Baila para mi

Capítulo 1

Subo las mallas despacio por mis piernas, me encanta como se adhiere a mi cuerpo como si fuera una segunda piel.

— ¡Es tu turno!— Cristina palmeó mi hombro anunciando que soy la siguiente.

Me levanto y retoco un poco mis labios. Me doy una última mirada y me doy la vuelta para ir al escenario.

La música empieza a sonar, acomodo mi micrófono y dejó que el sonido del saxofón empiece. Muevo mis caderas al ritmo de los tambores, mi voz sale y escuchó cómo el público grita. Las chicas se posicionan a mi lado y cada una vamos dando nuestros pasos mientras nuestros cuerpos danzan sensualmente.

No nos desnudamos, solo bailamos con liguero de ropa pero en un estilo más sensual. No es el típico baile de club de stripper, no lo somos. Bailamos, movemos nuestros cuerpos como si estuviéramos haciendo el amor en el escenario. Este estilo de baile lleva años, empezó como un baile de vientre y caderas y fue tomando fuerza. Es mucho más sensual ver a una mujer bailar burlesque que a una bailar en un tubo.

Mi turno terminó y sonrío lanzando besos al público al escucharlo gritar por más. Nuestro club se ha catalogado como de los mejores. Adoro bailar, amo lo que hago en especial porque comparto con personas increíbles. Desde mi mejor amiga, las bailarinas, las meseras, el barban, los de seguridad y el dueño. Son mi segunda familia porque la primera son mis hermanas.

Suspiro con nostalgia al recordar a mis padres. Unas personas increíbles que siempre estuvieron con nosotros. Me sigue doliendo su partida, aun los extraños.

Mis padres siempre apoyaron mi sueño de ser bailarina. Mi madre, una maestra de secundaria, me llevaba tres veces a la semana a clases de ballet. Mi padre, un hombre que tenía su propio negocio de limpiezas de jardín y piscinas, le encantaba mover los muebles de la sala para que hubiera espacio y yo poder bailar para él. Fueron unos magníficos padres.

No teníamos mucho dinero, eran de clase media, pero siempre nos dieron mucho amor. A medida que iba creciendo mi talento lo hizo y cuando anunciaron una beca para estudiar en una de las mejores academias, mis padres de inmediato aceptaron sin importar que tuviera que irme a vivir a otra ciudad a tan solo dieciséis años.

Todo iba bien, mi carrera iba accediendo cada vez más hasta que un día a los diecinueve años recibí la peor de las llamadas. Mis padres habían muerto en un trágico accidente dejándonos huérfanos a mis hermanas y a mí.

Fue horrible. Esa época fue la más dura que he vivido en mi vida. No solo tuve que renunciar a mi beca, a mis sueños. Era que no iba a volver a ver a mis padres de nuevo, sus sonrisas, sus abrazos, sus consejos.

Los problemas vinieron de inmediato. Quisieron quitarme la custodia de mis pequeñas hermanas, ya que no estaba en la capacidad de poder mantenerlas y darles un buen hogar. Tuve que vender la casa para pagar a un abogado e irme a vivir con mi madrina. Cristina, la madre de Amanda, mi mejor amiga, quienes fueron las únicas que permanecieron a mi lado. Gracias a ellas pude tener la custodia de mis pequeñas y después de eso fue una búsqueda de un empleo para poder mantenernos, pero como yo no tenía experiencia de nada solo bailar, nadie me daba la oportunidad de trabajar. Duré meses y meses en búsqueda de algún trabajo y solo veía como las personas cerraban la puerta en mi cara.

Un día, Amanda llegó con la noticia de la inauguración de un nuevo club y estaban recibiendo chicas para trabajar como meseras. Ian, el dueño del club nos aceptó de inmediato y las cosas empezaron a mejorar para nosotras.

Las propinas y el pago nos ayudaba para los gastos, pero unos meses después cuando el club ya no era tan llamativo y habían abierto nuevos lugares, la clientela fue dejando de ir y una noche Ian nos informó que si seguía así debía cerrar, ya que no daba nada para sostenerse.

Me entristeció mucho, ya que ellos se habían convertido en personas importantes para mí y Amanda. Nuestros únicos amigos. Así que mi amiga y yo ideamos un plan para cambiar la temática y a nuestro amigo le encantó y ahora es uno de los mejores clubs de la ciudad y aunque pasa los años sigue siendo de los mejores.

Ahora tengo veinticuatro años. Estoy ahorrando para poder montar mi estudio de baile y poder brindarle la oportunidad a grandes y chicos de cumplir su sueño. Pero por ahora me dedico a enseñarle solo a las chicas del club.

Ahora vivo con Cristina, Amanda y mis pequeñas hermanas. Gracias al buen dinero que ganamos mi amiga y yo podemos costear los gastos de la casa y Cristina se dedica solo al cuidado de mis hermanas, llevarlas y traerlas de la escuela.

El club cierra de domingo a miércoles. Esos días me dedico a planear coreografías, bailes y canciones para el fin de semana y a hacer tareas con mis hermanas y jugar con ellas y los restos de días son ocupados, así que no tengo tiempo para ninguna relación. Tengo una responsabilidad muy grande.

— ¿Escuchaste lo que dijeron?— Amanda se sienta a mi lado.

— ¿Qué cosa?— Pregunto tomando el paño y empezó a limpiar mi rostro del maquillaje.

—Van a alquilar el club para una fiesta privada—Mueve sus cejas de arriba abajo —Eso quiere decir dinero extra— Susurra con voz cantarina.

—Ese dinero nos llega bien— Mi amiga sonríe.

—Demasiado bien— Suspira.

—Bueno, chicas presten atención— Andrew entra al vestuario y empieza a aplaudir llamando la atención de todas —Imagino que ya el chisme llegó— Dice mirando a Amanda, quien encoge sus hombros restando importancia — En una semana el club ha sido alquilado exclusivamente para una despedida de soltero— Dice con voz melodiosa — Como sabrán, solo la gente de mucho dinero tiene ese privilegio — mueve sus manos exageradamente — Y quieren una noche especial — Sonríe mirándome.

— ¿Qué quieres decir especial?— Pregunto cruzando mis brazos.

— ¡Qué vamos a sacrificar a la virgen!— Grita Susana a nuestras espaldas y me señala.



#2148 en Novela romántica

En el texto hay: humor, romance, drama

Editado: 27.05.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.