Bailando Hacia Ti (colección: Cde #1)

Capítulo XII

Si antes estaba temblando mientras simplemente me revisaba, cuando empieza a trabajar en mis dientes, me encuentro prácticamente convulsionando.

Cristian termina de acercarse, tomando ambas manos y acariciándolas.

Pero por mucho que me encante ese gesto, no puedo dejar de temblar.

Cuando por fin la tortura termina, me siento en la camilla mientras el doctor recoge sus cosas, indicando una que otra cosa a tener en cuenta con lo que me había hecho.

No puedo evitar suspirar, sintiendo un completo alivio. El dolor que me había estado acompañando por semanas finalmente ya no está, por ende, el dolor de cabeza tampoco.

Observo a Cristian de pie frente a mí, y sin evitarlo, recuesto mi cara sobre su pecho. Estoy de lo más agotada. Él besa mi cabeza en respuesta, haciéndome sentir mejor.

Pero no dura mucho, porque me siento peor de nuevo cuando lo veo pagar todo esto.

Al salir de allí, pasa un brazo por mis hombros para guiarme, pero me percato de que vamos a una dirección diferente.

──¿Vamos a un sitio? ──le pregunto.

──Sí, quiero mostrarte algo.

Entonces llegamos a un edificio residencial.

──¿Aquí? ──vuelvo a preguntar.

Él solo asiente y continúa guiándome.

Me doy cuenta demasiado tarde de que me lleva a su apartamento.

Cuando abre la puerta, casi me da un ataque de pánico. Tengo miedo y mucho, no sé si estar aquí es correcto o no ya que nunca había estado sola con un chico, y mucho menos si vive solo.

Quiero negarme, pero en cuanto veo su mirada… supe que estoy segura, por lo que entro con algo de timidez.

Me quita mi bolso y lo deja en una silla cercana. Entonces voltea a verme y yo enrojezco por completo.

──Tranquila ──dice con suavidad──. ¿Confías en mí?

Me pierdo en sus ojos cuando me hace esa pregunta. Queriendo quitarle esos lentes para besarlos. Cristian tiene unos ojos preciosos, llenos de amabilidad y ternura.

Carraspeo.

──Sí.

Me sonríe.

──Ven. ──Toma mi mano y me lleva al sofá, pero antes de que pueda sentarme me detiene──. Esta es mi mejor adquisición en todo este tiempo.

──¿Por qué?

Entonces él se coloca a un lado del sofá y mueve algo, no estoy segura de que, pero el sofá se convirtió en una cama. Es la primera vez que veo uno.

──Vaya. ──digo asombrada, viéndolo de cerca.

──¿Por qué no te recuestas? ──propone.

Y allí la incomodidad vuelve.

──Eh…

──Pruébala, verás que es muy buena.

Sin muchas más opciones, primero me siento, y me doy cuenta de que tiene razón, es muy buena. Mis dedos sienten gustosos la suavidad de los cojines, es como si me llamaran para dormir sobre él.

──Tranquila, Rebeca, puedes probarlo.

Lo veo a los ojos solo un segundo, pero decido no darle tantas vueltas a su insistencia y opto por hacerle caso.

Me recuesto en el ¿sofá cama? Ni idea de cómo se llama, pero se siente muy bien, bastante bien.

El cansancio de todo este tiempo, posiblemente el de toda mi vida, comienza a hacerse presente. ¿Por qué nunca había sentido este cansancio? Y ahora sin el dolor de muela molestándome…

Simplemente me quedo dormida sin poder evitarlo.

***

──Rebeca ──una voz susurra cerca de mi rostro, pero estoy tan a gusto que no quiero hacerle caso──. Rebeca, hermosa, se te hará tarde para ir a casa.

Aquello sí que me hace abrir los ojos.

Me siento de inmediato, veo de reojo por la ventana como a través de las cortinas apenas queda algo de luz del día.

Chillo.

¿Por cuánto tiempo me quedé dormida?

──Ay, no. ──Al intentar levantarme noto una cobija suave que me cubre──. ¿Eh?

──Te dije que es mi mejor adquisición.

Se me colorea el rostro.

──Lo lamento mucho. ──Me levanto como puedo y comienzo a arreglar el sitio donde estaba acostada──. No creí que fuera quedarme dormida.

Doblo las sábanas, sacudiendo y estirando todo para que quede perfecto. Quise hasta volver el mueble un sofá nuevamente, pero Cristian toma mis manos para detener mis impulsos. Camina hacia el otro lado del sofá y él mismo la recoge.

──Lamento esto ──murmuro──. ¿Tú qué hiciste en todo este tiempo?

Se sonroja.

──Te ves… linda durmiendo. ──musita con un gesto avergonzado. Carraspea y señala una mesita cercana, arriba de esta hay unos panecillos──. Los compré para ti si tienes hambre.

──No es necesario. ──digo con algo de pena, espero no haber roncado, porque de lo contrario…──. De verdad siento esto.

Él le resta importancia.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.