En los asesinatos, la victima ha desaparecido y no tiene que enfrentarse a lo sucedido. Los parientes deben hacerlo, pero no la victima. Pero la violación es mucho peor. La victima dispone de toda una vida para digerirla, intentar comprenderla, formularse preguntas y, lo peor de los casos, es saber que el violador sigue vivo. Todas las horas de todos lo días la victima piensa en la violación y se formula un sinfín de pregunta. La revive aso a paso, minuto a minuto, y duele siempre como la primera vez.
-John Grisham