Bailando Hacia Ti (colección: Cde #1)

Capítulo XLIX

Cristian

──¿Crees que le guste? ──le pregunto a May.

Estamos en una tienda de ballet o lo que sea, yo no entiendo absolutamente nada de estas cosas, por lo que tuve que traer a May. Quien tampoco sabía nada de esto y solo estorbó en lugar de ayudar. Terminamos por llamar a la entrenadora para que nos diera claras instrucciones a tener en cuenta para comprar unas nuevas zapatillas para mi hermosa Ballerina.

Había trabajado duro para poder regalárselas, quiero que se luzca este sábado.

──Son hermosas, Cristian ──dice con una sonrisa.

Salimos de la tienda, estoy totalmente satisfecho con la compra, ya quiero ver su reacción al verlas.

Pero me detengo de golpe al ver al hermano de Rebeca a lo lejos.

Como odio a ese tipo, solo con verlo y recordar lo que le hizo a mi Ballerina, sale a flote lo peor de mí. De las pocas veces donde mando al diablo mi educación.

──Parece que quieres matar a alguien, ¿qué te pasa? No me acostumbro a verte así. ──La voz de May me hace reaccionar.

Niego con la cabeza.

Decido tomar otro camino, no vale la pena perder lo que soy solo por ese parásito.

──Alguien que no vale la pena ──espeto de mala gana.

──Bueno, cálmate.

──Estoy calmado ──digo en el mismo tono.

──Sí, claro… muy calmado ──responde con sarcasmo.

Obviamente no lo estoy, pero me fuerzo a estarlo, no quiero ponerme de mal humor por culpa de ese tipo.

Nos reunimos con mamá, quien vino también para hacer otros encargos por aquí, por lo que cuando todos estuvimos listos, nos subimos al auto para irnos.

Veo mi celular con atención, ya que mis compañeros me están escribiendo por cuestiones de trabajo. Pero me extraña que Rebeca no me ha escrito, normalmente me avisaba cuando llegaba y a esta hora ya suele haber llegado al apartamento. Tal vez se había vuelto a tirar al suelo con su típico drama luego de cada entrenamiento, quise reír al imaginarlo.

O tal vez salió con sus compañeras.

Esa idea me emocionó más, me haría feliz que hiciera más amigas, por lo que deseé que fuera así. Es lo que más necesita, amigas genuinas con las que pueda contar luego de todo ese maldito desastre con su familia.

De solo recordar cómo en el mismo día la dejaron plantada en su acto de graduación, invitaron a una fiesta para celebrar los logros de otra persona y cómo la volvieron a dejar plantada en un lugar cuando la celebración era en otro sitio, me duele.

Me duele que ella se sintiera menos por todo eso.

Por eso estoy decidido, quiero proponerle hacer un pequeño viaje, quiero convencerla de que usemos parte del dinero de su competencia para quedarnos más días en la capital y pasarla bien. Tal vez conocer otros sitios la haga sentir mejor, puede ayudarla a refrescar su mente.

──Hasta luego, cariño, salúdame a tu Ballerina ──dice mamá con picardía.

Rio un poco.

──Adiós, mamá. ──Me bajo del auto y cierro la puerta.

Subo emocionado con mi regalo, ansioso por ver su mirada al dárselo, pero frunzo el ceño al notar lo silencioso del apartamento. Veo sus cosas sobre el sofá, ella había estado aquí, pero claramente volvió a salir.

Me quedo un segundo en silencio, ella suele avisarme antes de salir, pero…

Tocan el timbre y yo voy de inmediato para presionar el botón del intercomunicador.

──¿Sí?

──Soy Daniel, ¿puedo pasar? ──le abro la puerta de inmediato.

──Hey ──saludo algo extrañado cuando lo dejo entrar──. ¿Qué haces aquí a esta hora? Es…

──Peligroso, sí. Cálmate. ──Entrecierro mis ojos, pero cierro la puerta para sentarme en el sofá. Daniel no tarda en imitarme──. Lamento venir así, pero es que quería un consejo, y…

──¿De mí? ──Asiente──. ¿Por qué?

──Pues… eres de más confianza. ──Eso me conmueve.

Entonces lo escucho atentamente, todo mientras intento ignorar que pasa el tiempo y Rebeca no regresa de donde sea que está. No negaré que me estoy preocupando y bastante, porque la idea de que algo le haya pasado…

Le dejo un mensaje.

Yo: Hola, Ballerina, ¿dónde estás? Se hace tarde, si quieres me puedes avisar para ir por ti cuando estés lista.

──¿Y Rebeca? ──reacciono de nuevo cuando Daniel me habla.

──Salió, parece.

──Oh. ──Toma la caja de las zapatillas y la observa──. ¿Y esto? ¿No te falta el tutú para hacer juego?

Ruedo los ojos.

──Cállate, idiota ──regaño──. Luego te molestas cuando te regreso las bromas.

Daniel ríe.

──Lo lamento, ¿son para ella? ──Asiento──. Eso es genial. ──Vuelve a dejar la caja──. Hablas mucho de ella hasta por los codos, te tiene bastante idiota.

──Pues sí, es mi señora. ──Comienza a reírse y burlarse──. Ajá, ríete mucho. Tu eres otro empalagoso andante.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.