Bailando Bajo La Lluvia

Capítulo 18

Eran pasadas de las dos y veinte de la madrugada cuando empezó a escuchar ruidos provenientes del baño, miró hacia donde según él Clara está dormida, pero no lo estaba, oyó sonidos de alguien vomitado. Rápidamente salió de las sábanas dándose prisa, al llegar toco la puerta.

—¿Mariposa, estás ahí? —cuestionó realmente preocupado.

—Si —escucho su voz demasiado débil, casi como si estuviera temblando.

—¿Puedo pasar?

—No, vuelve a dormir —ordenó con rudeza.

—Clara, no estás bien, déjame pasar, por favor.

—No.

—Entraré, aunque tenga que derribar la puerta, así que abre o lo haré yo —la amenazo dispuesto a hacerlo.

—Bru, estoy bien, enseguida salgo.

—Si no sales en un minuto entraré a la fuerza.

Se oyó como tiraba de la manija limpiando el retrete, a los pocos segundos Clara salió con un pedazo de papel higiénico en la mano, secando su cara y nariz.

—Bru... no quiero hablar de esto. Vuelve a la cama. Estoy bien.

—debería llevarte a ver un médico —bramo.

—No te enojes, ¿sí? Esto es asunto mío.

—Desde este preciso momento todo lo que te pase estará relacionado conmigo, te guste o no, Mariposa.

—No necesito que te preocupes por mí, Anderson. Ya te repetí que estoy perfectamente bien.

—Solo... ¡Agh! Si te vuelvo a escuchar vomitar, no me importa que sea de madrugada o que estés en pijama te llevaré con un médico.

—Bru, estoy bien. La comida no me hizo bien, tomaré un poco de agua y después estaré durmiendo como bebé, además tienes que dormir tú necesitas eso más que yo —la miró no muy convencido, pero no podía negar que se moría por dormir—. Regresa a dormir, si tengo más náuseas te diré.

Dio un largo bostezo—. Bien, pero solo será esta vez —a regañadientes volvió a meterse en las sabanas, pero confiaba en ella.

Volvió a despertar y el sol apenas estaba saliendo de su escondite, como de costumbre la mañana estaba fría, pero esta vez tenía algo diferente, no estaba en su cama y en su habitación y de repente todo volvió a su memoria. El encontrar a Clara llorando, el haberla podido tocar y sentir su helado cuerpo junto al suyo, el comer banderillas calcinadas hechas con sus propias manos le sacó la sonrisa del día. A sus fosas nasales llegó el olor a marihuana, que entraba por el balcón abierto, vio la silueta del cuerpo de Clara que llevaba la gran sudadera azul con la que había tenido su primer encuentro con Will, también tenías pantuflas de grises.

—Linda sudadera —dijo estando ya cerca de ella.

—Gracias.

—¿Qué haces aquí?

—No podía dormir y pensé que tal vez tu podrías tener calor, así que abrí el balcón. Disculpa si el aroma y humo te despertaron, te prometo que no volverá a suceder.

—No, está bien. Estaba pensando en que podríamos hacer hoy, más tarde, claro.

—Sí, yo también lo hacía, pero tengo unos asuntos que he pospuesto mucho tiempo ya y realmente quiero terminar con ellos de una vez. Así que creo que es mejor que lo dejemos para otro día, si no te importa.

Quedó estupefacto, bien eso no salió como lo esperaba.

—Si..., no hay problema —accedió desanimado.

—Bueno... entonces ¿hacemos el desayuno? —tratando de disimular su incomodidad.

—Seguro.

Clara tomó el jamón, aceite, la sal, pimienta y seis huevos, los puso sobre la isla, después busco una sartén y la puso a calentar. Mientras que Bruno revolvía los huevos en un tazón. Sofrió el jamón ya cortado en trocitos para luego agregar los huevos batidos con la sal y pimienta ya juntos. Desayunaron en completo silencio mirando de un lado a otro evitando sus miradas.

—¿Cómo te sientes? —Bruno rompió el silencio.

—Me-mejor, solo fue... algo que me cayó mal por comer tanta banderilla.

—Me alegro —miro el reloj de su muñeca y dejó los cubiertos en la mesa—, creo que es momento de irme. Los chicos deben de estar preocupados de no haberles avisado que no llegaría a casa.

—Deberías... volver con tus padres, Bru —aconsejó— imagino que tu madre debe estar muy preocupada por ti.

—Sí, también lo creo. Tal vez en la tarde hable con ellos. En especial con mi coronela.

—Vaya apodo.

—Es algo entre nosotros. —se encogió en hombros.

Volvieron al silencio.

—Gracias por lo de ayer, Bru. Lo aprecio mucho y supongo que te veré en la escuela.

—Claro, —tomo su ropa —nos vemos, Mariposa.

Antes de cerrar la puerta observo como ella le sonreía a duras penas, como si tratara de ocultar algo.

Esa fue la última vez que vio a Clara. No había llegado a la escuela el primer día ni el siguiente ni después a ese. Los días pasaban como agua y él se pasaba las horas mirando la puerta del aula esperando a que Clara entrara por alguna de ellas con alguna excusa ridícula, pero bastante creíble para que los maestros la dejaran pasar y se saliera con la suya, sin embargo, eso nunca pasó. Las puertas nunca se abrieron. A la hora del receso también la buscaba sin tener suerte alguna. Carlos le repetía que se olvidara de Clara, que ella era así: pasaba una buena noche y después olvidaba a los chicos. Por otro lado, Luis de decía que no se rindiera, que tal vez tuvo que salir del pueblo por una emergencia, no obstante, ya no sabía qué pensar.

También preguntó a sus otros amigos que sabían de Clara, pero ellos le respondían que la última vez que vieron había sido en casa de Verónica y Will. Por momentos, dudaba en si Clara se la había pasado bien estando con él. Y temía que fuera así, porque el si lo había hecho, a pesar de la manera en que se encontraron Bruno amo cada segundo que estuvieron cerca.

Durante esos días Stefan lo invitó a ver con ellos los partidos, a pesar de ser parte del equipo solo se quedaban en la banca y pues tenían mucho tiempo libre. Cuando fue a verlos notó que el Will tampoco se había estado presentando a los entrenamientos y empezaba a crearse malentendidos en su loca cabeza. Su mente no se quedaba quieta, ni siquiera cuando leía, tenía que repetir una y otra vez el párrafo para poder entender donde se había quedado, tal vez había tomado un bloqueo de lector.




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