Bailando Bajo La Lluvia

Capítulo 4

MARIPOSA 

Las clases iban a paso de perezoso, solo querían llegar a la cuarta hora, la cual tendrían libre, dirección había convocado a unos cuantos profesores a reunión sobre esa hora dejando a tres grupos de veinticinco miembros sin profesores.

El timbre por fin sonó indicando el cambio de clase y dejando a la profesora de historia con la palabra en la boca. Todos apenas escucharon aquel ruido tomaron sus bultos y cuadernillos para después salir a toda velocidad con unos pequeños que querían ir a jugar. El grupo de Clara y Bruno eran unos de los que se quedaban sin profesores durante aproximadamente dos hora y media por la clase y el desayuno era evidente que saldrían de esa manera.

Espero a que se vaciarla el aula para poder meterle pasador con mucho trabajando quedado adentro. Ya se había expandido el rumor de que había golpeado a una persona por todo su grupo. ¡Carajo! pensó. Unos toques en la puerta de cristal la alejó de su pensamiento.

Vio a Stefan con una pequeña sonrisa tranquilizadora, como pudo volvió que abrir la puerta dándole paso al chico y volverla a cerrar, pero esta vez se descuido y no le puso pasador.

—¿Qué quieres? —artículo evidentemente molesta.

—Supongo que ya te enteraste, ¿no es cierto? —preguntó bajando la cabeza.

—¿Crees que estoy adentro porque me gusta estar encerrada? —escupió sarcástica.

—Ya, ¿entonces no vas a salir? —pregunto tímido. 

—No —aseguro. 

****

—¿Has escuchado? —le pregunto Carlos.

—No, ¿qué cosa? —cuestión Bruno con suma curiosidad.

—Dicen que nuestra la pequeña D'amico golpeó a una persona —informó Luis acomodando sus libros.

—¿Que? —se sorprendió incrédulo.

—Así como lo oyes, Clara D'amico se ha agarrado a los golpes, me sorprende que no tenga hematoma alguno por su cara u otras extremidades.

—Será mejor que cierres la boca, ahí está Stefan y sinceramente no quisiera ver cómo te harán el resto del año de cuadritos.

Bruno vio a Stefan entrar al aula donde Clara ya debía de haber salido, pero no había señal alguna acerca de ella. La puerta de cristal se abrió y en cuestión de segundos volvió a su lugar, por curiosidad comenzó a acercarse del salón de clases, desde la esquina observaba como Clara y Stefan hablaban, la expresión de la chica era indiferente, pero se podía notar algo de enojo en ella y la del joven era como de cansancio y tal vez... tristeza.

Sin uso de razón tocó la puerta que por suerte para él no tenía pasador, leyó en los labios de Clara un "mierda" al percatarse de ello.

—Puedo... ¿puedo pasar? —titubeo.

—Yo mejor me voy —anunció Stefan dándole una mirada tranquila a la chica e irse dejando la puerta totalmente cerrada.

—¿En qué puedo ayudarte, novato? —se cruzó de brazos.

—¿Es cierto? —soltó una vez solos— Los rumores —se específico.

—Eso depende si crees su versión o mi versión de la historia.

—Te metiste a los golpes con una persona por eso la venda alrededor de tus nudillos eso es lo que ellos dicen ahora —camino hasta uno de los escritorios y sentarse sobre él— Quiero escuchar tu versión de los hechos no la ellos.

—Mi versión es que por la tarde tengo planeado ir a practicar boxeo y para no lastimar mis nudillos me puse vendas —explico mientras aporreaba sus dedos contra el escritorio de la profesora.

El chico notó su inquietud.

—Se nota que para algunas personas no sabes mentir —aseguró usando un tono relajado en su voz.

—Tienes razón, no le sé mentir a algunas personas, pero te aseguro que entre ellas no estás tú.

—No te pongas a la defensiva, no te quiero incomodar ni mucho menos que te enojes conmigo solo quiero que me digas si es verdad o no lo que dicen.

—Bruno, seré breve y directa no golpeé a nadie, créeme si quieres, pero al fin de cuentas yo siempre soy mala para todos.

El chico contemplaba el rostro de la joven quien trataba de ocultar sus sentimientos, pero Bruno quería penetrar sus ojos, quería descubrir lo que ocultaba detrás de aquellos zafiros azules como el mar.

—Te creo —dijo finalmente.

—Bien, esa es tu respuesta, ahora largo.

—¿No vas a salir?

—Bruno ¿Que parte yo siempre soy la mala no entiendes? —exclamó— .Esos chicos que ves ahí me odian.

—No creo que te odien.

—Pues empieza a hacerlo, todos juzgamos sin conocer no hay una persona que no lo haga, es parte de nuestra naturaleza de ser humano.

—No te conozco y no te juzgo.

—Me cansé, no voy a seguir discutiendo contigo —suspiró y enderezó su espalda.

—Clara, ¿por qué no me dices que te sucede, que te molesta? —frunció el ceño intentando leerla. 

—¿En serio vienes a preguntar esa clase de preguntas? ¡No soy un libro al que puedes leer!

—Solo quiero conocerte y ser amigos. 

—Vas demasiado rápido, Anderson, no podemos ser amigos, no llevamos ni una semana de conocernos. Sé que entraste desde el inicio de clases, pero se nota demasiado que tienes todo el tiempo la cabeza entre los libros.

—¿Estás diciendo que soy un ratón de biblioteca? —alzó las cejas sorprendido. 

—Sé que lo eres, pero...

—Te diré algo —hizo una pausa para buscar un apodo para ella— Mariposa —se fijó en su collar en forma del pequeño insecto— Si ser un ratón de biblioteca es viajar de mundo en mundo, de lugar en lugar sin tener que salir de mi habitación con tan solo abrir un libro y adentrarme en él entonces sí, lo soy, Mariposa.

Se bajó del escritorio para acercarse a ella que lo miraba con algo de sorpresa.

—Que poético me saliste, novato.

—Que te puedo decir, soy un ratón de biblioteca, las palabras son mi especialidad —susurro. 

—No lo creo.

—Pues empieza hacerlo —repito lo que ella dicho con una pequeña sonrisa.

—Te atreves a usar mis palabras en mi contra, eh.




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