Bad Boys 1.5

Prólogo

TRACY

 

—Eres la mami más sexy y pechugona del mundo.

En verdad no me siento cómoda con este atuendo.

Carl me ha elegido una blusa blanca con el escote abierto, un collar estilo choker con tachas realizadas con sus manos de artesano dark y de estudiante en diseño profesional recién iniciado.

También se ha encargado de elegirme los pantalones de jeans más rasgados que he usado en toda mi vida para llevar esta noche.

Pronto me busco una sudadera con la que me cubro los hombros. No quiero parecer una zorra en mi primera aparición pública, aún sabiendo que el chisme de que voy a ser mamá se ha difundido en todas partes.

Tachas está sobre la cama de mi cuarto. Phoebe, mi compañera de cuarto en la residencia estudiantil, permanece en la suya, leyendo un retellying de la historia de Frankenstein.

—Caray, Trais, prenderé fuego toda tu ropa—mi mejor amigo arranca de mis manos la sudadera y la arroja sobre la cama. Es de hombre, pero siempre he optado por usar ese tipo de ropa ya que resulta un poco más suelta y me hace sentir más cómoda conmigo misma.

Si bien, estos últimos dos años me han confrontado con situaciones que obtuvieron en su saldo de aprender a no ser tan débil, haber tenido la oportunidad de salir fortalecida de ello, también me gané una cuota que confianza que no condice a la ropa que suelo elegir. Hay mochilas muy pesadas que a veces cuesta quitarnos de encima.

—Me encantaría tener la actitud que tú tienes—le digo a mi chico favorito en el mundo, sólo a veces reemplazado por Theo—, pero en verdad que no puedo enfrentar a la gente y decir "miren, voy a ser mamá, sin embargo, observen cómo me gusta vestir al modo de zorra".

—Eres libre de usar lo que se te antoje, mamacita.

El comentario proviene de Phoebe. Ella es así, uno piensa que está anulada del mundo, cuando en verdad es capaz de tener la atención puesta en su libro, en lo que sucede alrededor, en Cochinillo dando vueltas en su rueda y en tener al día todas las asignaturas de la carrera.

—Tu amiga Fabia tiene razón—me dice Tachas, quien se quita la campera de cuero y me la pasa; mi compañera le arroja una fugaz mirada asesina en cuanto percibe la mala pronunciación de su nombre—. Este elemento lo añadiremos sólo si te sientes con frío. No queremos que esa criatura que llevas dentro salga predisponente a la neumonía. De por sí ya tiene todas las de ser sumamente inestable en su capacidad de decisión y un temperamento altamente dudoso.

—¡Hey!

—No te sientas mal, no lo digo por ti. También por el padre.

Abro la boca, pero me cruzo de brazos a la espera de que se retracte. Sé que tiene razón, el punto es que no es necesario que me lo esté recordando y sumando preocupaciones a mis problemas con la amenazadora idea de ser...mamá.

—Ya, ya. Ninguno tiene la culpa de los padres que le tocan—finalmente se encoge de hombros y retrocede.

—Es en serio—murmuro, llevándome una mano a mi abdomen—. A veces siento que podría condenar a esta criatura, no quisiera que tenga que pasar por situaciones tan complejas y desagradables... Dudo de mí en cuanto madre y de Theo en cuanto...padre—santo cielo, suenan tan raras esas palabras dichas en voz alta—, sólo estoy segura de que amo a este niño, y es un amor tan honesto que no sé me siento mal de solo hacerme una idea de la vida que podría tocarle.

Siempre creí que ser madre a mi edad implicaría la segura decisión de que debería recurrir a un aborto. No tenerlo es algo tan importante como tenerlo, sin embargo, la compañía de Theo en este último tiempo me ha hecho afianzarme a la posibilidad de tener a criatura. Puedo sentir que algo mucho más importante que todo lo que he conocido está creciendo y depende exclusivamente de mí.

Posibilidad que no todo el mundo puede apreciar: la opción de amar a un niño y, a su vez, asegurarle que tendrá un porvenir asegurado, deseado y protegido.

No es mi caso.

Además, si Theo entra en su vieja etapa de imbécil resentido, por más hermoso y sexy que sea, tendrá sus consecuencias.

Lo único seguro es que tengo una familia grandiosa y un grupo de amigos firmes que me ayudan, que están cuando los necesito, apoyando las decisiones más cruciales de mi existencia.

—Trais, estás estupenda.

Tachas me coloca su chaqueta, logrando espabilarme. Por suerte, es grande y de hombre. Lo curioso está en que me ciñe la cintura y me levanta aún más los pechos.

Acto seguido me miro en el espejo.

—Si no fueras, hetero, intentaría meterte en mi cama—suelta Phoebe.

En ningún momento ha despegado la mirada de su libro más que para amenazar a mi mejor amigo. De todas maneras, ella no es alguien que acostumbre a decir mentiras.

—Si yo fuera hetero, intentaría meterte la mía—Tachas me guiña un ojo al reflejo que da el espejo que tengo delante, sobre la cómoda. Un necesario mueble que he estado buscando para no depender del pequeño espacio que Phoebe me dejó en el armario cuando me instalé en la residencia.

Tuerzo el gesto y me miro. Creo que, por ser mamá, estaba olvidándome de seguir siendo mujer, de ser una chica, de ser capaz de divertirme...

—Tachitas—murmuro. Últimamente empleo ese término, tratando de asirme aún más a él, una de las pocas personas sólidas que tengo a mi alrededor—, esto está siendo demasiado difícil para mí.

—Descuida—me dice él—. Puedes ser la novia de mi hermano, pero ello no quita que sigas siendo  chica. Y nadie toca a mi familia.

 

Llegó la hora de las brujas.

Es el modo en que decido llamarle a este horario, las tres de la tarde, en que Kyara y sus secuaces salen a tomar sol. En nuestra ciudad, el horario clave para tomar sol es después de las dos de la tarde, aspecto que asumen a rajatabla.

Mi relación con Kyara es sospechosa. Desde que desapareció Juliette, su compañera de cuarto, me ha visto como culpable de algún saber sobre su paradero ya que su amiga sólo se relacionaba conmigo entre todas las chicas de esta universidad, además de Kyara misma.



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En el texto hay: amor, humor drama, bad boys vs glorious

Editado: 29.11.2021

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