Bailando Hacia Ti (colección: Cde #1)

Capítulo LI

¿Mmm?

──¿Qué es esto? ──pregunto a la nada.

Y es que eso es lo que hay a mi alrededor, no hay nada.

Intento enfocar, pero solo veo blanco y quietud, bajo la mirada y veo mi cuerpo, llenándome de más dudas. ¿Por qué puedo verme, pero no puedo ver lo que me rodea?

Escucho unas risas a mi espalda y volteo, aterrada.

Sigo sin ver nada, pero sigo escuchando unas risas, sonaban infantiles y llenas de inocencia. Fácilmente puedo decir que provienen de una niña.

Vale, esto me está aterrando.

Camino con cierto temor, todo es tan blanco que ni siquiera puedo distinguir si había suelo o paredes a mi alrededor, pero la risa me llama, siento que debo buscar su origen. Por lo que luego de unos cuantos pasos, mi miedo a caer va desapareciendo, hasta que termino por empezar a correr.

Jadeo, no entiendo absolutamente nada de lo que está pasando, solo quiero encontrar esa risa.

Entonces algo aparece en medio de todo, destacando entre el blanco que la rodeaba.

Es una niña, sentada mientras dibuja, claramente concentrada en lo que está haciendo.

──Eh… ──Dudo, no sé quién es esa niña o donde estoy yo, simplemente no encuentro las palabras adecuadas.

Entonces voltea a verme.

Mi pulso se acelera, la reconozco de inmediato.

Soy yo, soy yo de pequeña, puedo reconocer esa ropa de algunas fotos familiares.

Tendría aproximadamente tres o cuatro años, no sabría decirlo, pero se ve diferente a como suelo verme en el espejo, no solo porque he crecido, sino por su mirada. Se ve como una pequeña llena de vida, capaz de comerse al mundo si se lo propone, jamás he tenido esa mirada, no que yo recuerde.

Me recuerda a la niña de la competencia.

Estoy hipnotizada, se ve tan llena de vida y felicidad, como si encontrara maravilloso todo a su alrededor a pesar de que no hay nada que observar. Sus gestos son totalmente despreocupados y parece estar divirtiéndose.

Se levanta y me sonríe abiertamente, llena de felicidad.

──No entiendo nada ──murmuro.

Entonces comienza a correr, no dudo y voy tras ella, solo somos ella y yo en medio del vacío que nos rodeaba.

Aparecieron dos figuras más, los reconozco al instante, son mis padres. Veo cómo mi versión más pequeñita se llena de alegría al verlos, corre con muchas más ganas que antes y se lanza sobre papá.

──¡Arriba! ──pide.

Papá sonríe y la levanta, dando vueltas conmigo o con ella, la verdad es confuso describir lo que ven mis ojos: verme de niña y describir lo que hacía.

Segundos después, papá la baja nuevamente.

──¡Mi nenaza! ──dice y mis ojos se llenan de lágrimas, así solía llamarme papá de niña──. A ver, ¿qué tan inteligente eres? ¿Cuántos dedos tienes entre las dos manos?

Esas preguntas encendieron mi mente, recuerdo ese momento a la perfección.

Levanto mis manos y extiendo los dedos, justo como lo hace mi pequeña versión.

──Diez deditos ──decimos ambas, al mismo tiempo.

¿Por qué estoy viendo esto?

La niña comienza a hacer vagos pasos de ballet, son torpes, pero claramente se ve que lo disfruta.

──Mírame mami, soy una bailarina. ──Ríe alegremente.

Mamá sonríe.

──Sí, eres una bailarina hermosa.

¿De verdad yo era así a esa edad? Tan despreocupada y llena de energía… siempre me he recordado de lo más seria y apagada.

Ella baila sin miedo, sin la presión de ser observada. Cada paso es torpe, pero genuino. No hay duda en su mirada, ni vergüenza en sus movimientos. Yo… yo no recuerdo la última vez que me sentí así.

¿Desde cuándo…?

No pude terminar la pregunta, como si el escenario quisiera responderme, las figuras de mis padres se volvieron borrosas, volviéndose en una mancha que dejó ver a la siguiente, tensándome al instante.

Es Michael, y está tomando mi mano para llevarme a la habitación.

──No… ──Intento moverme, solo que me había quedado paralizada por completo──. No vayas con él… espera, ¡no entres!

Mi pequeña yo, voltea a verme llena de confusión e inocencia.

No quiero que pierda esa mirada.

Siento el corazón en la garganta, me obligo a reaccionar y corro con todas mis fuerzas, desesperada en que esa niña no tenga que volver a vivir algo tan horrible, solo que no llego a tiempo. Choco con la puerta siendo cerrada abruptamente y escuchaba los lamentos de la niña del otro lado de la puerta.

──¡Abre la maldita puerta! ──grito mientras golpeo la puerta.

No pude abrirla.

Un dolor comienza a extenderse por todo mi pecho, creí que vivir aquello me había herido de tal forma que no tenía comparación, pero me había equivocado. Verlo es mucho peor.

──Esto no me gusta. ──me quejo, veo a mi alrededor con desesperación──. ¡Quiero despertar! ¡Esto no me gusta!




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