En el laboratorio podían escucharse a las personas trabajar.
Todos estaban apurados, se le hacía tarde, debían hacer el cambio antes de las doce.
—Traigan a la chica—ordenó uno de los científicos—Ahora.
En su uniforme se leía "Weber Maxwell".
Segundos después, varias de esas personas aparecieron con un gran tubo de vidrio lleno de una sustancia viscosa, dentro, conectada por cables una joven de largo cabello rojizo, estaba en posición fetal, con solo su ropa íntima puesta. Sus costillas resaltaban en su figura y sus delgados brazos se envolvían alrededor de sus rodillas.
La joven parecía no haber comido durante meses, la mayor parte de sus huesos se notaban, y su rostro era demasiado delgado.
—Busquen a la humana—ordenó Weber.
Otros tantos desaparecieron por la puerta blanca.
La habitación era exactamente del mismo color, lleno de artefactos con formas extrañas, en el centro había dos camillas, una de ellas llena de cables y la otra con correas.
La joven de cabellos rojos abrió sus ojos, pero solo eso hizo, no podía moverse, observó toda la estancia. Sus ojos representaban el mismísimo miedo.
—Malena—habla una voz ronca, la joven mueve sus ojos, aún no se acostumbra a la claridad. Weber aparece frente a ella—¿Estás lista?
A la joven le gustaría decir "No", pero las palabras no salen.
—No te preocupes, querida—habla Weber—.Esto terminará en unos minutos, cuando despiertes estarás lista para esta nueva vida.
Al terminar de hablar, otra joven entra en la habitación, ella está atada a una camilla, la mueven y la colocan sobre la que está llena de cables.
El cambio ha comenzado, un nuevo Riusmus se apodera del cuerpo de un humano.
Mientras, la joven pelirroja, observaba como los cables se apartaban de su cuerpo, comenzó a sentir su cabello húmedo y su piel mojada,
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Cuando Malena abrió sus ojos, se sentía rara.
Podía moverse, eso la hizo emocionarse y a la vez, temer lo peor.
Movió su brazo izquierdo hasta su rostro, pronto noto algo raro. Normalmente cuando ella veía sus brazos, estos estaban huesudos, esta vez no.
Algo había raro, trató de incorporarse, pero su cabeza le dolía demasiado. Observó la habitación en la que se encontraba, las paredes eran rosas, llena de posters y muebles.
Junto a la cama, había un vaso de agua y unas pastillas. Fue cuando noto el raspar de su garganta.
Como pudo, se incorporó, tomó la pastilla con su mano y con la otra el vaso, luego tomó ambas cosas.
Noto algo más extraño, mechas de cabello castaño claro se pegaban a su frente. Era imposible, ella sabía perfectamente que era pelirroja.
Se incorporó de golpe, la cabeza ya no le dolía. Camino hacia el espejo.
Pero lo que vio...
No era ella.
Malena había visto durante mucho tiempo su reflejo en el cristal, era delgada, demasiado, su cabello era rojo y sus ojos marrones oscuro.
Frente al espejo se encontraba una chica totalmente distinta, con el pelo hasta los hombros... ¡Negro!, sus ojos ahora verdes. Y su cuerpo... ¡Parecía todo lo contrario a lo que era! Era delgada, sí. Pero no tanto como ella lo recordaba.
Estaba asustada, ese no era su hogar, su hogar era ese enorme tubo de cristal.
Algo vibro, tardó en notar que era un reloj que se encontraba en su muñeca, atendió. Sabía perfectamente quien era la persona que le llamaba.
—Hola, Lara—habló una voz demasiado familiar.
La joven abrió la boca para hablar, sentía la garganta rasposa, ella solo había hablado unas pocas veces, pero parecía que el cuerpo en el que estaba, lo hacía con frecuencia.
— ¿Dónde estoy, Weber? — Preguntó ella — ¿Quién es Lara?
Quería hacer millones de preguntas más, pero solo formuló aquellas.
—Querida, esta es tu nueva vida, tu nombre ya no es Malena, tu nombre ahora es Lara.—explicó el hombre, sus ojos negros evaluaron a la joven— Recibirás instrucciones, mientras disfruta de esta vida, es la única que se te otorgara, Lara.