Bailando entre emociones

capitulo 2

Semanas después, Anna y Kael se volvieron inseparables. Aunque Kael no hablaba mucho, Anna se sentía cómoda con su compañía. En cada lección, Kael la ayudaba a mejorar, siempre con ese aire tranquilo y controlado que tanto la impresionaba. A veces, sentía que él sabía lo que iba a pasar antes de que ocurriera, y la guiaba con precisión en los movimientos para que la inseguridad o el temor a equivocarse no la tomarán de rehén.

Lo admiraba. Quería ser como él.

Un día, después de una clase difícil, el resto de los niños se había ido, pero Anna y Kael le pidieron a sus padres quedarse un rato más. Además de bailar, parecía que el tiempo que compartían era tan agradable que, con solo estar sentados uno al lado del otro, era suficiente.

—¿Practicamos de nuevo? —preguntó Anna, mientras ajustaba las cintas de sus zapatillas. Sentía que no podía irse sin antes saber que, lo aprendido en el día, había tenido buen resultado. Los tropezones habían sido muchos de su parte, y no estaba segura si Kalel había quedado conforme.

—Sí, por supuesto, —dijo extendiendo una mano hacia ella —pero no te olvides de dejarte guiar por el ritmo de la música, así no tendrás miedo a equivocarte.

Anna asintió y, luego de poner la cancion, tomó su mano tratando de poner en práctica el consejo más segura que nunca.

Comenzaron el giro. Kael la guió con precisión con sus manos firmes en su cintura, mientras Anna se dejaba llevar, confiando plenamente en él. Los cuerpos de ambos parecían sincronizarse a la perfección, girando en armonía con la música que los rodeaba.

Al final de la vuelta, Kael la levantó con seguridad del suelo y Anna rió, sorprendida por la ligereza del movimiento, y cuando sus pies tocaron el suelo, notó cómo los ojos de su compañero brillaban con algo más que concentración. Era orgullo, tal vez... o algo que ella no podía entender del todo, pero que hizo que su pecho se llenara de una sensación cálida.

—Lo hiciste muy bien, Anna

—¿En serio? —preguntó con un leve sonrojo en las mejillas.
Kael asintió con seguridad

—Y creo que algún día... —hizo una pausa, pensativo, como si estuviera tratando de encontrar las palabras correctas— ...vamos a ser los mejores.




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