Voy a la cocina en busca de ese café, solo les sirvo a ellos, siento que si consumo algo podría vomitarlo por los nervios. Al regresar les tiendo una taza a cada uno.
Ellos se sientan y yo al sentirme tan inquieta, me quedo de pie.
──Rebeca. ──Me tenso apenas papá empieza──. ¿Te sientes bien aquí?
Eso me desarma.
──Sí, lo estoy.
Él asiente, tomando de la taza y dejándola a un lado al terminar.
──Me preocupan tus decisiones, siendo honesto. ──Mira con atención de nuevo todo el apartamento antes de posar sus ojos en mí──. No estás trabajando y eso me preocupa. Supe que trabajaste en una cafetería. ¿Por qué renunciaste?
──Por lo del baile…
──Vale, pero considero que debiste reconsiderarlo. Esta no es tu casa, estar sin trabajar…
──Gano con las competencias…
──¿Y cómo lo estás ayudando ahora con los gastos? ──Me quedo en silencio, no encontrándome capaz de decirle que él mismo me dijo que siguiera mis sueños sin que me preocupe. Papá niega con la cabeza──. ¿En qué trabaja ese chico?
Alzo las cejas.
Fuimos a cenar contigo hace una semana, ¿y no pudiste…?
Suspiro, no tiene caso con él.
──Soporte técnico, papá ──respondo──. Él es… muy bueno en lo que hace.
No te sonrojes, no te sonrojes, no te sonrojes.
──Rebeca… le estás dando una responsabilidad enorme a ese chico. ──dice mamá──. Una cosa somos nosotros, que somos tus padres. Pero él es joven, tiene todo el derecho de cansarse de todo esto. Ustedes creen que la vida en pareja es fácil, pero no lo es.
Me siento terrible.
Debí aceptar la oferta de Cristian, me vendría bien la alegría de May, o las bromas de Mario. Estar a solas con ellos me deja vulnerable.
Cuando creo que seguirán destrozando mis decisiones de vida, me apresuro a hablar.
──Entiendo lo que dicen, en serio. Pero, papá, ¿tú no le habías llegado a ofrecer a mamá que deje de trabajar y se dedicara a estudiar antes de que yo naciera?
──Eso es diferente.
──¿En qué es diferente?
──Tu mamá y yo estábamos casados en ese momento, tú ahora estás…
──Lamento si te decepciono por no estar casada, pero no soy como mi tía. ──Se tensa──. Me cuido y hago lo mejor que puedo con lo que tengo. No le veo sentido a que me digas todo esto cuando ya tengo meses viviendo con él. Me cuida, papá. ¿Qué es lo que te preocupa?
──Me preocupa que eres muy joven, tienes veinte años. Esto es demasiado.
──Mamá tenía veinte años cuando se casó contigo.
──Por eso mismo, no quiero que te precipites.
Creo que papá no entiende el peso de sus palabras, mamá le ve directamente sin decir nada unos segundos, es obvio que espera a que agregue algo o diga a que se refiere exactamente. Pero no lo hace.
──No me estoy precipitando…
──Te viniste a vivir con él luego de conocerlo por… ¿cuánto tiempo?
Bajo la mirada, incapaz de responder. Quedándonos en completo silencio.
Cuando mamá entiende que no diré nada más, me habla.
──¿Y ese collar? ──pregunta.
Llevo las manos hacia mi espalda para apretarlas con fuerza, sabía que tarde o temprano empezaría la discusión por este accesorio.
──Fue un regalo ──murmuro.
──¿Fue de ese chico? ──cuestiona papá con amargura.
──Sí, fue de su parte.
──Te está manipulando ──suelta mamá.
Abro los ojos como platos, ¿cómo un simple collar puede significar eso?
──¿De qué hablan? ──pregunto sin poder creerlo.
──Rebeca, tú eres cristiana, ¿por qué usas algo de la iglesia católica?
Cierro los ojos un par de segundos, no creo que hablar de mis creencias religiosas ahora fuera a acabar bien.
──Es solo un regalo ──insisto.
──No. Te está manipulando ──asegura mamá de nuevo──. De seguro te está metiendo ideas equivocadas en la cabeza, te dijimos que ese chico no es una buena influencia. Él debe respetar tus creencias desde el primer momento, no intervenir en ellas.
──Mamá…
──Quítate eso y ya ──ordena papá.
Llena de rabia, lo hago.
Apenas me quito el collar, siento un gran vacío en mi pecho, que nuevamente estoy traicionando a Cristian al no ser capaz de darles frente.
Soy una maldita cobarde.
──Dile a ese chico que te respete de una buena vez ──gruñe mamá──. Él y su actitud reservada que no cambia ni con nosotros.
Cierro los ojos con fuerza.
──Se llama Cristian ──suelto sin darme cuenta.
Vuelvo a abrir los ojos, sintiendo como la sangre se me va del rostro. Ya no lo había pensado, se me había escapado de los labios tan rápido que no pude detenerlo. Sé que ya se lo había dicho a mamá anteriormente, pero esta era la primera vez que lo decía en frente de papá.