Bajo Cero Grados

El equipo

Tan solo debíamos llegar 30 minutos antes para mostrar nuestra responsabilidad ante el banco, pero no, la vida no quiso que hagamos eso y mandó a sus mejores guerreros; la dueña del condominio nos paró para tan solo regañarnos, ¿Era necesario que pase eso? No, no lo era.
El reloj marcaba las 06:52, estabamos corriendo dentro del Hangar, atrás mío se encontraba Zuniel cargando toda su vida con él, tres simples bolsos.

—¡Mira! —señala a una nave que aterriza desde el espacio abierto.
—¿Qué hay con eso? —le pregunto, luego nos detenemos para tomar aire.
—Es-s la nave. —Lo dice como si tuviera problemas para respirar.
—¿Cómo estás seguro? —miro la nave y le miro a él.
—Tiene tres co-olores: Naranja vivo, v-jerde pantano y estrella blianca. —Se levanta e intenta respirar bien.
—Maldición, actuas como un demacrado. Ja, ja, ja. —Nos echamos a reír para después avanzar caminando.
—Oh, mira, tienen hologramas. —Empieza a observar su alrededor sin detenerse al andar.
—¿Estás seguro que te dijo a las 07:20? —le miro —en la mañana mencionaste a las 07:00 —chasqueo para que me ponga atención.

Continúa sin prestarme atención, perdido en las novedades que trae este hangar (algo que no hemos frecuentado hace más de 3 años)

—Oh, ahí están. El señor Albert y el señor Zuniel. Bienvenidos. —Estrecha su brazo para saludarme un viejito bien vestido.
—Oh, usted debe ser el encargado del señor con traje. —Se expresa feliz, Zuniel.
—¿Eh? —lo piensa —oh, claro, síganme, yo les guíare a la nave.

Empezamos a caminar detrás del viejito, siguiéndolo a la nave; Desempacamos luego de dejarnos en nuestra habitación de la nave cuyo espacio era grande.

—No se preocupen por la comida, hay máquinas en el centro para eso. —Nos comunica su asistente que venía junto a el viejito.
—Gracias. Pero, ¿después de que tome vuelo la nave ¿Qué haremos? —Pregunto por curiosidad y para no andar como opa en esta etapa.
—Oh, verá, su ayuda al banco comienza cuando lleguen al planeta seleccionado, por el periódo de viaje… tienen libertad completa, sin embargo, el acceso al control de mando es denegado para los pasajeros. —Nos entrega unas credenciales con nuestras fotos en ellas.
—¿Nos la quedamos? —pregunga Zuniel luego de agarrar.
—Claro, esto les permite servirse de las máquinas de comida. —Algo vibra en su pantalón —Disculpen, me tengo que retirar.

El asistente da una media vuelta y corre por los pasillos en busca de la salida; inmediatamente Zuniel se levanta para alzar una tarjeta negra la cual le pertenece al asistente, pero en el momento que me lo muestra, la nave enciende sus motores.

—¿Qué? ¿Ya vamos a partir? —Hago una queja.
—Mmm… bueno, ¿Quién tiene hambre? Debemos de conocer el lugar ¿Eh? ¿Eh? —Me da unos codazos.
—Esta bien, vamos. —Nos levantamos para caminar —Pero aún no entiendo, ¿Por qué un Banco confiaría a dos personas desconocidas en expandir su empresa?
—Relájate, seguro era el último día de aquel trabajador y ¡Zas! Ganamos la lotería Ja, ja, ja. —Camina emocionado a ver el comedor.
—¿Seguro que es por aquí el comedor? —Le observo con una ceja elevada.
—Claro, —empieza a ver bien su mapa —ya ves, luego de este pasillo entraremos al… —la compuerta está cerrada —…¿comedor?
—Eres un verdadero crédulo, Zuniel. Ja, ja. —Cruzo los brazos para ver que hace.
—Aguantah, que ahora mismo sacaré la mausquerramienta misteriosa. —Mete su mano en el bolsillo de su saco color mostaza.
—¿La qué? —No entendí la referencia.
—Mira y aprende, primor. —Pasa su credencial a un lector que está al costado de la compuerta, ésta la lee y abre sin problema.
—Zuniel, ¿Te dijeron que habría invitados en la nave? —Ambos no sabemos quiénes son aquellos sujetos que están sentados en el sector de comida.
—Si supiera te lo diría, pero ¿acaso tengo la cara de saberlo todo? —me mira —porque si es así, me sentiré halagado. —Seguimos quieto en nuestras posiciones después que se abriera la compuerta.
—¡Hey, ustedes dos! ¿¡No comerán!? —Nos dirige la palabra alguien vestido de militar, alto como un árbol de tajibo, su tez bien blanca como películas caseras, y sus botas… digamos que no son botas —Te agradan mis botas ¿Eh?
—Bueno, en realidad quiere ver si son mejores que los suyos. Siempre es así. —Espera, ¿Qué acaba de decir, Zuniel?
—No, tranquilo. Estamos de paso. Estábamos viendo los sectores. —Es lo único que llego a responder. Un golpe de este tipo y me manda a mimir.
—¿Y tú por qué te ríes? —Le habla a Zuniel, el maldito se está aguantando de reír.
—¿Yo? No lo sé. —De una forma burlona lo expresa.
—Tengo cara de payaso ¿eh? —el aura de este sujeto se siente que va a estallar.
—Bro, solo cálmate, no es para tanto. —Alguien del comedor trata de calmarlo, que afortunado somos.
—Imbécil, ¿Tratas de defenderlo? —Se acerca hacía él, aquel sujeto que quiere evitar una pelea, y viéndolo bien, puedo decir que es un hijo del sol, bien bendecido y con excelente rutina para obtener esos músculos; Si llegan a pelearse ésto estará épico.
—No, bro. Evito que la nave no le pase nada.
—Sabés qué' —fue lo último que dijo antes de ser impactado por una silla.
—¡Viva! ¡Carajo! —Zuniel empieza a celebrar saltando y gritando.
—¿¡Pero qué hiciste!? —Aterrado a lo que puede pasar ahora.
—Desgraciado, —se levanta — Tienes ganas de morir ¿eh?
—¡No se muevan, bastardos radicales! —Una militar recién llegada al sector de comida dispara al techo mirando hacía nosotros.

Aquella militar detiene la futura pelea que estaba por protagonizar su camarada y mi amigo. Luego de un diálogo y un discurso, todo los presentes en el sector de comida somos llevados al sector de comunicación por la militar cuyo nombre nos comunicó que se llamaba Karen.
Malditasea, Zuniel, no he comida nada todavía.

—¿¡Pero en qué estabas pensando!? —le grito con la voz baja para que no escuchen los demás —Además de abordar una nave sin conocimiento de la misma, casi llego a perderte por una tontería tuya.
— Relájate, solo quería probar quién ayudaría. Ya tenemos a uno quien confíar. —Me guiña el ojo.




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