Dos agentes de la policía llamaron al interrogatorio a Jossimar, Francis, Martín, Giovanni, Tito y Oscar, todos ellos amenazados por Dorian en algún momento de sus vidas.
En total se demoraron cerca de dos horas en tomar la declaración de los seis.
Ronaldo y Carlos estaban esperando para enterarse de algún avance en la investigación.
Después de dos horas, Gabriel le explicó a Carlos lo siguiente:
-Los agentes dicen que no pueden encarcelar a Dorian si es que la Fiscalía no les autoriza. Además, no todo lo que dijeron los muchachos puede acusarlo directamente de asesinato.
-Esto está peor que el inicio. Tal vez debamos encontrar a las otras personas que formaron parte de aquel crimen.
-¿Conoces quiénes son?
-Sí. Estos son los nombres.
Carlos le entregó una hoja pequeña a Gabriel, quien leyó el mensaje.
-Renato Farah está en cuarto semestre y Stalin Mera es del curso de Joaquín. Los otros no sé dónde estudian. ¿Cómo podríamos dar con ellos?
-André Mendieta está en octavo semestre de Contabilidad y Auditoría. Alejandro Dumas es del último semestre de Ingeniería en Sistemas. Y claro, ya conoces a mi tío, quien fue el de la idea.
-No pensé que él era un hombre con tanta maldad por dentro. A propósito, supe que hallaron a alguien muerto. ¿Sabes quién era?
-No recuerdo bien su nombre. Pero creo que era el medio hermano de Assael. De seguro lo mataron porque no apoyó hasta el final. ¿Quién te lo dijo?
-Tito. Cuando escapó del hospital, me quedé sorprendido.
Ronaldo apareció con dos vasos de café.
-No pensé que aparecerías por aquí, Gabriel.
-Hola, Ronaldo. No podía dejar solo a mis amigos.
-Amor, ¿me trajiste el café?
-Sí, mi niño. Toma.
Le entregó el vaso.
-Gracias.
Carlos bebió el café lentamente. Ronaldo también.
-Por lo que veo, se llevan muy bien. Son muy cursis.
-Yo no soy cursi. Ronaldo lo es.
-Sí, es cierto.
Un señor de unos cincuenta años de edad llegó y se detuvo al observar a Ronaldo.
-¿Ronaldo Viteri?
-Sí, soy yo. ¿Quién es usted?
-Soy el sargento Minga. Yo te ayudé con el problema de tus compañeros y el de tu padre.
-Ah, es usted. No lo había reconocido.
-Han pasado nueve años desde entonces.
-Ronaldo, ¿lo conoces?
-Claro que sí. Este señor me salvó de mis años difíciles. Sin su ayuda, sería una peor versión de aquel jovencito.
-Todo fue parte del trabajo encomendado por el Gobierno. Eras un menor de edad y vivías desprotegido.
-Es cierto. Ahora soy un hombre libre.
-Me da gusto saberlo. Tengo que irme a terminar mi trabajo.
-Un gusto volver a verlo.
El sargento Minga se va. Carlos le preguntó:
-¿Qué pasó entre tu padre y tú?
-Antes de terminar el colegio, mi padre supo que me gustaban los hombres y que me acostaba con ellos por dinero. Reaccionó muy violento cuando menos lo esperé y huí. Mi madre le pidió el divorcio y él salió de la ciudad. Entonces, yo regresé a casa. Cuando mi madre se casó con el padre de Kenán, supe que habrían problemas nuevamente. Tuve tantas discusiones con él y le dije a mi madre que haría mi vida aparte. No me acerqué a ellos ni cuando nació mi hermano.
-¿Llegaron a agredirte físicamente?
-No, pero tenían intenciones de hacerlo. Me chantajeaban y querían exhibir mi contenido personal a redes sociales para extorsionarme. La policía les advirtió que si lo hacían, irían a la cárcel por seis años.
-¿Cuándo fue que conociste a Kenán?
-Cuando mi madre se separó de Salim. Lo cargaba entre mis brazos y lo veía crecer. Habían días en que él llegaba y yo me iba. Pero nunca descuidé a mi madre ni a mi hermanito.
-Tienes un corazón muy noble, amor.
-Oye, Gabriel, me llevaré a Carlos.
-¿Te lo llevarás a tu sitio?
-Sí.
-Creo que sería lo mejor. Necesita descansar un poco.
-Está bien. Vámonos, Carlos.
Ronaldo y Carlos salieron.
*****
Esa noche, Carlos se quedó a dormir con Ronaldo. Estaban viendo una película juntos.
-Amor, una pregunta.
-Dime, mi niño.
-¿Hubieras salido conmigo cuando tú tenías 18 años?
-Sí, aunque eras menor de edad y yo no podía meterme con menores. Ahora vas a cumplir 19 y no tengo nada que temer.
-Ya veo. Pero pensé que Misael era...
-Misael es dos años mayor a ti. Y no fuimos pareja.
-Pensé que sí.
-No fue oficial. Nos besábamos y teníamos sexo, pero no nos considerábamos novios. Hasta le daba regalos. Ahora que lo pienso, debí pedirle que sea mi novio. No se lo pedí porque no quería lastimarlo como pasó con Gabriel.
-Ronaldo: lo que pasó con él no se repetiría si tú lo impedías. Además, tal parece que ustedes se conectaron desde mucho antes.
-¿Estás celoso?
-No, no lo estoy. Entiendo que lo que pasó entre ustedes ya se terminó. Solo te comento esto para que veas lo fácil que era haberle dicho algo.
Ronaldo se levantó de la cama.
-No quise ofenderte con eso.
-No, no es eso. Voy a cepillarme los dientes.
Se va al baño. Carlos se acuesta de lado.
Agarró su celular y escuchó una nota de voz de Francis.
-Acabo de bañarme junto a Matthew y mientras nos vestíamos, vimos en la noticia que arrestaron a tres personas de la misma banda de Andrés Marca.
Carlos sintió que Ronaldo se acostó nuevamente.
-Amor, ¿tienes frío?
-Sí, amor.
-Cúbrete con la sábana, mi niño. Toma.
Ronaldo extiende la sábana hasta la altura de Carlos.
-Ronaldo, perdóname por haber dicho eso. Sé que fue bastante imprudente de mi parte.
-No te disculpes, amor. Tenías un buen punto.
-Suelo ser muy tonto para decir las cosas.
-No lo eres. Carlos Isaac, eres un buen novio. Te amo demasiado y no puedo estar molesto contigo por siempre.
-Yo tampoco. Y también te amo.
Ronaldo abrazó a Carlos.
-Descansa, mi niño hermoso.
-Igualmente.
Ambos durmieron abrazados.
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Editado: 19.11.2024