Bailarín de hojalata

Bailarín de hojalata

Lorenzina cae al suelo, luego de girar como trompo descontrolado sobre un parqué encerado.

Su pecho se infla y desinfla con rapidez, está agitada. Ha estado preparándose para este momento durante once semanas, veintidós días, tres horas, y setenta y un minutos. Ha entrenado durante todo ese tiempo para poder bailar casi sin parar en esos dos minutos y medio que dura su performance. A pesar de haber caído al suelo, la ovación del público es absoluta en el más importante certamen de baile llamado: Drag or Dance. Para dicho evento, celebrado en Las Vegas, se ha montado un magnífico escenario construido especialmente para la ocasión. Lorenzina, aún en el suelo, coloca con delicadeza la palma abierta de su mano izquierda, sobre la parte desnuda de su amplio escote. Al mismo tiempo, intenta recuperar el aliento. Una mano metálica le ofrece ayuda para incorporarse. 

Ella sonríe un poco, está agotada. Toma esa mano con la suya, se impulsa, se incorpora y mira a los ojos de su pareja de baile: Nexus Dancer 5.0. Ella prefiere llamarle cariñosamente: Mel. No tiene noción, ni tampoco imagina Lorenzina lo que acaba de lograr esta noche junto a Mel. Su particular relacionamiento con su artificial pareja de baile, ha despertado innumerables sensaciones en el público del mundo entero. Lorenzina alcanzó fama mundial al participar en este certamen junto a Mel. Ella sólo hace lo que más le fascina hacer, la fama le importa poco, o nada. Contempla y admira con cariño incondicional e inconmensurable a los azules ojos de Mel. Nexus Dancer 5.0, siendo incluso menos avanzado que versiones posteriores, ha despertado en ella algo que ningún hombre le ha generado jamás. 

Con él, no sólo puede hacer lo que más ama, además pueden hablar durante horas, jugar ajedrez, bromear y hasta pueden compartir comedias televisivas que cualquier novio repudiaría. La prensa que rodea este certamen se ha hecho eco de este llamativo relacionamiento, el cual ha sido cuestionado. Lorenzina está convencida de que Mel, artificial como es, tiene bajo la piel de acero pulido un alma que vibra al compás de la suya. Declaró esto en entrevista exclusiva e hizo estallar las redes sociales, juzgaron sus actos; ella hizo caso omiso. Para la jovencita Mel es único. Para Nexus Dancer 5.0, Lorenzina es el ser humano que mejor entiende sus complejos algoritmos ciber-genéticos, envueltos entre enmarañadas redes neuronales artificiales.

La coreografía que tanto han practicado ambos, ha finalizado. Aunque Lorenzina en ese final ha caído, no culpa de esto a Mel sino a sí misma, por perder el control al girar. Ahora deberán aguardar por el fallo del jurado. Será un ansioso, interminable instante luego del cual obtendrán su puntaje. Normalmente, las parejas de baile sonríen hacia el público mientras esperan esto, o hacia las cámaras, o hacia el jurado mismo. Ellos no; sólo tienen miradas el uno para el otro. Mel, este robot con aspecto de hombre calvo cual maniquí cromado, sostiene la fina cintura de Lorenzina mientras ella le sonríe con dulzura. La bailarina se siente muy emocionada por haber logrado bailar en este certamen después de tantos esfuerzos. Esa emoción le genera algunas lágrimas. 

Personas del mundo entero también aguardan el puntaje del jurado junto con ellos, desean que ganen, votan desesperados desde sus dispositivos móviles, pues el voto del público se suma al del jurado. Alejada Lorenzina de esas cuestiones, aprovecha para abrazar a Mel una vez más, se acerca a él, le dice algo a los órganos auditivos holofónicos.

──Como sabes, Mel, odié la tecnología hasta el día que te conocí. Estuviste conmigo después del accidente, cuando nadie más estuvo. Cuidaste de mí cuando enfermé, hasta me lograste hacer reír cuando yo estaba llorando. No me abandonaste nunca, en ningún momento mientras duraron esas interminables cirugías reconstructivas, estuviste a mi lado en cada una de ellas. Me has dado todo de ti, más que cualquier ser humano que conozca. Estaba segura de que jamás podría volver a bailar. Tú notaste que adoro esto desde que tengo memoria, que es mi pasión de tiempo completo y gracias a ti no sólo he logrado volver a una pista de baile, sino que además estamos aquí, en este certamen tan importante. ──Hace una pausa para admirar a su alrededor las tribunas repletas de gente y las decenas de flashes de cámaras, las cuales titilan como estrellas bajo cielo nocturno. Luego prosigue──. Por todo eso te amo, Mel, te amo como nunca he amado a nadie más. ──Está agotada, su voz es apenas un siseo, dice todo esto con esfuerzo y a la vez con sentimiento. 

El puntaje del jurado, sumado al del público, comienza a aparecer en diversos monitores; no es suficiente para ganar. El certamen está perdido, su caída ha sido fatal para el veredicto final. No obstante, ella siente que ya ha ganado con el sólo hecho de estar allí. Antes de escuchar una réplica a sus palabras, proveniente de la voz metálica, aritmética, polifónica y masculina de Mel, acerca sus labios a los del robot y bajo absoluto bullicio del público, besa con intenso cariño a su amado bailarín de hojalata.




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