Kael se quedó en silencio, su mente procesando las palabras de Anna. Sabía que algo no estaba bien, pero escucharla decir que lo único que importaba era el baile lo dejó sin palabras. Siempre había creído que el baile los conectaba de una forma más profunda, pero ahora se daba cuenta de que esa conexión estaba en peligro.
—Así que todo esto es por el baile —murmuró, más para sí mismo que para ella. Anna bajó la mirada, incapaz de enfrentarse a sus ojos llenos de dolor.
—No quiero que pienses que no me importa, Kael. Pero... —se detuvo, buscando las palabras adecuadas—. No sé si puedo manejar esto. Mis sentimientos... —se interrumpió, sabiendo que había dicho más de lo que pretendía.
Kael la miró, su respiración más agitada ahora.
—¿Tus sentimientos? ¿Qué sentimientos, Anna? —preguntó con algo de esperanza. Sabía que algo más había estado sucediendo, pero no estaba seguro de qué. Ahora que ella lo mencionaba, necesitaba respuestas.
Anna sintió un nudo en el pecho. Sabía que, aunque las palabras que estaba a punto de decirle dolían más de lo que esperaba, era lo correcto.
—Tal vez... tal vez deberíamos probar algo diferente —dijo finalmente.
Kael frunció el ceño, desconcertado.
—¿Qué quieres decir?
Anna respiró hondo.
—Creo que... sería mejor si cambiamos de pareja de baile.
Kael la miró fijamente, como si no pudiera procesar lo que acababa de escuchar. Anna apartó la vista, incapaz de soportar la expresión de sorpresa y dolor que empezaba a formarse en el rostro de Kael.
—¿Cambiar de pareja? —repitió, incrédulo.
Anna asintió, sin levantar la mirada. Sabía que esta era la única manera de protegerse, de no dejar que sus sentimientos por Kael se convirtieran en una barrera que los alejara más. Pero, al mismo tiempo, sabía que esta decisión podría destruir lo que habían construido juntos durante años.Kael no dijo nada al principio. La idea de bailar con otra persona le resultaba extraña, casi absurda. Anna había sido su compañera desde el principio, la única persona con la que podía bailar sin necesidad de palabras. Pero ahora, ella estaba sugiriendo que todo eso terminara.
—¿Es eso lo que realmente quieres? —preguntó finalmente, revelando tanto su dolor como su confusión. No entendía por qué Anna estaba poniendo esta barrera entre ellos.
Anna no respondió de inmediato. Sentía que su garganta se cerraba. Lo que realmente quería era gritarle que no, que lo único que deseaba era estar más cerca de él, pero no podía. El miedo de escuchar de sus labios que él no la veía de la misma manera, que solo era una amiga o una compañera, la mantenía paralizada. Se sentía pequeña a su lado, como si su amor fuera insignificante en comparación con la grandeza de Kael. ¿Cómo podría confesarle lo que sentía cuando tenía tanto miedo de ser rechazada?
—Sí —dijo al fin, aunque el temblor en su voz traicionaba la verdad. No quería que todo terminara, pero el miedo a complicar las cosas era más fuerte que su deseo de ser sincera.
Kael asintió lentamente, su mirada llena de preguntas sin respuesta. Anna no quería abrirse con él, y eso lo hacía sentir aún más frustrado. La distancia que se había formado entre ellos parecía crecer con cada segundo, y Kael no sabía cómo detenerla.
—Si eso es lo que quieres... —murmuró, bajando la mirada—. Supongo que no tengo opción.
Kael interpretaba el silencio de Anna como una señal clara: ella no quería avanzar más allá de lo que ya eran. Creía que Anna lo veía solo como su compañero de baile, como un amigo, y por eso estaba buscando una salida. La idea de que pudiera sentir algo más por él nunca le pareció posible, y ahora, al ver cómo se alejaba de él, empezó a convencerse de que ella estaba escapando, no solo de su relación como pareja de baile, sino de cualquier posibilidad de algo más.