Respiro hondo y salgo de la habitación, donde Cristian estaba arreglado y vestido junto a Mario. Comienzo a babear al detallarlo, se ve tan guapo con esa camisa manga larga. Esas en definitiva son mis favoritas, porque suele remangarse hasta la mitad del antebrazo, y puedo ver claramente cuando sus músculos se tensan.
Él al verme parece babear también.
──Salgamos antes de que se arranquen la ropa ──pide May.
Cristian suelta a reír y se acerca a mí para besar mi frente.
──Completamente hermosa. ──Sonrío.
──May escucha mis últimas palabras. ──suplica Mario, ambos nos separamos para verlo──. Que no me entierren, quemen mi cuerpo de inmediato. Me comerán las hormigas luego de presenciar tanta azúcar.
May suelta una carcajada y lo golpea. Mario ni parpadea.
Él en cambio se acerca a mí con una sonrisa, Cristian se aparta para que pueda acercarse. Y una vez frente a mí, besa mi cabeza.
──Te ves muy bien ──murmura──. Es bueno saber que estás recuperada.
Me acerco a él y lo abrazo con fuerza.
──Gracias. ──Sonrío cuando corresponde al gesto──. ¿Por qué no viniste antes para visitarnos?
──Eh… trabajo.
──No te pierdas ──regaño y él se disculpa.
Todos salimos del apartamento en completo silencio, algo me dice que Cristian está nervioso, porque su mano se posiciona de manera inquieta en mi cadera en todo el camino. Ni siquiera en todo el trayecto en el auto de Mario me suelta. Me acurruco a él en un intento de calmarlo, asociando su inquietud con los eventos recientes.
Llegamos a un restaurante y nos bajamos.
Mi sorpresa crece al ver a Frank junto a su esposa y el primo de Cristian, Daniel.
Me vuelvo hacia Cristian cuando lo entiendo.
──Te dije que esto no era…
──Lo es. ──Comienza a guiarme──. Debes celebrar cada objetivo que logras en la vida, mi Ballerina.
Cuando llegamos, veo en la mesa una felicitación con mi nombre.
¡Feliz Graduación, Rebeca!
Mi labio comienza a temblar, tengo que tomar una respiración algo temblorosa para no llorar frente a todos.
Daniel se acerca a mí y me abraza con fuerza, solo que cuando se aparta se ve visiblemente rojo. Cosa que May no tarda en burlarse.
──Dani, pareces un volcán. ──Daniel la observa con fastidio.
──Déjame en paz, May. Recuerda que sé cosas tuyas. ──Alzo una ceja con intriga cuando May se sonroja.
El sonrojo empeora cuando Mario pasa detrás de ella para llegar a la mesa, Daniel y yo nos miramos.
¡Por fin! ¡Alguien que me entiende!
Solo que la mirada asesina que nos lanza May nos detiene.
Nos sentamos, y veo con una sonrisa como Frank le muestra a Cristian fotos de la graduación. Solo que se distrae cuando May le tiende un vaso a Daniel.
──May, espero no le estés dando alcohol. ──May comienza a reír──. ¡May! Eso no es gracioso.
Dicho eso, le quita el vaso.
Tengo que contener mis risas cuando Mario en un rápido movimiento, intercambia su vaso con el de Daniel. Se lleva su propio vaso a la boca para disimular cuando Cristian vuelve a observarlos con sospecha, de verdad que ellos son locos. Es claro que mi pelirrojo suele ser la voz de la razón.
Fue un momento bastante agradable, todos compartiendo con total naturalidad. Llegó un punto donde todos nos cambiamos de asiento, porque mientras Frank y Mario obligaban a Cristian a beber, los demás hablábamos de temas más calmados.
──Agh. ──se queja Cristian. Sonrío llena de ternura al ver cómo se estremece con completo desagrado ante el sabor.
En el pequeño escenario de este lugar comienzan a tocar personas, es la primera vez que veo música en vivo.
──May, bailemos. ──Se levanta Mario y extiende su mano hacia ella──. Ayúdame a acercarme a la rubia de allá.
Eso me sorprende.
Miro con atención a May, pero ella observa a la chica y sonríe con picardía.
──Tu ayúdame con ese. ──Señala y Cristian gruñe.
Los sigo con la mirada cuando se alejan, al principio todo bien. Solo que comienzan a molestarse al otro hasta que finalmente cada uno llega a su objetivo. Esos dos tienen la misma locura.
Todos se fueron a bailar, nos dejaron solos en la mesa y eso hace que me muerda el labio. No estoy segura de sí sacar a Cristian a bailar sea buena idea; yo terminaría cojeando y Cristian, avergonzado.
Veo de reojo como Cristian se levanta apartando la silla, pero casi de inmediato se arrodilla a mi lado.
Volteo a verlo con los ojos abiertos como platos.
──¿Qué haces? ──pregunto llena de pánico.
Me sonríe de lado.
──No es que quiera comenzar esto con algo triste, pero es que la tuve algo difícil. ──dice mientras saca una pequeña caja de su bolsillo──. No sabía con quién debía tratar este tema ya que me dijiste que dejara las cosas con tu papá como estaban, por lo que pedir tu mano fue complicado.