible—. ¿Puedo pasar?
—¡NO!
Esta vez sí contestó, porque no recordaba si había puesto el pestillo y temía que él entrara sin demasiados miramientos. Por si acaso, corrió la cortina de la bañera.
—¿Por qué no?, ¿qué estás haciendo?
—Duchándome.
—Ah, vale. —Bible bajó el tono de voz—. Pues te espero en la puerta hasta que termines.
Build resopló. Lo estaba acorralando. Claro que le había evitado en numerosas ocasiones. La noche anterior, tras descubrir que el empresario Braz era su padre, había corrido despavorido hasta su habitación y se había encerrado allí a cal y canto, tal como había hecho también esa misma mañana. Solo salió —a toda prisa— cuando escuchó la voz de Bible y advirtió que este se encontraba en la planta baja de la casa. Ahora él no pensaba dejarla escapar otra vez, y comportándose como un hippie en la acción de manifestarse, había decidido hacer una sentada frente a la puerta del baño; solo le faltaba una pancarta reivindicativa que dijese: «Build, ¡deja de huir! El pueblo te necesita». Total, viviendo ambos entre las mismas cuatro paredes, poco podría haber hecho por evitarle. Mucho menos teniendo en cuenta que aquel día era Navidad y celebraban la comida con toda la familia.
Y lo que era aún peor, esa misma noche se darían los regalos. Build no quería darle su regalo a Bible, lo que realmente deseaba era estampárselo en la cara y que el golpe le dejase una buena cicatriz. Rió tontamente, solo, rememorando algunos días atrás, cuando incluso llegó a suponer que Bible sería virgen. ¡Ja! Qué tonto e ingenuo era.
Poco después salió de la bañera y se vistió lentamente. Intentó tardar todo lo posible para desesperar a Bible. En efecto, cuando finalmente abrió la puerta del baño, él lo miró con cara de pocos amigos y los brazos cruzados con ademán protector.
—¿Pensabas celebrar el día de Navidad en el baño o qué? —Ojeó su reloj de pulsera—. Has tardado más de una hora.
—Puede que sea impuntual, pero no traidor… como otros.
Bible notó que un pequeño escalofrío le recorría el cuerpo. Se le puso la piel de gallina y dio algunos pasos al frente intentando calmar la desagradable sensación. Eso había sido un golpe bajo por parte de Build.
—¿No podemos hablar sobre el tema? —le preguntó.
—Es Navidad, Bible —dijo Build—. Ya hablaremos más tarde, esta noche, quizá, ahora no es el momento.
Bible lo miró confuso.
—Entonces… ¿seguimos juntos?
Build resopló, con el cuerpo ligeramente vuelto en dirección a su habitación. Se giró una última vez antes de marcharse definitivamente.
—Déjame en paz.
Y desapareció, tras cerrar de golpe la puerta de su habitación. Bible se quedó ahí de pie, extremadamente quieto, como si todo lo que se encontraba a su alrededor quemase de algún modo misterioso. Después chasqueó los dedos y una sonrisa maliciosa se apoderó de sus rojizos labios. Bien, vale, pues si Build no quería ni siquiera escucharle durante unos míseros minutos, él no pensaba rebajarse más. Además, si supuestamente ya no estaban juntos, ¿importaba mucho cómo se comportase? Él creía que no. ¿Y qué mejor día para demostrárselo que durante la comida familiar de Navidad?