Bailando Hacia Ti (colección: Cde #1)

Capítulo LII

Cristian

Veo a la enfermera revisar a mi Ballerina, mientras que July y Erwin se mantienen en una esquina en silencio.

El ambiente es tenso, no sé de qué hablaron cuando July comenzó a llorar, pero parece que no sirvió de nada. Siguen igual o peor, la única razón por la que no me voy es porque no quiero que Rebeca despierte sintiendo ese ambiente.

Cuando la enfermera se retira, entra mi hermana, Karen.

──Ven.

Volteo a ver a July, quien me sonríe.

──Estaré al pendiente de ella, tranquilo.

──Gracias. ──murmuro y salgo de la habitación. Antes de que pueda preguntar qué pasó, veo al conductor de porquería──. Ah, eres tú.

Cómo lo odio, apenas intentó justificarse diciendo que Rebeca cruzó de forma distraída, me lo comí a gritos. ¿Cómo se atreve? ¿Cree que puede conducir como quiera por toda la ciudad? Hay que ser conscientes y respetar los malditos semáforos.

Y de solo recordar la consecuencia que le dejó a ella por esto…

Se acerca a mí con una expresión culpable.

──Lo lamento, de verdad ──dice──. ¿Cómo está la chica? ¿Puedo verla?

──Ni hablar ──digo de inmediato.

──Cristian… ──Karen intenta apaciguar mi enojo, solo que es imposible.

Que se metan con mi Ballerina… es inaceptable.

──No. ──gruño y observo al conductor──. Si tanto te arrepientes, aprende a conducir de una buena vez. ¡Jodiste la cadera de mi novia!

Todos me observan, sorprendidos de que levante la voz. Pero no pienso detenerme. Puedo sentir mi rostro caliente, de seguro estoy todo rojo del enojo.

──Cristian, cálmate.

──Que no. ──Ella retrocede al ver mi expresión. De solo recordar lo que dijo el médico, hace que quiera matarlo──. Créeme que te enviaré cada factura, mientras tanto, lárgate de aquí.

──De verdad lo lamento.

──Me importa muy poco que lo lamentes ──digo duramente──. Dejaste muy claro tu justificación cuando dijiste que ella cruzó de forma distraída, ¿y si hubiese sido un niño corriendo? ¿y si era una persona mayor incapaz de esquivar?

──No quise…

──Lárgate antes de que haga que te internen aquí. ──Karen me observa sorprendida.

Quiero seguir gritándole, pero soy interrumpido.

──¿Todo bien? ──Volteo y allí se encuentra Mario, él al ver cómo quiero despellejar vivo al conductor, se dirige a él sin pensarlo──. ¿Te estás metiendo con mi amigo de nuevo?

Entorno los ojos.

──Eh… ──Me relajo un poco al ver como retrocede ante la presencia de Mario.

Mi amigo es intimidante, y cuando se lo propone, sientes miedo con solo verlo. Como ahora.

Mario se acerca a él.

──No pude presentarme contigo. ──Toma su mano y la aprieta con fuerza──. Puedo enseñarte a conducir si quieres.

Karen salta antes de que hagamos un desastre.

──Ni se te ocurra, Mario. ──advierte y mi amigo se tensa. Ella lo empuja y Mario cede luego de dos intentos, soltando al idiota en el proceso. Karen vuelve a observarme──. Cristian, solo quiere disculparse, ¿puedes mantener la calma dos minutos mientras lo hace?

Refunfuño de mal humor.

Lo escucho de mala gana. Él parece ponerse nervioso ante mi mirada, y apenas intenta acercarse a la puerta para disculparse con July y Erwin, se detiene: porque Mario se coloca frente a esta, cruzándose de brazos. Es allí cuando deja de insistir.

──Mario ──regaña Karen.

──Si López no quiere que se acerque, no lo hará. Fin de la historia.

El conductor se rinde y se va sin decir otra palabra.

──Ustedes son imposibles ──se queja mi hermana.

──La cadera, Karen. ──digo mientras me quito los lentes y froto mi rostro, los ojos me arden muchísimo──. ¿Cómo diablos le diré lo de la cadera a mi Ballerina? ¿Has pensado en cómo lo va a tomar?

──Sabes que no lo hizo…

──¡Sí, ya sé! ──Ella salta del susto──. ¡Sé que pudo haber salido peor! ¡Pero eso no le quita importancia a que le jodieron los sueños!

Mis gritos hacen que la puerta de la habitación se abra, en ella sale Erwin. Quien me observa con algo de sorpresa.

──¿Todo bien?

Suspiro.

──Sí. ──digo lo más calmado que puedo, poniéndome de nuevo los lentes──. ¿Despertó?

──No. ──Entonces lo veo observar a Mario.

Mario lo mira fijamente sin decir nada, sorprendentemente se queda quieto y calmado a pesar de que Erwin parece estar juzgándolo a más no poder. No es la primera vez que esto pasa, supongo que lo hace por los tatuajes que llegan hasta su cuello.

Luego de un minuto, mi amigo se cansa de su silencio.

──Soy Mario Ochoa. ──Estrecha su mano de forma educada──. Soy el mejor amigo de López.




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