Bailando entre emociones

Capitulo 4

La preparación para el concurso los habían unido aún más en las últimas semanas. Las horas de práctica intensiva, los pequeños fallos que corregían juntos, las sonrisas cómplices cuando lograban un paso complicado. Todo eso había creado un ambiente de compañerismo muy bonito.

—¿Lista? —preguntó Kael mientras ajustaba el ángulo de su torso.

Anna asintió con una sonrisa, más segura de sí misma esta vez. El miedo que antes la dominaba había dado lugar a una sensación de confianza que crecía con cada ensayo.

La música comenzó, y Anna dio un primer paso deslizando su pie sobre el suelo de madera con suavidad. Kael la sostuvo firmemente por la cintura, un contacto cálido pero controlado que le indicaba que él estaba allí.

Los pasos que habían perfeccionado eran fluidos y elegantes. Kael la hizo girar en un movimiento rápido, y Anna se dejó llevar por la dirección de sus manos, sintiendo la fuerza y la ligereza de su propia rotación. Cuando sus pies tocaron el suelo nuevamente, él la sostuvo cerca para un giro más cerrado, donde sus cuerpos chocaron con una delicadeza que los hizo estremecer, y avanzaron al unísono, moviéndose como una sola entidad sobre el escenario imaginario.

En un momento, Kael la elevó por los aires con facilidad, y Anna sintió que volaba. No había duda ni inseguridad; solo el latido del ritmo y la certeza de que él siempre la atraparía.
Al bajar de nuevo al suelo, sus cuerpos se acercaron más de lo habitual, y Anna lo notó. El roce de la mano de Kael en su espalda la hizo consciente de lo mucho que habían cambiado con el tiempo. Ya no eran niños, sino jóvenes que experimentaban nuevas sensaciones. Las miradas que se cruzaban al girar, la forma en que los movimientos los acercaban, todo parecía tener un nuevo significado que, a Anna, comenzaba a generarle cierta inseguridad...

Kael la hizo girar una vez más, un giro suave y elegante, para que quedara frente a él. Anna sintió la calidez de su aliento mientras ambos permanecían inmóviles por un segundo, respirando al compás de la música que seguía envolviéndolos.

Anna no pudo evitar una sonrisa tímida y agachó la mirada, algo confundida.

-¿Estás bien? -Kael se preocupó de haberla incomodado.
-Sí, sí -respondió y alzó la vista para no causar sospecha de lo que su cuerpo y mente comenzaban a sentir.

Los ojos de Kael, de un marrón profundo, tenían una intensidad diferente, como si detrás de esa calma siempre presente se escondiera un secreto. Ese brillo en sus ojos parecía una mezcla de determinación y misterio. Anna sintió un leve cosquilleo en el estómago, como si Kael estuviera cambiando ante sus propios ojos, y no solo físicamente. Había algo en el modo en que sus miradas se cruzaban durante los giros del baile, que hacía que su corazón latiera un poco más rápido.

La música continuaba, pero Anna no podía seguir bailando. Parecía que había caído en un hechizo de piedra.
Cuando la música finalmente se detuvo, Kael soltó con suavidad su mano, pero el peso de su mirada se quedó con ella.

—Nos vemos mañana, ¿verdad? —preguntó como si fuera lo más natural del mundo.

—Sí, claro. Nos vemos mañana. -Anna asintió, tratando de controlar el ritmo de su respiración. No quería que Kalel se diera cuenta de lo que se había despertado en ella. Seguro iba a pensar mal, al saber que tan solo tenía 15 años. Él era casi mayor de edad y no tendría tiempo para escuchar los tontos sentimientos de una adolescente.

Mientras Kael se alejaba, Anna se quedó mirando su figura desaparecer por la puerta del estudio, mientras rezaba que ese nuevo sentir también desapareciera en el próximo encuentro.




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