Bajo 40 Máscaras: El Caso De Carla Vélez.

Pedro Y El Sobre.

Ronaldo lanzó las hojas en la fogata con tanto enojo. Carlos quiso reprocharle, pero se sentía débil y sin voz. De pronto, su cuerpo se quedó estático y cayó al piso no sin antes ver todo borroso. Cerró los ojos.

Apenas podía distinguir voces conocidas. Su novio fue quien le dijo: 

-Carlos, no te mueras, por favor. Resiste.

En una visión, pudo reconocer la silueta de su padre a lo lejos.

-¿Papá?

Su mirada fue de alegría. Sus ojos brillaban.

-Hijo mío.

-Papá, dime que no es sueño.

-Carlos Isaac, no debes dejar que el temor gane. Eres mucho más fuerte que eso.

-¿De qué hablas?

-Sé que tú has llegado a terminar el segundo semestre de carrera. Estoy muy contento por eso, hijo.

-Papá, yo quise seguir esta carrera porque mi tío Pablo es muy exitoso.

-Tu tío ha sido admirado desde sus inicios. Ha sido bastante talentoso y sabe lo que hace. Pero yo te pregunto: ¿En verdad estás siguiendo los pasos de tu tío?

-¿Por qué me preguntas eso?

-Siento que estás con miedo. Te he observado desde que me fui, y cuando hablaste con Dorian, no lo tenías. Pero tú has dudado mucho de tus capacidades. Todos temen por tu increíble potencial.

-Papá, lo siento mucho. Sé que no te agradará mucho verme ahora porque estoy con otro hombre.

-Mientras tú te sientas cómodo a su lado, yo sé que estás protegido. Pero no puedes depender siempre de él. ¿Es tu pareja?

-Sí. Se llama Ronaldo y tiene 25 años. Él me ayudó con la investigación.

-No creas que todo fue por él o por tu otro amigo, el de lentes. Lo hiciste tú mismo.

-Pedro no me ha ayudado mucho que digamos. Los demás sí.

-Ahora debes estar preparado para continuar con tu vida. Poco a poco descubrirás que el miedo ha sido tu cárcel. Y así mismo, sabrás cuándo ya eres libre.

Carlos abrazó a su padre. Lo ha querido hacer desde su partida.

-Te amo, papá.

-Y yo a ti, hijo mío. Ahora ve y sé feliz.

Carlos abría poco a poco sus ojos. Se encontraba en la cama donde dormía con Ronaldo en la cabaña. Regresó a verlo.

-Al fin despiertas, amor.

-¿Ronaldo?

-Aquí estoy, Carlos Isaac. ¿Te sientes mejor?

-Sí. ¿Qué me pasó?

-Te desmayaste. De seguro es porque no has descansado bien.

-¿Y los demás?

-En sus cuartos. ¿Tienes hambre? ¿Quieres agua?

-Sí, por favor.

Ronaldo le brindó un vaso con agua. Carlos bebió y luego retornó el vaso.

-Muchas gracias, mi amor.

-De nada. ¿Quieres comer algo, mi niño?

-Sí. Oye, Ronaldo, debemos hablar sobre lo que hiciste.

-Está bien. Déjame hacer una llamada importante y luego conversamos.

-¿Vas a demorar mucho?

-No. Ya vuelvo.

Ronaldo salió del cuarto. Carlos recibió un mensaje de Pedro. Decía: "Me he enterado de lo que te ha pasado. Espero que estés mejor ahora."

Mientras Carlos buscaba las fotos que Gabriel le envió, Ronaldo entró al dormitorio.

-Ya estoy aquí, mi niño lindo. ¿Cómo sigues?

-Estoy bien. Oye, sobre lo que hiciste...

-¿Quieres que te diga la verdad?

-¡Sí! Me prometiste ser sincero.

-Y no voy a dejar de serlo contigo, mi niño. Yo sólo te pregunto: ¿sabes lo que había en esas hojas?

-Un mensaje de Marcos para Joaquín. Y cuando Pedro recibió una amenaza de muerte por parte de los de sexto semestre.

-Esas hojas no las quemé, Carlos Isaac. Lo que arrojé al fuego son declaraciones a tu nombre.

-¿De qué declaraciones hablas?

-Sobre lo que sabes del intento de asesinato de Martín, Francis y de lo que hablaste en contra de Dorian. Tú ya sabías todo eso.

-Nunca me he involucrado en un asunto que no me compete.

-Por eso te he dicho que tengas cuidado. Gracias a que alguien pudo detener a Andrés Marca, él no te hizo ningún daño. Gabriel no ha podido cuidarte como yo lo hice, mi niño.

-Ronaldo...

-Te amo, mi niño hermoso. Y me preocupé que esas hojas caigan en manos equivocadas. Por eso las quemé. Así nadie podrá saber que declaraste en contra de los de sexto semestre.

-Amor, gracias.

-Soy tu novio y ya sabes que te cuido, mi niño. Cuando te desmayaste, yo estuve muy angustiado. Pero cuando ya abriste los ojos, me volvió el alma al cuerpo. Entonces pude darme cuenta que no debo dejarte solo en ese tipo de circunstancias y debo evitarlas a toda costa.

-Ronaldo...

-Yo sé que tú harías lo mismo por mí, Carlos Isaac. Por eso te amo demasiado.

-Yo no te dejaría solo. Estoy para ti en todo momento, mi amor.

Carlos lo abrazó y asentó su cabeza en el hombro de Ronaldo.

-Eres mi niño lindo. Yo cuido de ti porque no me gustaría verte en peligro. Yo soy tu guardaespalda personal, tu ángel de la guarda y tu compañero de cuarto. Pero más que eso soy el hombre que te ama y está para hacerte feliz siempre. No lo olvides.

-Eso no lo olvidaré, amor.

Ronaldo besó sus labios. Carlos agarró en medio de las piernas.

-Parece que ya quieres eso, mi niño.

-No, eso no. Todavía no.

-Carlos Isaac, no necesitas esconder tu instinto de deseo. Pero antes de eso, quiero que me perdones si alguna vez te he ofendido.

-Hasta ahora no lo has hecho. Igual, te perdono.

-Muchas gracias, mi niño lindo. Por eso te amo.

-Yo también te amo. Eres el único hombre que me interesa y que me gusta como pareja por su forma de ser.

-Bueno, en estos 5 meses de relación me he dado cuenta que puedo conversar contigo como si fueras un amigo cercano. Eso me gusta de ti, Carlos Isaac. Un día vi una foto tuya en Twitter y me dejó tan fascinado.

-¿Te gustó la toma?

-Bueno, me encantó tanto que ahora me siento muy feliz sabiendo que yo puedo ver y tocar a ese sensual y hermoso muchacho.

-Ronaldo...

-¿Deseas comer algo, amor?

-Sí. Lo que desees comprar.

-Está bien, mi niño lindo. Vuelvo al rato.

Ronaldo salió del dormitorio. Carlos escuchó su celular sonar varias veces. 




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