Bailando Bajo La Lluvia

Capítulo 3

SEÑOR CORBATA

 

Caminaba a media calle, los vehículos que transitaban por ahí le tocaban el claxon para que se quitara del camino, pero ella seguía ahí fumando como si nada le pudiera pasar, como si fuera inmortal a un atropellamiento y... a la muerte. Hasta que alguien llegó a arruinar su tranquilidad. 

—¡Oye, niña, muévete del camino, estorbas! —le gritó una mujer con rabia.

—Por un demonio, ¿quisiera cerrar la boca? —le habló de la misma forma.

—Entonces apártate del camino, mocosa.

—Pare ya, vieja bola de grasa —tiró el cigarro y  sus manos se cerraron formando un puño.

—¿Cómo me llamaste, escuincla? —escupió. 

—Vieja bola de grasa —repitió gruñendo apretando los dientes, aunque, a decir verdad la señora se veía con volumen, pero no era gorda al grado que pudiera hacer daño a su salud.

—Respeta a tus mayores ¿qué tus padres no te lo enseñaron? —ella se quedó callada— Seguro tu padre era un pordiosero y tu madre una prostituta para que tu hayas recibido una educación, pero al parecer no les sirvió de nada, me compadezco de ellos por haber tenido una hija tan estúpida —sus palabras solo desataron la furia contenida de la chica. Sin decir una palabra, se acercó al auto y con sus puños comenzó a golpearlo hasta que sus nudillos comenzaran a sangrar—. ¿Qué estás haciendo hija de puta? Quítale tus mugrientas manos a mi bebe —la señora se veía furiosa, lastimosamente eso no detendría la de Clara—. Ahora así, aprenderás a respetar a tus mayores.

Cambió de velocidad  dispuesta arrollar a la chica que seguía decidida a hacerle, aunque sea una abolladura al automóvil. La señora hizo rugir el motor entonces fue cuando Clara noto sus intenciones.

—No se atrevería —proclamó.

—¿Quién te lo asegura? —expresó con asco hacia ella— Deja de golpear mi auto y limpiale tu asquerosa sangre con tus harapos, sirvienta de quinta.

—En sus sueños limpiaré la sangre que todos crean que usted arrolló a una persona y la harán pasar por asesina. 

—No lo harán, no seré de la alta sociedad, pero tengo mis contactos y ellos te buscaran.

—Como diga, señora —dio un último golpe que hizo sonar todo el vehículo, se dio la vuelta y se alejó. La mujer la maldijo para después irse a toda velocidad.

***

Se incorporó de su cama con pesadez, la noche anterior había llegado muy tarde por lo que cuando llegó a casa e intentó abrir la puerta no lo logró, tuvo que trepar por afuera hasta llegar a la ventana de su habitación con ayuda de una soga, de haber tenido su teléfono le hubiese llamado a alguno de los chicos para que le abrieran, pero no quería molestarlos sabía de estaban exhaustos por el entrenamiento que habían tenido en la tarde y después aguantar el sermón de Hugo, luego de entrar se solo se puso el pijama y entró en la cama, después de todo estaba seca y no tenía ganas ni de bañarse.

Al llegar la mañana se dio una ducha caliente rápida, el contacto del agua con su piel relajo sus músculos e hizo que sus nudillos ardieran un poco y dolieran, se cambió por el uniforme, al terminar de peinar su cabello soltó un repentino estornudo, esperaba que con suerte no tomara un resfriado, por último, curo y vendo sus manos en la parte donde se había hecho daño y dándole un aventón al alcohol salió de casa con solo un pan tostado con crema de maní, mermelada de fresas y mantequilla, su bulto, celular y auriculares esenciales para el camino.

—Mierda —soltó una maldición al ver la hora de su reloj, iba a llegar tarde y no podía darse el lujo de obtener otro castigo, ya debía cuatro en el mes iba a tener un sermón por parte de Hugo— ¿Podría ir más rápido? tengo prisa.

Le habló al chofer del bus, un señor ya de la tercera edad.

— Lo siento, señorita no puedo el problema es que hubo un impacto entre dos vehículos y no creo que salgamos pronto. 

Lamento el anciano conductor. Clara a toda velocidad como sus manos le permitieron marcó un número en su móvil con la esperanza de que le contestaran.

¿Clar, que pasa, dónde estás? —la voz de Will se escuchó del otro lado de la línea.

—Estoy atrapada ha habido un choque, el bus no puede avanzar y hoy estoy de vaga no quiero caminar, necesito que vengas por mí inmediatamente...,—ordenó— Will voy a llegar a tarde y si yo llego tarde tú también lo harás, además no quiero recibir el sermón sola.

—Auch, por tu error de no levantarte más temprano tendré que llegar tarde y pagar el precio, ¿sabes? a veces suenas como una reina —jugueteo.

—Es porque lo soy, idiota.

Si tienes razón eres la reina de mi corazón.

—Basta ya de Will modo Romero, ven por mi cabezota.

—Mándame tu ubicación, no tardaré más de cinco minutos..., te veo en unos minutos —colgó la llamada 

Will llegó en el tiempo justo en su auto deportivo un Audi R8 color azul, al llegar y esperar a que Clara se subiera lo dejaron encerrado, tuvo que hacer varias maniobras con el volante para poder pasar entre la multitud de vehículos atrapados, al hacer esto las venas de sus brazos se marcaban aún más, era una de las cualidades del chico con las cuales atraía a muchas jóvenes; sin embargo a él no le interesaban ninguna de ellas, conocía que eran unas víboras cuando de Clara se trataba y no dejaría que la lastimaran. 

Al pasar cerca del impacto Clara vio a la señora del día anterior que la había amenazado con arrollarla.

La mujer gritaba como vieja verdulera, en su vocabulario no había nada de respeto entonces bajó la ventanilla para gritarle un par de cositas que sabía que le encantarían escuchar.

—Usted quería enseñarme algo que ni conoce, así que cierre la boca vieja lengua larga, aturde mis tímpanos —el chico a su lado río a carcajadas.

—No creo que haya hecho algo tan grave para merecer esa humillación —exclamó una vez que dejó de reír.

—Por supuesto que sí, intento dejarme como sticker en la carretera.




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