Bailando entre emociones

Capítulo 19

La música alcanzó su punto culminante, y Luca la soltó en el momento justo para que ejecutara el giro final. Anna sintió el impulso en sus piernas, y como la adrenalina bombeaba en su pecho mientras giraba con velocidad. Por un breve segundo, parecía que el paso salía a la perfección. Pero, en el último instante, su pie resbaló ligeramente sobre el suelo pulido, y en un abrir y cerrar de ojos, su cuerpo perdió estabilidad.
El tiempo pareció congelarse cuando sus brazos intentaron encontrar algo o a alguien a lo que aferrarse, pero Luca no fue tan ágil para atraparla.
Su cuerpo cayó con fuerza al suelo, y el impacto fue brutal. Su brazo fue lo primero en golpear contra las tablas del escenario, seguido por el sonido seco y sordo que resonó en todo el teatro. El dolor fue inmediato, disparándose desde su brazo hasta todo su cuerpo. Un dolor punzante que la dejó sin aliento.
Kael lo vio todo. Su corazón se detuvo por un segundo eterno, y antes de darse cuenta, ya estaba corriendo hacia el escenario. No le importaba que fuera su turno después, ni siquiera le importaba que estuvieran en medio de una competencia
—¡Anna! —gritó con pánico.
El teatro, que hasta entonces había estado en un silencio expectante, comenzó a llenarse de murmullos. Kael llegó a su lado antes que cualquier otro, y se arrodilló junto a ella. Anna se aferraba a su brazo, mientras las lágrimas empezaban a correr por sus mejillas.
—Anna, estarás bien —dijo Kael con la voz quebrada por la preocupación.
Anna intentó hablar, pero el dolor era demasiado intenso. Sentía que el brazo le ardía y que el mundo a su alrededor se volvía borroso. Kael la sostenía por los hombros con una firmeza que la anclaba a la realidad, pero no podía evitar sentirse abrumada por el fracaso y la vergüenza.
—Lo siento... te fallé —murmuró entre sollozosl—. Prometí regresar contigo, pero no voy a poder...

Kael negó con la cabeza, sin dejar de mirarla con esos ojos que siempre le habían dado fuerza.
—No, te equivocas. Sé que estarás bien y volveremos a como éramos antes —le susurró, apretando su mano con suavidad, como si ese simple gesto pudiera aliviar todo el dolor.
Anna lo miró con los ojos llenos de lágrimas, y por un instante, en medio de todo el caos y el dolor, se sintió reconfortada por su presencia. Kael siempre había estado allí, incluso cuando ella había tratado de distanciarse. Kael no la había dejado, ni en la pista ni fuera de ella.
Cuano los médicos llegaron Kael no se apartó de su lado.
—Voy con ella —dijo con voz firme cuando intentaron alejarlo.
Anna, debilitada y adolorida, no pudo evitar sentirse agradecida por su tenacidad. Kael era el único que podía sostenerla emocionalmente en ese momento.
Mientras los médicos la subían a la camilla, Kael mantuvo su mano en la de Anna. El sonido del público, los jueces, y los otros bailarines se desvaneció. El teatro, la competencia, todo había desaparecido para Kael. Lo único que importaba ahora era Anna, y asegurarse de que estuviera bien.
Cuando salieron del teatro hacia la ambulancia, Anna sintió una punzada de vergüenza y tristeza. El peso de haber fallado, de haber arruinado su oportunidad, la golpeaba más fuerte que el dolor físico. Pero al ver que Kael seguía a su lado, comprendió algo que había ignorado por demasiado tiempo: no importaba la competencia ni el baile, lo que importaba era que Kael siempre había estado allí, esperándola.
—Gracias —susurró débilmente, y aunque Kael no dijo nada, sus ojos le decían todo lo que necesitaba escuchar.




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