Bailando entre emociones

Capítulo 13

Una tarde, el profesor había pedido que ejecutaran una serie de secuencias complejas. Anna y Luca practicaban en la pista principal, mientras Kael observaba desde el otro extremo del estudio, incapaz de concentrarse en su propio ensayo. Cada vez que los veía juntos, una sensación de incomodidad lo invadía. Kael sabía que no debía prestarle tanta atención, pero no podía evitarlo.
—Tienes que soltarte más, Anna —dijo Luca, mientras realizaban un complicado giro—. Estás rígida, como si estuvieras preocupada por algo.
Anna intentó sonreír, aunque la tensión seguía presente en cada músculo de su cuerpo.
—Lo siento, solo... —se interrumpió, sin saber cómo explicarle lo que realmente estaba sintiendo. ¿Cómo podía decirle que, por más que lo intentara, Luca no lograba hacer que el baile fluyera como solía hacerlo con Kael?
Mientras tanto, Kael seguía observando de reojo, su corazón latiendo más rápido de lo normal. No soportaba ver a Anna luchar de esa manera. Sabía que ella estaba haciendo un esfuerzo por adaptarse.
Después de varios intentos más, el profesor decidió detener el ensayo.
—Eso es todo por hoy —anunció—. Necesitan descansar. Anna, relájate un poco más. Mañana lo haremos mejor.
Anna asintió, pero su mente estaba en otro lugar. Mientras recogía sus cosas, Kael pasó cerca de ella. Por un momento, sus miradas se cruzaron. Hubo algo en sus ojos, una tristeza compartida que ninguno de los dos quiso verbalizar. Ambos se dieron cuenta de que la distancia entre ellos había crecido tanto que las palabras ya no podían atravesarla.
—Nos vemos mañana —dijo Kael, su voz más suave de lo habitual.
—Sí, mañana —respondió Anna, aunque sabía que el mañana no cambiaría lo que sentían hoy.
Luca, al ver la interacción entre ellos, no pudo evitar notar la tensión. Aunque Anna no lo había dicho directamente, Luca empezaba a darse cuenta de que algo más profundo estaba ocurriendo entre ella y Kael.

Mientras Anna y Luca caminaban hacia la salida, Luca rompió el silencio.
—¿Sabes? —dijo con voz tranquila pero firme—. No soy tonto, Anna. Sé que algo está pasando con Kael. —Se detuvo por un segundo, mirándola directamente a los ojos—. No sé qué es, pero creo que necesitas resolverlo.
Anna lo miró, sorprendida por su franqueza. Sabía que Luca tenía razón, pero no quería enfrentarlo. No quería admitir que su corazón seguía con Kael, ni que la distancia que había intentado poner entre ellos solo estaba haciéndolo más complicado.
—Luca, yo... —intentó decir algo, pero las palabras no salieron.
Luca asintió, como si ya hubiera anticipado su respuesta.
—No te preocupes. Solo... piénsalo. El baile es importante, pero si no estás bien emocionalmente, nunca va a funcionar.
Anna sintió una oleada de gratitud por la comprensión de Luca, pero también una punzada de dolor al darse cuenta de que no podía seguir ignorando lo que estaba pasando entre ella y Kael.
Cuando finalmente se despidieron, Anna se quedó sola fuera del estudio, el aire fresco de la noche llenaba sus pulmones. Sabía que debía tomar una decisión, y que cuanto más tiempo dejara pasar, más difícil sería arreglar lo que se estaba desmoronando.
Esa noche, tumbada en la oscuridad de su habitación, Anna sintió cómo el vacío que la había acompañado durante las últimas semanas la consumía. Había intentado convencer a todos, incluso a sí misma, de que cambiar de pareja era lo mejor, que poner distancia entre ella y Kael era la decisión correcta para su carrera.
Pero ahora, cada día que pasaba lejos de él se hacía más claro. No podía seguir negando lo que sentía. Kael no era solo su compañero de baile; era la razón por la que el baile tenía sentido. Bailar con él no era solo una técnica, era una emoción, una extensión de sus propios sentimientos.
Se levantó de la cama y caminó por la habitación, inquieta. La idea de haberlo perdido por su miedo la atormentaba. Había sido cobarde. En lugar de enfrentar lo que sentía, había corrido. Y ahora, a tan solo días de la competencia, se daba cuenta de que su miedo a enamorarsel, había sido su peor error.
—Kael —murmuró-. Ojalá no sea tarde para volver.




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