Cristian me toma de la cintura con firmeza y me ayuda a caminar, no puedo evitar reírme bajito durante todo el camino. Pongo toda mi concentración en cada paso que doy, no queriendo tropezar y caer.
Al entrar al apartamento, me guía hasta el sofá y me sienta. Extendiendo el sofá para que pueda recostarme sin problemas. Se arrodilla a mi lado para evaluarme y ante su expresión seria, no puedo evitar sonreírle.
──Que seeerio. ──digo entre risas y arrugando ligeramente la nariz.
Él aprieta los labios, conteniendo la diversión.
──Entonces… ¿salieron a beber? ──pregunta mamá, acercándose y sentándose a mi lado.
──Sí… bueno, mi amigo nos invitó.
──¿El chico tatuado? ──pregunta papá──. Ese chico…
──Por favor, no ──pide Cristian──. No lo conoce, no tiene por qué ponerse a la defensiva.
──Tiene aspecto de criminal. ──Papá vuelve a observarme──. Y no solo eso: su forma de sostener a Rebeca…
──No piense mal de él, es como mi hermano. Y cuida cada paso de Rebeca cuando yo no estoy.
Papá se frota el cabello con cierto cansancio.
──Erwin, toma esto con calma, ¿sí? ──pide mamá──. Ella debe de sentirse mareada por la bebida y…
──Por eso mismo ──responde papá──. ¿Por qué dejaste que bebiera tanto? No debiste, el alcohol es…
──Ella quiso hacerlo ──interrumpe mi pelirrojo.
──¿Y qué sigue después de esto? ──cuestiona──. Si de verdad la estás cuidando, debes detenerla. Esto no es sano.
──¿Detenerla? ──inquiere Cristian──. Sé que no es sano, a mí tampoco me gusta el alcohol, pero esto es algo que ella quiso hacer y experimentar. Se lo digo de una vez, no soy ningún controlador.
──¿Qué no lo eres? Mira cómo está.
──¡La estoy cuidando! ──Pego un salto al escuchar como Cristian elevaba la voz, es la primera vez que lo hace frente a ellos y eso me asustó.
Papá parece perder la paciencia ante eso, porque se endereza y da un paso. Y mi pánico crece cuando Cristian se levanta.
Aquello hace que recobre algo de cordura.
──¡Esperen…! ──Me siento lo más rápido que puedo, aterrada. Pero apenas llego a la orilla siento cómo algo sube desde mi estómago.
Pongo mis manos sobre mi boca al sentir una amarga sensación.
──¿Rebeca? ──pregunta mamá.
No pude contenerla, saco la cabeza del sofá y comienzo a vomitar en el suelo.
Cristian llega a mi lado en cuestión de segundos, aparta todo lo que puede para que no me ensucie, pero fue inevitable el desastre. A él no le importó ensuciarse, estaba al pendiente sosteniendo que mi cabello no estuviera de por medio, y apenas dejo de vomitar me levanta en brazos.
A pesar de que me siento del asco, ser elevada por los aires me dio cierta gracia.
──¡Wii! ──exclamo como niña pequeña, riendo a carcajadas.
Cristian no pudo avanzar ni dos pasos cuando siento que el estómago vuelve a retorcerse, como puedo me bajo de inmediato. Una vez mis pies tocaron el suelo, giro y comienzo a vomitar de nuevo, Cristian me toma de la cintura para evitar que me cayera.
Desastre total.
Entonces, como si la preocupación por mí los uniera, ellos tres comenzaron a juntarse para poder ayudarme en esta condición.
──¿Dónde está el baño? ──escucho a papá a preguntar.
──Por aquí. ──Cristian comienza a caminar conmigo, sosteniéndome con firmeza──. Rebeca, resiste un poco más.
Mi mirada está en el piso y aun así todo me da vueltas. Apenas logro ver de reojo cómo papá y mamá se adelantan y preparan todo en el baño para mi llegada.
Al entrar, quiero agacharme de una vez, pero mamá habla.
──Rebeca, tienes que quitarte eso primero. ──La miro sin entender──. La ropa, estás llena de…
Papá voltea de inmediato y Cristian me sujeta mientras mamá me quita la blusa con cuidado de no ensuciarme.
──¿Se ven caídos, mamá? ──le pregunto sin pensar, ella se ve algo culpable al responder.
──No, Rebeca, no lo están. ──Mis ojos se llenan de lágrimas──. Eres hermosa.
Cristian sube la mano para limpiar mis lágrimas.
──Señor. ──Cristian habla──. Al frente es la habitación, necesito que traiga ropa para ella, por favor.
Papá trae la ropa con la mirada agachada para no verme y entre Cristian y mamá, terminaron de cambiarme la ropa. Los veo interactuar entre ellos tres sin creerlo del todo, hablaban de qué hacer y qué no conmigo así.
Las náuseas vuelven. Ahora sí me arrodillo y sigo vomitando.
Fueron largos los segundos, los sentía eterno. El estómago me daba vueltas y empezaba a cuestionarme porque bebí tanto como lo hice, ahora entendía mucho menos que le veían de divertido todo esto mis padres cuando bebían sin control. Esto es horrible.
Al sentir tanto silencio a mi alrededor, noto una escena algo extraña.