En el vestuario, ambos esperaban el veredicto del jurado. Anna caminaba de un lado a otro, incapaz de quedarse quieta. Sabía que habían hecho lo mejor que podían, pero la espera la estaba matando.
Kael, por su parte, estaba sentado en uno de los bancos, apoyado contra la pared, observando a Anna con paciencia. Sabía que ella se pondría así, lo había previsto, pero él mismo no estaba tan relajado como parecía. Su mente también estaba repasando cada paso, cada giro, buscando fallos que quizá el jurado hubiera notado.
—Deberían haber dicho algo ya, ¿no? —preguntó Anna, deteniéndose un segundo y mirando a Kael.
—Tardarán lo que tengan que tardar. Tranquila, Anna. No hay nada que podamos hacer ahora...
Justo cuando iba a decir algo más la puerta del vestuario se abrió y una de las coordinadoras entró con una sonrisa radiante en el rostro.
—Chicos, deben volver al escenario. Es hora de anunciar a los ganadores.
Anna sintió cómo su corazón saltaba en su pecho. Kael se puso de pie y se acercó a ella, colocando una mano firme sobre su hombro.
—Vamos —dijo simplemente.
Ambos caminaron juntos hacia el escenario, y cuando las luces volvieron a iluminar el espacio, las parejas de bailarines ya estaban alineadas, esperando el anuncio. Anna podía sentir la mirada de la audiencia sobre ellos, pero esta vez, el nerviosismo se había transformado en expectación.
El presentador subió al escenario con un sobre en la mano, sonriendo con esa calma estudiada que parecía hacer que el tiempo se detuviera.
—Y ahora, el momento que todos han estado esperando... —anunció, mirando al público antes de abrir el sobre lentamente—. El primer lugar, con una actuación excepcional, es para... ¡Kael y Anna!
Anna apenas pudo procesar las palabras. El teatro estalló en aplausos, y en un instante sintió el calor de los brazos de Kael que la rodeaban con una fuerza que no esperaba. Siempre había sido reservado con sus emociones, especialmente en público.
—¡Ganamos! —exclamó Kael, lleno de alegría.
Anna lo abrazó de vuelta, soltando una risa que fue rápidamente ahogada por las lágrimas que llenaron sus ojos. La felicidad la desbordaba.
—Lo hicimos, Kael. ¡Lo logramos!