Bailando entre emociones

Capítulo 10

El estudio de baile estaba en silencio, solo se escuchaba el eco de los pasos de Anna y Kael sobre el suelo de madera. El profesor les había pedido que practicaran solos esa tarde, confiando en que podrían perfeccionar la coreografía antes de la nueva competencia. Pero a medida que avanzaban en los movimientos, algo no encajaba. Anna y Kael lo sentían con cada giro, con cada paso mal ejecutado. La coreografía no fluía como antes.
Kael se detuvo en medio de un giro, su ceño fruncido y los brazos tensos, mientras trataba de encontrar la razón detrás de su falta de coordinación.
—No estamos conectando bien —dijo finalmente, rompiendo el incómodo silencio que había llenado el estudio desde que habían empezado.
Anna asintió, sin poder mirarlo a los ojos. Sabía que Kael tenía razón, pero no podía decirle lo que realmente pasaba.
Desde aquel baile informal en el festival de verano había sentido la tensión crecer dentro de ella, la misma tensión que ahora se colaba en sus movimientos, robándoles la naturalidad que antes los definía.
—Creo que estamos... distraídos -murmuró Anna con su voz casi apagada.
Kael la observó, notando cómo su mirada evitaba la suya. Antes, podían bailar sin siquiera pensar, pero ahora parecía que cada paso requería un esfuerzo monumental. La distancia entre ellos, esa que no podía verse pero que ambos sentían, había comenzado a colarse en cada uno de sus ensayos. Kael se había dado cuenta de cómo Anna se volvía más reservada, más cerrada, desde ese día en el festival, pero no sabía cómo enfrentarlo sin complicar más las cosas.
—¿Distraídos? —preguntó, tratando de suavizar el tono, pero la frustración era evidente en su voz.
Anna respiró hondo, sin saber cómo explicarle lo que pasaba dentro de ella. Cada vez que bailaban juntos, sentía esa atracción que no quería admitir, esa sensación que la hacía pensar que mezclar sus sentimientos con el baile estaba mal. Pero era cada vez más difícil ocultarlo, y Kael no era ajeno a lo que estaba sucediendo. Él lo sentía también, lo sabía, pero ninguno de los dos parecía dispuesto a hablar de ello.

—Kael, yo... —intentó decir algo, pero las palabras se quedaron atascadas en su garganta. Quería que todo volviera a ser como antes, pero sabía que era imposible. Las emociones que ambos habían estado reprimiendo comenzaban a erosionar lo que antes había sido una relación perfecta en la pista de baile.
—Anna, sé que algo no está bien. No hemos sido los mismos desde el festival. —Su mirada se suavizó, pero Anna pudo ver la confusión en sus ojos. Kael también sentía esa distancia, pero no sabía cómo atravesarla—. No sé qué es, pero... está afectando lo que hacemos aquí.
El silencio que siguió fue ensordecedor. Anna sabía que no podían seguir ignorando lo que estaba pasando entre ellos, pero tampoco sabía cómo enfrentarlo sin arriesgarlo todo.
—Tal vez... tal vez necesitamos un descanso —sugirió Anna, finalmente rompiendo el silencio, aunque sus palabras le supieron amargas. El solo hecho de pensar en alejarse de Kael la hacía sentir un nudo en el pecho, pero no veía otra salida.
Kael la miró, sorprendido. Nunca antes habían necesitado un descanso. Siempre habían podido bailar juntos sin problemas, pero ahora... ahora todo parecía estar desmoronándose, y Kael no sabía cómo detenerlo.
—¿Un descanso? —repitió, su voz más baja, como si no pudiera creer lo que estaba escuchando.
Anna asintió, sin poder mirarlo. Sabía que lo que sugería no solucionaría nada, pero tampoco sabía qué más hacer. La distancia que había crecido entre ellos no era solo física; era emocional, y el miedo a confesar sus sentimientos no le permitía ver el gran error que estaba por cometer.
—¿Por qué? —preguntó finalmente, su voz rota por la confusión y el dolor—. ¿Por qué sientes que necesitamos tiempo? ¿Por qué estás haciendo esto?
Anna sintió su pecho apretarse al escuchar la pregunta. No quería enfrentarse a ese momento, pero sabía que ya no podía esquivar más la situación. Las palabras se agolpaban en su mente, buscando una explicación que no lo lastimara más de lo necesario.

—Kael... —empezó, con la voz temblorosa—. Siento que... las cosas no están bien entre nosotros. Antes todo era fácil, fluido, pero ahora... —tragó saliva, tratando de contener las lágrimas que amenazaban con salir—. No quiero que lo que tenemos se arruine.
Kael frunció el ceño, dando un paso más cerca, su mirada llena de frustración.
—¿Arruinar? ¿Cómo podríamos arruinar una relación que siempre ha sido buena? —La intensidad de su mirada le quemaba, como si estuviera buscando respuestas en su alma—. Anna, somos un equipo. Siempre lo hemos sido.
Anna apartó la mirada, incapaz de soportar el peso de sus palabras. Sabía que Kael no entendía el verdadero motivo, y ella tampoco se atrevía a decirlo.
—Es que... no somos solo un equipo en la pista, Kael. —Las palabras se le escaparon en un susurro—. Hay cosas que están cambiando, y no puedo controlar lo que siento. Siento que... —hizo una pausa, reuniendo fuerzas para decirlo— ...que si seguimos así, no voy a poder concentrarme en lo que realmente importa: el baile.
—¿Eso es lo único que importa para ti? —preguntó en voz baja.
Anna no pudo responder de inmediato. Sabía que lo que Kael decía tocaba una verdad que no quería enfrentar. Para ella, el baile lo había sido todo durante tanto tiempo, pero ahora había algo más creciendo en su interior. Sentía algo por Kael que iba más allá del simple compañerismo, pero eso la asustaba.
—Es lo único que sé hacer bien —respondió al fin, su voz apenas un susurro—. Si dejamos que esto se complique... no sé si podré manejarlo. No quiero perder lo que tenemos en la pista.
El silencio que siguió fue devastador.




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