Babel del Ocaso

Capitulo II: el regreso del rey corrupto

En el reino del norte

El reino del norte... un lugar que una vez fue lleno de prosperidad y de paz, donde antes las calles vibraban con las risas de los niños corriendo y gente vendiendo sus productos.

Los cuatro reinos vivían en paz y armonía, pero todo se acabó cuando el rey murió; fue una noticia tan dolorosa que los cielos no dejaron de llorar mientras el frío dominaba todo el reino.

El trono pasó a manos de su hijo. Muchos pensaron que él iba a seguir el legado de su padre, un rey justo, bondadoso y sabio, que iba a llevar prosperidad a todos los reinos, pero estaban equivocados.

El hijo declaró la guerra a los tres reinos. Muchos pensaron que solo era una etapa o algo pasajero, pero no: cuando salieron a las calles ya no eran las mismas; se llenaron de gigantes caminando y ángeles volaban por las calles jurando su lealtad al rey, y así inició una guerra.

-Los muros del reino del oeste cayeron hacia mí -dijo un joven que estaba sentado en su trono-. Su conquista fue rápida y un aviso para los demás reinos.

-Jajajaja, sí, es excelente -resonó la habitación -dijo un gigante que estaba sentado bebiendo sin preocupación.

-Sí -dijo un ángel, que estaba limpiándose la cara de la bebida que el gigante había derramado-. ¿Pero es necesario secuestrar a los niños? -preguntó mientras miraba al joven rey.

-Sí, a las niñas las educarán para que sean mujeres de compañía, mientras los niños formarán parte de nuestras filas -respondió el rey mientras bebía de su vino.

-No sé por qué te preocupas, John, si solo son piezas de un ajedrez -replicó el gigante, mirando a su compañero con una sonrisa arrogante-. ¡Para qué preocuparse por piezas sin valor!

Suspiró John, con una mueca de disgusto.

-Para mi gusto, los prefiero matar a todos para que ya no sufran -bebía un poco de su vino-. No todos tenemos los mismos gustos, Atlas.

Atlas golpeó la mesa con fuerza mientras no dejaba de reírse.

-No seas amargado, John... pero antes de todo, ¿qué nos dice nuestro "rey"? -dijo Atlas.

El rey de los humanos miró su vino mientras se levantaba del trono.

-¡¡Debemos brindar!! -alzó su copa dorada mientras los dos comandantes hacían lo mismo-. Porque esta noche lo disfrutaremos y mañana nos iremos a conquistar el reino del sur.

La sala se llenó de un grito de guerra... pero no duró mucho.

De la nada, un tentáculo atravesó la ventana rompiéndola mientras perforaba la copa del rey. Los comandantes se pusieron en alerta.

Era un tentáculo viscoso de color morado oscuro, pero lo que llamaba la atención y despertaba horror en los presentes era que, del tentáculo, salían ojos que los observaban a cada uno; unos minutos después, desapareció.

-¡Alisten nuestras defensas, estamos siendo atacados! -dijo el rey de los humanos alterado.

Los comandantes se levantaron y salieron a alistar todo para defender el reino.

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Afuera del reino

Afuera del reino, donde la luz de la luna brillaba por todo alrededor, la luz pálida empezó a apagarse mientras, de la nada, una niebla oscura y espesa comenzaba a expandirse.

-Señor, ¿qué quiere que haga con ellos? -dijo una chica de aspecto ígneo; su apariencia era la de una joven de veinte años, con una vestimenta algo particular: sus pechos estaban vendados, al igual que sus brazos hasta las manos, y llevaba unos pantalones; sus pies también estaban vendados.

-Déjalos, me quiero divertir con mis nuevos juguetes, jajajaja -rió la entidad que estaba escondida en la niebla mientras disfrutaba del entorno-. Mira cómo corren a preparar sus defensas; es tan divertido verlos -dijo la entidad.

-Veo que lo disfruta mucho, mi señor -dijo la joven mientras observaba el reino.

-Sí, Star, mira, son como insectos que puedo matar fácilmente, pero dime -saliendo de la niebla con una sonrisa retorcida-, ¿dónde estaría la diversión?

Era Alicia, pero era diferente: sus ojos eran negros como la oscuridad; de sus brazos emergieron garras hechas de un líquido morado, y sus dientes ahora eran cuchillas afiladas para devorar carne.

-No dejes que nadie se escape; quiero matarlos y que mi locura se expanda, jajajaja -su risa era como un eco de mil voces.

-Como ordene, mi señor -dijo Star antes de desaparecer en un torbellino de fuego.

Las puertas del castillo se abrieron, saliendo un ejército de gigantes y ángeles que volaron hacia los cielos preparados para la guerra.

Mientras el ejército salía, John aterriza en los muros para observar-Esta niebla no es normal -dijo John mientras miraba la niebla con curiosidad.

-¡eso que importa John! - respondió atlas mientras

-es cierto, todas las noches llega la niebla a cubrir nuestro cielo...¿porque sería diferente este? - miraba a John

-esta niebla se ve más espesa - dijo John mientras miraba el campo, sin apartar la mirada de Alicia - y más que esa mujer, suelta una aura oscura y desordenada - prepara su lanza

En el campo, uno de los gigantes se acerca mientras arrastraba su arma

- interesante, ¿un valiente o un cobarde? - empieza a reírse mientras mostraba sus afiliados dientes

- tu eres la humana que activo la alarma - dijo el gigante, la miraba con enojo - ¿¡enserio solo por una humana nos hacen despertar!? - lo grito con furia

Los gigantes como bestias salvajes, golpearon el suelo con furia mientras gritaba; los angeles solo quedaron viendo la actitud de los gigantes como seres primitivo

- que adorables, parecen monos jajaja - dijo Alicia con una sonrisa

- ¡¡como nos llamastes insectos!! - grito el gigante mientras corría en dirección a Alicia

Los gigantes seguían golpeando el suelo como una forma de triunfo... hasta que pasó algo.

Un sonido seco, como una cuchilla cortando carne, resonó en el aire.
Los gigantes se quedaron inmóviles, observando con desconcierto a sus comandantes... hasta que el cuerpo de uno de ellos cayó partido en dos, esparciendo sangre por todo el suelo.




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