Vio a Cho de la mano de Cedric y suspiró. Le molestaba un poco pero ya lo había aceptado. Había llegad...
Un destello rubio platino brilló con tal potencia por culpa de una de las luces del corredor, que tuvo que girar la cabeza. Malfoy iba del brazo de Parkinson y casi se ríe de ella al verla presumir del hurón tan soberbiamente. Todo el colegio sabía de la preferencia del Principito de Slytherin. Se había corrido el rumor que muchos de los jugadores de Quidditch de su equipo pasaban por una prueba previa, solos, con Malfoy, en los vestuarios.
Frente a él Malfoy lucia devastador y se alegró de que Ron estuviera viendo consternado a Hermione y no se hubiera fijado en lo bien que lucía el rubio con esa túnica negra resaltaba su esbelta figura. Entrecerró los ojos y por primera vez notó que había crecido más que ellos. Debería medir unas cuantas pulgadas más que él, puede que no tanto como Ron. Incluso notó como sus rasgos ya no eran los de un niño, se habían afinado y sus pómulos se veían más afilados. Su boca parecía resaltar más rosa de lo común, pero sin dudas era su pelo cuando blanco y sedoso lo que atraía la atención sobre él. Con su característica línea de costado, y gracias a dios ya sin gomina, caía desordenado hasta la altura de sus ojos, que debía ser apropósito, ya que cada pocos segundos sacudía la cabeza haciendo bailar a su pelo lejos de su mirada gris.
Corrió la vista ligeramente asustado por el rumbo que tomaban sus pensamientos. Que le importaba a él Malfoy en todo caso.
Desde la puerta del colegio entraron dos alumnos de Durmstrang, que con sus túnicas rojas y esas pieles se veían impresionantes. Parecía injusto que solo siendo tres años más grandes que él, tuviera aquellas barbas que les daban ese aire nórdico e imponente. Volvió la cabeza en busca de sus dos parejas ya que sus compañeras parecían tener una apuesta, ver que chicas y de que casas, lograban conquistar más alumnos de Durmstrang. Sonrió al saber que Hermione había logrado el grande, el mismo Víktor. Vio de reojo a Ron que seguía con la vista fija en ella. No se iba a inmiscuir. Era obvio lo que tenía que hacer, pero si su amigo se lo tomaba o no con calma era cosa de ellos.
Busco por todas las chicas en la sala pero todas parecían estar con sus parejas. Sus labios se separaron sorprendido cuando vio con quienes iban a salir.
Su estómago, a saber porque, esperaba que asco, se estrujo molesto cuando vio al más grande de los dos alumnos sonreír de lado a Malfoy. Este soltó a Pansy, que para sorpresa suya ni se inmutó y acepto la mano que le extendía el morocho. Si hubiera tenido algo en las manos lo habría dejado caer cuando frente a todo el mundo Draco maldito cerdo exhibicionista Malfoy, beso con ganas al chico.
Había que tener cara para ser así de desfachatado en la vida. Estaba molesto. Quería lanzarle algo en su estúpida y desvergonzada cara. Solo la apremiante voz de la profesora McGonagall lo detuvo antes de hacer alguna incoherencia. No entendía tenía porque le molestaba tanto pero lo hacía. No tenía cara, no tenía respeto por... por... por nadie y se acabó.
Se pasó toda la noche con los ojos en ese idiota engreído y en el infeliz que fue tan o más desvergonzado que él como para invitarlo. Ron tenía razón, por lo menos pudo haber salido con alguien del colegio. Después de todo era una competencia entre escuelas, su amigo no se equivocaba a la hora de decir que hacer algo así era serle, de alguna forma, desleal al colegio. No esperaba que le fuera leal a él, pero mínimo al colegio sí.
Hermione, molesta con su actitud técnicamente los había echado del baile y cuando vio a Malfoy tirar de la mano de su morocho en dirección a los jardines, arrastró a Ron con él. Intentó seguirlos pero le resultó imposible, Malfoy sabía a donde lo dirigía y seguirle la pista desde lejos y sin hacer ruido no era fácil y por eso los perdió en algún punto entre el tercer y el segundo piso. Con un gruñido pesado se fue con Ron, que no paraba de despotricar sobre los porque estaba muy mal que Hermione saliera con Víktor y él tuvo que reconocerle que tenía razón.
Poco menos de una hora después, encerrado tras las cortinas de su cama, gateo hasta el baúl y sacó el mapa. Con un gruñido exasperado agarró la capa y salió a escondidas del cuarto en dirección a la jodida torre de astronomía cuando vio, demasiado cerca, los cartelitos con los nombres de Draco Malfoy y uno ruso que no reconoció. Si Malfoy no sabía lo que era la decencia él se la iba a enseñar, no iba a permitir que mancillara el buen nombre del colegio solo porque se le ocurrió.
Mientras corría por los silenciosos pasillos consultando el mapa cada pocos pasó se preguntó si así como Ron, no existiera algo de trasfondo, pero lo descartó. Lo único que le molestaba era que ese pomposo estuviera haciendo quedar de esa forma la reputación del colegio.
Cuando llegó a la cima de la torre de astronomía casi dio gracias a dios por llegar, Malfoy tenía un labio roto y la varita apuntaba en dirección al chico de Durmstrang.
— Te dije que me sueltes —la voz de Malfoy temblaba casi tanto como su varita. El chico soltó una carcajada que le erizó la piel y se acercó otro paso en dirección a Malfoy que abrió los ojos asustado mirando en todas direcciones.
Insultó por lo bajo y se sacó la capa.
— Me parece que mi amigo dijo que lo dejes —espetó molesto. — No es asunto tuyo —respondió en un perfecto inglés.