Nota: relato corto, único capitulo.
Lo último que Ada recordaba era la luz que se acercó a gran velocidad hacia el auto en el que iba con sus padres.
Ada podía recordar los gritos a su alrededor, no de terror, porque no hubo tiempo para hacerlo antes de morir, sino de molestia. Sus padres estaban discutiendo mientras iban en la vía.
No era extraño, siempre lo hacían.
Ada sabía que estaba muerta, lo sabía porque no podía escuchar, ni ver, ni hablar, ni sentir. No había nada.
Parecía solo quedar su mente, tan despierta como si no hubiese pasado ninguna situación.
¿Quizás estaba en coma? Era imposible, no podía sentir aquello, ella sabía que había muerto.
Mientras que Ada intentaba recuperar sus sentidos, Dios y el diablo intentaban descubrir por qué una chica de veinte años había quedado atrapada entre sus mundos.
No podían encontrar la razón de ver a una pequeña entre ellos, sin oportunidad de moverse o hablar.
Dios inmediatamente buscó todo lo que podía conocer de aquella chica, pero… no encontró nada.
Ada no había sido creada por Dios.
El diablo, al enterarse de esto, intentó recordar algún humano igual a esta chica que se haya relacionado con él, buscó entre sus padres que ya se encontraban sufriendo en su infierno y tampoco halló nada.
Ada no había sido creada por el diablo.
Este hecho preocupó a todo aquel que se enteró de tal suceso. ¿Quién podía haberla creado? Era la pregunta que se paseaba por sus espacios.
Ella parecía tan tranquila… y al diablo no le gustó aquello, así que hizo que sus oídos fueran destapados para que fuese capaz de escuchar el tormento de todas las personas en su mundo. Disfrutó mirarla intentando dejar de escuchar, disfrutó verla confundida y adolorida.
Pero eso no le agradó a Dios.
A pesar de que no era su creación, Él podía abogar por ella, porque Ada parecía no haber hecho nada malo para merecer tal castigo. Así que hizo música para silenciar todo lo demás.
El sonido del sufrimiento junto al sonido de diversos instrumentos desconocidos en la tierra, pudo haber sido aún más tormentoso, pero Ada logró enfocarse.
Y el sonido de la música se hizo aún más fuerte y más, y más, y más, hasta que el sufrimiento se escuchó muy tenue.
Ada amaba bailar. Era lo que hacía cuando estaba en la tierra, y es lo que decidió hacer aún estando muerta.
A pesar de lo extraña que se sentía sin la capacidad de sentir su cuerpo, ella intentó como pudo levantarse, cuando lo hizo pudo distinguir levemente la textura de un suelo frío, pero eso estaba bien, eso bastaba.
Sus pasos fueron tímidos cuando comenzó, no sabía si alguien la miraba o si iba a chocar con algo cuando caminara un poco. No sabía nada, pero se esforzó.
—¿Qué está haciendo? —inquirió el diablo.
—Está… bailando —le explicó Dios.
—¿Bailando? ¿Por qué está bailando?
Dios no le dio respuesta, él tampoco lo sabía.
Mientras el diablo aumentaba el volumen del sufrimiento, Dios aumentaba el de la música. Aumentó tanto que Ada no era capaz de reconocer ni lo uno ni lo otro, pero continuó bailando porque se dio cuenta de que, mientras más lo hacía, empezaba a sentir cada parte de su cuerpo.
Incluso podía sentir el latir de su corazón, pero se dijo a si misma que solo era el recuerdo de lo que alguna vez sintió, ella sabía que había muerto.
Ada bailó tanto hasta que Dios y el diablo no pudieron seguir el ritmo y todo se detuvo.
Menos ella.
Ada bailó músicas que seguían en su memoria, repitió pasos que se había grabado su cuerpo y cubrió espacio como si conociera el lugar.
Entonces el diablo la observó, la observó tan atentamente que algo extraño poseyó entre su estómago y pecho, entonces el ardor que recorría su cuerpo cada segundo… empezaba a enfriarse, y el infierno que era controlado por este fuego también disminuyó.
Y Dios lo miró.
Él se dio cuenta de lo que estaba pasando, se dio cuenta de que el diablo no podía apartar la mirada del baile de la chica y que eso estaba distrayéndolo hasta el punto de olvidar su odio.
Entonces hizo que Ada escuchara la música nuevamente.
—Ada, sigue bailando —le susurró.
El diablo, al darse cuenta de lo que Dios estaba haciendo, miró bajo sus pies y fue consiente de lo que le estaba sucediendo.
—¿Por qué me haces esto? —siseó, volviendo a mirar a la chica que aliviaba el fuego que lo consumía— Cuando cometí pecado me abandonaste sin importarte el que fui tu creación, entonces ¿Por qué no me permites torturar a los que hacen lo mismo? ¿Soy yo diferente a ellos? ¡Merecen el mismo castigo que yo!
Dios no le respondió, solo aumentó el sonido de la música y el infierno lentamente se consumió.
¿Quién había creado a Ada? No tenían forma de saberlo.
Pero Dios había sacrificado a alguien nuevamente por el bien de su creación, porque Ada tuvo que bailar eternamente para que el diablo consiguiera alivio y los demás no sufrieran.
Ella bailó hasta que sus pies se rompían y Dios o el diablo los volvía a sanar, entonces continuaba, ella bailó hasta que los movimientos se acabaron, ella hizo esto hasta que su baile se volvió eterno.
Fin.
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Editado: 23.03.2023