──Lamento no tener una foto… ──empiezo a decir apenas estoy lista.
──No, Rebeca. No te disculpes por eso, lamento todo esto yo. Creí que ellos irían, pero al ver que no fue así… me destroza. Si tan solo hubiese…
Veo mi anillo. No es una joya costosa, pero sí el compromiso más puro que alguien me había ofrecido. Si bien él tampoco fue por trabajo, el que busque compensarlo de inmediato, hace la diferencia.
──Habías pedido muchos permisos las últimas semanas para acompañarme cuando lo necesitaba, es normal.
──No me excuses, me siento horrible. Siento que te fallé. ──Me abraza con más fuerza──. ¿Quieres contarme cómo fue todo allá?
Asiento.
Cada detalle que le cuento, lo pone peor. Veo claramente cómo le duele cada palabra que le digo. Pero me detengo cuando estoy a punto de llorar.
──Déjalo salir, preciosa. ──Niego con la cabeza──. ¿Por qué no?
──Estoy cansada de llorar.
──Estuviste por años aguantando las ganas de llorar, ¿cómo puedes estar cansada tan rápido? ──pregunta algo incrédulo.
──Hablo en serio ──respondo──. Si quieres ayudarme, necesito que hagas otra cosa.
Él suspira.
──Bien, ¿qué necesitas que haga?
Sin pensarlo, me siento a horcajadas sobre él.
Él levanta las cejas.
──Ballerina, estás triste, no quiero si estás triste.
──¿Qué tiene que lo esté? ──cuestiono sin entender.
──Que eso no se siente bien, no podré hacerlo. No podré dejar de pensar en lo triste que estás.
──Pero esto me hace sentir mejor.
Cristian se sonroja.
──De verdad, no sé si sea buena idea.
──Por favor ──le suplico.
Se me queda viendo por largos y silenciosos segundos. Por mucho que toda mi familia pensaba mal de él, que solo está conmigo por interés o algo así, tan ciegos por sus propios prejuicios que tienen de él, que no se dan cuenta de que es todo lo contrario.
Me respeta demasiado, y por mucho que a veces no podemos contenernos, él siempre me deja claro que nunca quiere obligarme. Nunca quiere que me sienta usada, solo amada, y eso solo me hace amarlo mucho más.
Entonces accede.
La forma en que Cristian me ama es embriagante y completamente adictiva. Por él he ido soltando todo que solía contener, dejando atrás toda la vergüenza que me dominaba cuando intentaba expresarme.
Es mi espacio seguro, mi hogar donde puedo ser yo misma.
A él le sucede lo mismo. Al principio siempre temblaba al momento de tocarme, se sonrojaba con cada mirada que le daba, pero ahora… verlo tan seguro de sí mismo me deja sin aliento. Siento que también soy su excepción.
El claro ejemplo es ahora, cuando me toma con firmeza para besarme.
Ese beso era de todo menos romántico y tierno, habíamos dejado atrás esa fase; ahora parecía que queríamos devorarnos. Viendo quién podría lograrlo primero, quién dominaría primero y obtendría la sumisión del otro, y aquello nos fascina a ambos.
Era solo en este momento donde yo tiraba mi timidez por la ventana y donde él parecía olvidarse de ser un caballero.
──Eres tan hermosa. ──Me sonrojo al escucharlo──. Soy un adicto a ti, a cada parte de ti. Siento que ni pasando toda la vida contigo sería suficiente para saciar todas las ganas que tengo de ti, no me alcanzaría el tiempo para mostrarte lo mucho que te amo y me faltarían oportunidades para hacerte más feliz de lo que fuiste ayer.
──¿Cómo puedes amarme tanto?
──Eres la otra parte de mí, estaba incompleto hasta el día que te conocí.
──Tú eres mi salvador, solo por ti he sido capaz de romper las cadenas que me sostenían e impedían buscar mi felicidad.
──No sabes cuanto me alegra.
──Te amo, Cristian. ──Le beso con fuerza──. No me importa si esto no fue una propuesta… ──digo, tocando su anillo──, igual acepto. Acepto pasar el resto de mi vida contigo. Te cuidaré como ninguna otra mujer hará y me encargaré de que seas el más feliz.
──Ya lo estás haciendo, soy el más feliz.
Lo detengo cuando se va a poner el preservativo, queriendo más de él. Mi corazón se enternece al ver cómo eso lo avergüenza, pero termina accediendo también, dejando claro que negarme algo se le hace imposible.
──Espera… ──me quejo cuando no se detiene.
Jamás lo había visto tan motivado como ahora.
──Shh, uno más. ──Cierro los ojos con fuerza, como si eso fuera lo que necesitaba para seguir.
Es claro que tendré que tomar la pastilla, pero al sentirlo así… vale completamente la pena. Creo que tendré que dejar atrás mi fobia a las pastillas y cuidarme, porque sentirlo por completo fue mi perdición.
***
Cristian está limpiándome con una sonrisa en el rostro, yo estoy intentando volver a respirar con normalidad, ni siquiera los entrenamientos de ballet me dejan tan exhausta.